miércoles, 28 de diciembre de 2011

Tertulias


Entre las costumbres del período tardocolonial, se encuentra la de reunirse en los salones de las casas privadas, para llevar adelante las tertulias. En estos encuentros se conversaba sobre temas varios, afirmando De Privitellio que en este tipo de reuniones, participaban los más acomodados de la sociedad.
Como consecuencia de las Invasiones Inglesas y la crisis de la Corona española, conversar de política es una novedad que se incorpora en las temáticas sociales.
La fábrica de jabón que pertenecía a Juan Hipólito Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña, se convirtió en la sede de las reuniones de aquello que desde 1809 comenzó a ser llamado "partido patriota". La jabonería estaba en Tacuarí y Venezuela, y por allí desfilaban los patriotas, tejiendo ya las redes de la futura revolución.
Otro lugar de tertulia y conspiración fue la casa de Rodríguez Peña. Pero no son éstos los únicos lugares de sociabilidad que se politizan. Otro lugar es "el café de Marco, donde se juntaban los jóvenes intelectuales, casi todos ellos alumnos del colegio San Carlos, que no por casualidad quedaba frente al café. Y señala De Privitellio: "En este lugar, que a diferencia de los anteriores era público, se fue conformando la idea de la existencia de una verdadera ''opinión pública'', otra notable novedad para la ciudad de Buenos Aires. Ciertamente, todos ellos eran partidarios de la facción más extrema de los revolucionarios, aquellos que luego serán identificados como morenistas. A Saavedra, este café le parecía tan peligroso, que luego de los acontecimientos del 5 y 6 de abril de 1811 (una movilización popular en apoyo del Presidente de la Primera Junta, y en contra de los morenistas), ordenó a Juan Bautista Bustos que lo cerrara, y se detuvo a varios de los asistentes".

domingo, 13 de noviembre de 2011

Día de la soberanía

Hacia 1845, potencias europeas pretendieron crear un nuevo país al que iban a llamar República de la Mesopotamia, en donde hoy están las provincias argentinas de Corrientes, Entre Ríos, y Misiones. Eran tiempos en que como ahora, las potencias quieren dividir los paises más débiles y apoderarse de sus recursos.
El 2 de agosto de 1845, los buques del almirante Brown que bloqueaban Montevideo fueron capturados, la bandera de la Confederación Argentina arrojada al agua e izada en ellos, la del corsario Garibaldi. Ante ese hecho, el Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas fue autorizado "para resistir la intervención y salvar la integridad de la patria". La guerra había empezado.
El 30 de agosto la escuadra íntima rendición a Colonia, y el 5 de setiembre se apoderó de Martín García. Garibaldi, con estatua de bronce y plaza en su memoria, fue quien arrió la bandera de la Confederación Argentina, remontando luego el Uruguay, apoderándose de Gualeguaychú, Salto, Concordia y otros puntos indefensos, regresando a Montevideo con un enorme botín de guerra.
Los anglofranceses remontaron el Paraná en demostración de soberanía, y para abrir comunicaciones con su ejército "auxiliar", el que estaba al mando del general Paz. En los buques venían ciudadanos de la Confederación Argentina, unitarios, que habían emigrado a Montevideo y venían en las mismas naves que iban a invadir su patria. Los ingleses, que habían aprendido de los sucesos de 1806/7 en el Río de la Plata, evitaron marchar por tierra, y pretendieron transformar el Paraná en un río internacional.
Don Juan Manuel de Rosas ordenó al general Lucio Mansilla, que cruzaran cadenas en el río. La misión de Mansilla no era impedir el avance de los barcos, no habría podido hacerlo debido a la superioridad del invasor, había que debilitar a los buques.
El 20 de noviembre, al doblar el recodo de Obligado, la escuadra invasora encontró una gruesa cadena sostenida por pontones que cerraban el río, al mismo tiempo que baterías de tierra iniciaban el fuego luego de que las tropas cantaran el Himno Nacional. Siete horas duró el desigual combate, de las 10 de la mañana a las 5 de la tarde. No se venció, no se podía vencer. Se resistió pero la enorme superioridad enemiga alcanzó a cortar la cadena y poner fuera de combate las baterías.
La escuadra, diezmada y en malas condiciones, llegó a Corrientes y de allí intentó el regreso, pero en el Quebracho, cerca de San Lorenzo, los esperaba Mansilla. Un nuevo combate, otra vez el paso fue forzado, otra vez con ingentes pérdidas para los invasores.
Por esas valerosas acciones se deshizo el proyecto de independizar la Mesopotamia. El 13 de julio de 1846, Samuel Tomás Hood, con plenos poderes de Inglaterra y Francia, presentó ante Rosas el "más honorable retiro posible de la intervención conjunta", y tanto la escuadra inglesa como la francesa debieron rendir 21 cañonazos de homenaje a labandera de la Confederación Argentina.
Por eso el aniversario del combate de Obligado, es para los argentinos el Día de la Soberanía. Por decreto presidencial se estableció a partir de 2010 el día 20 de noviembre como Día de la Soberanía.
No solo hombres, también pelearon mujeres de San Pedro y San Nicolás, como María y Josefa Ruíz Moreno, Rudecinda Porcel, Carolina Núñez, Francisca Navarro, Faustina Pereyra, todas comandadas por Petrona Simonino.
Hoy hace faltas nuevas gestas, se trata de romper las cadenas culturales, que son invisibles, más dañinas y más profundas.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Revolucion de Mayo en facebook

Gracias a este inspirado equipo, tendre urgentemente que replantearme mis prácticas educativas. Vale la pena intentarlo.

jueves, 26 de mayo de 2011

Camino al Tricentenario

La Nación Argentina es una creación colectiva, es el estado actual de un largo proceso, de construcciones que se reformulan permanentemente. El esfuerzo conjunto de pueblos por consolidar un camino en común se tradujo en la Historia Nacional escrita por quiénes representaban más a los responsables de las desigualdades notorias en Mayo de 1910, que a los que construían con la exposición de su propio cuerpo, de sus fatigas, dolores y penares, la opulencia que la orgullosa clase dirigente exhibía como logros. Aquella burguesía proyectaba su optimismo al futuro, dejándonos una muestra de la opulencia lograda en estatuas glorificadoras de su presente, el que no incluía... a los excluidos de siempre.
Aquel sujeto inmigrante constructor de una nueva raza blanca en América, el crisol, comenzaba a ser el cuestionador violento, tan distante al criollo manso, a esos gauchos devenidos en Don Segundo Sombra, luego de ser Martín Fierro o el Gaucho Hormiga. Otra utopía de los 25 de Mayo comenzaba a no ser creíble, a deconstruirse, a ser añorada. No la Utopía Moreniana de la igualdad, no la de los Estados Unidos en el Sur, sino la de la América Europea.
Se preguntaba Andrés Rivera (La revolución en un sueño eterno), ¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad?, pregunta que se han hecho todos los dirigentes desplazados, o los intelectuales que representaban a la élites. A nuestra generación le paso el Terrorismo de Estado como brutal intento de frenar posibles Revoluciones de Mayo y sus intentos de discutir la distribución de la renta.

Sostiene atinadamente Federico Lorenz, que el Juicio a la Junta (1985) fijó un “piso de verdad histórica”. Como sociedad, enfrentamos la dificultad de no lograr elaborar un relato histórico abarcador que pueda unirnos desde su enseñanza en las escuelas. Nuestras contradicciones están más acentuadas que nunca. Incluso, por años hemos sostenido la necesidad de crear y sostener la Patria Grande, pero como condición, muchos sostienen que sea sin bolivianos, peruanos, paraguayos, etc., etc. Muchos añoran lo que dio lugar al relato del guatemalteco Augusto Monterroso (La oveja negra y demás fábulas), la idea de hacer muertas estatuas a las revoluciones fracasadas como forma de dejarlas quietas y en el pasado. También se podría seguir buscando el horizonte que el Che oteaba, cuando Alberto Korda le saco la famosa foto. Algunas historias argentinas, recuerdan a la idea de Comunidades imaginarias, de Benedit Anderson. Después de todo, crece la historiografía que plantea que Argentina, que América toda, sólo es un resultado, una consecuencia casi mecanicista del proceso de desintegración de la unidad monárquica española (Fabio Wasserman), opinión que se suma a los que interpretan que la historia toda, es producto de lo impensado, del azar (las Invasiones Inglesas y la reacción del pueblo en general, por ejemplo).
Qué respuestas buscaremos camino al Tricentenario, con qué preguntas. Como docentes, qué recorte practicaremos, cómo lo difundiremos. Cómo actores sociales de cambio, ¿buscaremos un camino alternativo para recorrer trayectos históricos? o reafirmaremos lo dado aún conscientes de que ello, depende de quién lo dio. Aunque no nos preguntemos para qué lo hizo, ni por qué lo repetimos.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

miércoles, 25 de mayo de 2011

Revolución democrática

La existencia de distintas interpretaciones sobre la Revolución de Mayo obedece a que: "la historia es la política pasada, y la política la historia presente"1. La corriente historiográfica del revisionismo latinoamericano se basa en la visión de Alberdi, para quien "la revolución de Mayo es un capítulo de la revolución hispanoamericana, así como esta lo es de la española y esta, a su vez, de la revolución europea que tenía por fecha liminar el 14 de julio de 1789 en Francia"2.
El 2 de mayo de 1808 el pueblo español dio inicio a una revolución nacional, en tanto se originó por rechazo al invasor francés, pero en su mismo desarrollo fue tornándose democrática pues si luchaba por la expulsión de los franceses, no buscaba restaurar el Antiguo Régimen sino concretar los ideales de libertad, igualdad y fraternidad; Pero hacia fines de 1809 y comienzos de 1810, los liberales revolucionarios en España comienzan a ser desplazadas por el Consejo de Regencia, donde priman las posturas absolutistas. Se extiende la sensación de que la Península está perdida, lo que origina que muchos militares abandonen España con el propósito de continuar la misma lucha en América (San Martín por ejemplo). Ante esta situación, en América entre 1809 y 1811 estallan revoluciones como una prolongación de la revolución acorralada en España, se forman Juntas que desplazan a los virreyes y juran fidelidad a Fernando VII, pues guardaban en él la misma esperanza que los juntistas peninsulares: Chuquisaca, La Paz y Quito en 1809, Caracas, Buenos Aires, Bogotá, México y Chile en 1810, y la Banda Oriental en 1811. De este modo asoma el carácter latinoamericano, democrático y antiabsolutista de la Revolución de Mayo.
Es decir que aquí la revolución fue inicialmente democrática, acompañando el proceso español, y luego, una vez que Fernando VII vuelve al poder en 1814 tras la caída de Napoleón y emprende una política absolutista que persigue a los liberales, la revolución se tornará independentista como única manera de conservar y profundizar las conquistas democráticas. Por eso el desplazamiento del virrey es en 1810 y la independencia 6 años más tarde.
Los actores sociales que se enfrentan en los sucesos de Mayo se dividen en dos grandes frentes, uno partidario del absolutismo y el otro heredero del "evangelio de los derechos del hombre". El frente absolutista estaba conformado por la burocracia virreinal, las familias ligadas al monopolio comercial y la cúpula eclesiástica. En el frente democrático se encontraba la pequeña burguesía revolucionaria liderada por Castelli, Moreno y Belgrano -y que cuenta con el apoyo de los activistas conducidos por French y Beruti (los "chisperos")-, las fuerzas armadas expresadas en Saavedra, y la burguesía comercial nacida al calor del contrabando y del libre comercio sancionado en 1809 (con un sector nativo y un sector inglés) cuyos exponentes políticos eran Rivadavia y Manuel García. La historia oficial está escrita desde la óptica de este último sector -profundamente probritánico y que tenía en el libre comercio su razón de ser- que se apropiará de la revolución después de la caída de Moreno y especialmente con el Primer Triunvirato.3
Durante la lucha contra el absolutismo, la disputa al interior del frente revolucionario va a estar dada por la conducción del mismo. Desde el comienzo se perfilan lo que Scalabrini Ortiz denominó "las dos rutas de Mayo": una liderada por Moreno y la otra por Rivadavia", y estos dos caminos o proyectos se enfrentarán a lo largo de nuestra historia. Los primeros meses estuvieron hegemonizados por el morenismo, momento en el que se intentó implementar el programa de la Revolución: el "Plan de Operaciones" redactado por el secretario de la Junta. Moreno va a plantear por primera vez un problema que atraviesa toda nuestra historia: ante la ausencia de una burguesía nacional, es el Estado el que debe ocupar el rol unificador y ser el motor del desarrollo económico. Así propone medidas avanzadas, como la expropiación de los mineros del Alto Perú, la protección de las producciones locales, la restricción de las importaciones (en especial las lujosas, a las que califica de "vicio corrompido") y la distribución del ingreso, pues la riqueza en pocas manos es como "el agua estancada".

1 JAURETCHE, A., Política nacional y revisionismo histórico, Buenos Aires, Peña Lillo, 1959, p. 53.
2 ALBERDI, J. B., Grandes y pequeños hombres del Plata, citado en GALASSO, N., La Revolución de Mayo y Mariano Moreno, (“Cuadernos para la Otra Historia”, nº4), Buenos Aires, Centro Cultural E. S. Discépolo, 2000, p. 11.
3 Véase en GALASSO, N., La Revolución de Mayo, op. cit. p. 15.

Tomado de una producción de Talleres, del Centro Cultural Enrique Santos Discépolo

domingo, 1 de mayo de 2011

San Martín, Juan Manuel de Rosas, y Sarmiento

En 1841, un apasionado escrito aparece en la prensa chilena firmado con el seudónimo de un Teniente de Artillería de Chacabuco, pero realizado por Domingo Faustino Sarmiento. Comenzó entonces, en ambos lados de los Andes, un proceso de revisar la historia desde el presente, desde la busquedad del nuevo orden institucional. El exiliado Sarmiento dirá que San Martín es el primer exiliado, y los hombres que pelean su presente y no dejan de admirarlo, van a su encuentro.
Juan Bautista Alberdi visitó al General en su residencia de Grand Bourg en 1843, y en 1845 fue Domingo Faustino Sarmiento quien en su estadía francesa se entrevistó con José de San Martín. El sanjuanino, cometió la imprudencia de opinar en terminos adversos sobre Juan Manuel de Rosas y fue interrumpido por San Martín quien sostuvo, de acuerdo a Manuel Gálvez ( “Vida de Sarmiento”. Emece Edit. 1945), que: “Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años...me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es...y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado”.
En "San Martín, Rosas y la falsificación", de Luis Soler Cañas, se comenta la carta que en referencia al encuentro, envió Sarmiento a su amigo Antonio Aberastain, el 4 de septiembre de 1846: “San Martín es el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca..."
En 1852 y ya desalojado del poder y ahora proscripto Juan Manuel de Rosas, el propio Sarmiento le encargo a Juan B. Alberdi, que escribiera una biografía del General. Tuvo por respuesta una rotunda negativa de acuerdo a la historiadora Ema Cibotti, ya que Alberdi creía que se pretendía condicionar su juicio histórico. Sarmiento le contestó: “Sin ser mi ánimo que fuese una detracción, porque yo no aconsejaría a nadie que no fuese honorable, creía que una alabanza eterna de nuestros personajes históricos, fabulosos todos, es la vergüenza y la condenación nuestra”. Alberdi, se burlaba de este uso de la historia, y no la realizó.

Por: Juan Carlos Ramirez

jueves, 21 de abril de 2011

Rosa Guarú y San Martín

Rosa Guarú era la indiecita que tuvo un niño, y la familia San Martín lo adoptó como propio, pero ella siguió en la casa cuidándolo, criándolo, hasta que se fueron a Buenos Aires. El niño tenía entonces unos tres años y le prometieron que iban a venir a llevarla a ella, pero no aparecieron más. Rosa Guarú los espero toda la vida. Cuando atacaron y quemaron Yapeyú, ella se fue a la isla brasilera, estuvo mucho tiempo allá y volvió. Levantó un ranchito por Aguapé, y mantenía la esperanza de que volvieran. Le tenía un gran apego a José Francisco.
Nunca se casó, aunque tuvo otros hijos. Siempre preguntaba por San Martín. Este, cuando era jefe de los granaderos, le regaló un retrato o medalla que ella conservó siempre, y al morir, ya muy viejita, la enterraron con ese recuerdo del que era inseparable.
Visité Yapeyú en la búsqueda de la tumba de Rosa Guarú, con el fin de poder establecer los lazos de filiación con el General San Martín.
La búsqueda se centro en la localidad de Guaviraví, ahí examinamos los terrenos en busca de un cementerio privado de la Familia Cristaldo, sin saldo positivo en la expedición.
Una de las dudas que había en esta investigación era la cuestión “puntual de cuando Rosa Guarú pasa a ser Rosa Cristaldo”.
Los descendientes de Rosa Guarú, y presuntamente ella misma, llevaron el apellido español Cristaldo; entre los guaraníes no existía apellido, no se transmitía un apellido, sino que cada persona tenía su propio nombre; además, por disposición del gobierno correntino no se inscribían en los registros oficiales nombres indígenas.
Los nombres guaraníes no eran apellidos. Rosa era su nombre cristiano, y Guarú su nombre guaraní. Al inscribir a sus hijos, llevan el apellido del padre. De esto se desprende que los hijos de Rosa Guarú lleven el apellido de Cristaldo, y que ella también pase a reconocerse como Rosa Cristaldo. Además, por disposición del gobierno correntino no se inscribían en los registros oficiales nombres indígenas.
Estuvo en Guaviraví, ahí el intendente Raúl Cornalo colaboro estrechamente con el historiador. Por los testimonios de los pobladores más antiguos de Guaviraví, localidad que surgió al llegar el ferrocarril, se desprende que allí vivió una familia de descendientes directos de Rosa Guarú Cristaldo, que conservó la memoria de la estrecha vinculación de ella con la familia del teniente gobernador de Yapeyú Juan de San Martín.
Rosa Cristaldo, que vendría a ser biznieta de Rosa Guarú Cristaldo, nació, vivió y murió en las chacras de Guaviraví, entre 1871 y 1936, y lo mismo su hijo Pedro Telmo Cristaldo (1888-1972). De ellos desciende una rama familiar de la que viven muchas personas, en la ciudad de Corrientes, en Santo Tomé y en Buenos Aires, con algunos de los cuales ya teníamos contacto y consideramos la posibilidad de hacer un estudio de ADN para averiguar qué proporción de rasgos amerindios tienen sus ancestros.
La tumba de Rosa Guarú Cristaldo podría estar en alguno de los antiguos cementerios de las inmediaciones de Yapeyú, y más probablemente en Aguapé, en el cementerio que hoy se encuentra dentro de la chacra que perteneció a Francisco Sampallo. El cementerio de Guaviraví es posterior a la fecha de la muerte de Rosa Guarú Cristaldo.
Es necesario continuar la revisión bibliográfica y la búsqueda en archivos, incluso en La Cruz, Santo Tomé y Paso de los Libres, para lo cual hemos obtenido la colaboración de algunos historiadores locales, funcionarios municipales y descendientes de las familias Cristaldo y Bonpland.
La editorial Catálogos publicará en breve un libro en co-autoría con el genealogista Diego Herrera Vegas, “en el que transcribimos y comentamos las partes más importantes del manuscrito de Joaquina de Alvear, la hija de Carlos de Alvear, en el cual aparece la revelación de que José de San Martín era hijo natural del brigadier Diego de Alvear y “una indígena correntina".
Por: Hugo Chumbita

domingo, 17 de abril de 2011

San Martín según Joaquina

Aunque los interrogantes y versiones sobre la filiación de José de San Martín datan de mucho tiempo atrás, se hicieron públicos el año del Sesquicentenario de su muerte (2000), al trascender un antiguo manuscrito que guardaba el genealogista Diego Herrera Vegas, en el cual Joaquina de Alvear afirma que San Martín era hijo natural de Diego de Alvear y una joven indígena.
Hugo Chumbita presentó una ponencia al II Congreso Internacional Sanmartiniano  y publicó un artículo en el diario Clarín . Simultáneamente, esta cuestión resaltaba en la biografía novelada Don José, de José Ignacio García Hamilton, que suscitó furiosas reacciones.

Facsímil manuscrito de Joaquina




Hugo Chumbita y Herrera Vegas acudieron a la Comisión de Cultura del Senado de la Nación con los testimonios del caso, planteando la posibilidad de un estudio de ADN para aclarar la verdad histórica. El Instituto Sanmartiniano y la Academia Nacional de la Historia se opusieron a revisar el asunto. El presidente De la Rúa se manifestó en el mismo sentido
Las evidencias y controversias se difundieron a través de numerosas publicaciones. Al localizar una causa judicial donde Joaquina fue declarada insana, Hugo Chumbita y Herrera Vegas polemizaron con una historiadora de la Academia Sanmartiniana sobre la veracidad de aquel testimonio
El año siguiente se publicó El secreto de Yapeyú fundando la tesis. A pedido de H Ch y por sugerencia de especialistas en la materia, Jorge E. I. de Alvear, descendiente de Diego de Alvear, depositó una muestra de sangre en el Banco Nacional de Datos Genéticos para poder comparar su ADN con el de San Martín.
En los años siguientes Hugo Chumbita continuó la búsqueda de la tumba de la presunta madre de San Martín, Rosa Guarú o Cristaldo, viajó a Yapeyú y tomó contacto con sus descendientes, la familia Cristaldo de Corrientes. Una reedición del El secreto de Yapeyú (2005) da cuenta de los avances en la investigación.
En 2006 se formó el Grupo Lautaro para impulsar los pasos siguientes y se requirió apoyo a laboratorios universitarios. Por iniciativa de la diputada Araceli Méndez de Ferreira y otros legisladores, la Cámara de Diputados de la Nación declaró de interés parlamentario y recomendó al Poder Ejecutivo facilitar la investigación del origen mestizo de San Martín. Días después se presentó a la Secretaría de Cultura de la Nación un petitorio para obtener una muestra de los restos de San Martín, firmado por historiadores, docentes y miembros de las familias Alvear y Cristaldo, acompañando alrededor de 800 adhesiones (ver Petición administrativa). En estas actuaciones el Instituto Sanmartiniano se opuso a lo solicitado, y la Secretaría finalmente se declaró incompetente para resolver. En diciembre de 2006 Hugo Chumbita presentó el tema en Corrientes, con más adhesiones y cruces polémico.
En 2007 se edita El manuscrito de Joaquina, donde Hugo Chumbita y Herrera Vegas transcriben y comentan el documento. El libro fue presentado en el Auditorio de la Cámara de Diputados de la Nación en junio de 2008, por iniciativa del diputado Dr. Eduardo L. Galantini, con el auspicio de la Casa de Corrientes en Buenos Aires.
El film documental Mestizo. San Martín y la identidad americana, realizado por el grupo “NuestraAmérica Profunda” con la dirección de Diego Romero y Soledad Betendorf sobre un guión de Hugo Chumbita, fue declarado de interés de la Cámara de Diputados de la Nación en 2009 y se ha proyectado en diversos ámbitos públicos, poniéndolo a disposición de las instituciones sociales y culturales interesadas en conocer y debatir el tema. A solicitud del Grupo Lautaro, la Defensoría del Pueblo de la Nación tomó intervención en marzo de 2008 a fin de ampliar la información disponible y dictaminar sobre la viabilidad del procedimiento para efectuar el análisis de ADN propuesto.
Por: Hugo Chumbita.
www.hugochumbita.com.ar Visitada 15/04/2011

domingo, 10 de abril de 2011

B. Mitre y San Martín

¿Qué sería de la historia sin el trabajo del historiador que reconstruye el pasado? Tal vez ese mundo, ocupado por los innumerables rastros de quienes nos precedieron, sólo permanecería en la conciencia del presente como un terreno minado por memorias combatientes o por relatos imaginarios.
En nuestro siglo XIX, la historia se fue haciendo gracias a la capacidad de que hicieron gala unos pocos protagonistas para recuperar la consistencia del pasado mientras asumían acuciantes compromisos políticos. La tarea que se impuso Bartolomé Mitre es, en ese sentido, paradigmática, porque no es fácil encontrar en aquellos años un espíritu con el suficiente rigor para penetrar en la trama de los acontecimientos del pasado sin renunciar a las reglas de la buena disciplina historiográfica, entre las cuales se destacan la compulsa de fuentes, la crítica documental y el encuadre teórico que gobierna la exposición de los argumentos.
Para Mitre, la política era, al mismo tiempo, vida histórica y vida presente. Como ha dicho Trevor-Roper, refiriéndose a Macaulay, en esta clase de personas latía la idea de que "los mejores políticos eran aquellos que han estudiado historia y los mejores historiadores aquellos que han tomado parte en la política."
El 18 de diciembre de 1887, Mitre publicó la primera edición de la Historia de San Martín y de la emancipación Sud-Americana . La obra venía precedida por artículos y conferencias de su autoría sobre San Martín y por otra magna biografía: Historia de Belgrano y de la independencia argentina . De la mano de la Historia de San Martín ..., el personaje allí retratado tuvo desde entonces un doble origen: el nacimiento cronológico de Yapeyú, en 1778, y el nacimiento histórico de 1887, que convoca su itinerario a una nueva vida.
A partir de este lanzamiento, durante el siglo XX se prosiguió trabajando con ahínco sobre la figura del Libertador, pero ninguna de las sustanciales obras que se sucedieron (al menos, así lo creo) pudo alcanzar la altura de aquella biografía fundadora. ¿De dónde proviene esa vigencia, hoy erosionada por la lectura perezosa que proporcionan textos simplificados y, de ser posible, escandalosos?
Sin duda, el atractivo resulta de la solidez de los cimientos documentales, de la fuerza que arrastra el relato de las batallas y de la proeza del cruce de los Andes. La historia de San Martín es, según esta narración, el portal que abre camino a una suerte de gigante de la historia en trance de producir, en muy pocos años, una fractura trascendente (se trata del decenio que transcurre entre 1812, cuando San Martín desembarca en Buenos Aires, y 1823, en que comunica al pueblo peruano que abandona la vida pública.) San Martín aparece así, ante los ojos contemporáneos, como un hacedor de fronteras históricas y un espontáneo arquitecto de nacionalidades.

Por. Natalio R. Botana. En: La Nación. Buenos Aires; 17/08/2000

domingo, 27 de marzo de 2011

DÍA DE LA MEMORIA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

 Los golpes de Estado han tenido una larga y difícil historia y nunca constituyeron sólo episodios protagonizados por militares. Sectores de la prensa, de la iglesia, de la cultura, de la clase política argentina y de la ciudadanía, tuvieron su parte de responsabilidad cada vez que se subvertía el orden constitucional.

El 24 de marzo de 1976, hasta el 10 de diciembre de 1983, se instaló en nuestro país un gobierno de facto a cargo de las Fuerzas Armadas, que se atribuyó la suma del poder público y se arrogó facultades extraordinarias. En el ejercicio de esos poderes ilegales e ilegítimos, aplicó un terrorismo de Estado que se manifestó en la práctica de graves violaciones a los derechos humanos. En el juicio a las Juntas, la causa 13.984 caratulada “Jorge Rafael Videla y otros”, quedó probado que a partir de ese día se instrumentó un plan sistemático de imposición del terror y la eliminación física de miles de ciudadanos sometidos a secuestros, torturas, detenciones clandestinas y toda clase de vejámenes.
A partir del 24 de marzo de 1976, se aplicó un plan coordinado de exterminio y represión generalizados con un costo humano calculado, que sometió a miles de personas al secuestro, a la tortura y a la muerte, y los convirtió en “ausentes para siempre”, como cínicamente proclamó el mayor responsable de los crímenes. Otros miles poblaron las cárceles sin causa o con procesos ilegales y muchos miles más encontraron en el exilio la única forma de sobrevivir. Cientos de niños fueron arrancados de los brazos de sus madres en cautiverio al nacer y privados de su identidad y de su familia. No se trataba de excesos ni de actos individuales; fue un plan criminal, una acción institucional diseñada con anterioridad al 24 de marzo y ejecutada desde el Estado mismo bajo los principios de la doctrina de la Seguridad Nacional.
La mayoría de las víctimas pertenecían a una generación de jóvenes, que cuestionaban activamente a la política del Estado de aquella época.  Pero más allá de estos miles y miles de víctimas puntuales, fue la sociedad la principal destinataria del mensaje del terror generalizado. El poder dictatorial pretendía que el pueblo todo se rindiera a su arbitrariedad y su omnipotencia. Se buscaba una sociedad fraccionada, inmóvil, obediente, por eso trataron de quebrarla y vaciarla de todo aquello que lo inquietaba, anulando su vitalidad y su dinámica y por eso prohibieron desde la política hasta el arte. Sólo así podían imponer un proyecto político y económico de ajuste estructural con disminución del rol del Estado, endeudamiento externo con fuga de capitales y, sobre todo, con un disciplinamiento social que permitiera establecer un orden que el sistema democrático no les garantizaba. Las consecuencias fueron la concentración económica, el desempleo, el aumento de la pobreza, la destrucción de la economía local y la exclusión progresiva de cuantiosos sectores de la población de la posibilidad de acceder a los derechos constitucionales garantizados por los artículos 14 y 14 bis de la Constitución Nacional.
La dictadura militar fue una gran tragedia, su saldo fue luctuoso y desgarrador; lo que hace imperativa la reflexión sobre ese período. El Congreso de la Nación dispuso por ley que los 24 de marzo de cada año, fueran declarados “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia”, como feriado nacional inamovible. Debe ser ésta, entonces, una jornada de duelo y homenaje a las víctimas y también para la reflexión crítica sobre la gran tragedia argentina.
En aquellos momentos terribles, la resistencia contra la dictadura fue comenzada por las Madres de Plaza de Mayo; fueron ellas las que se organizaron para enfrentar a la barbarie. Hoy, aquel proyecto criminal ha sido derrotado porque casi la totalidad de los sectores políticos, sociales, culturales y económicos rechaza ese pasado y lo juzga críticamente. Porque el pueblo que no piensa su pasado y que no lo elabora, corre el grave riesgo de repetirlo; tan importante como recordar es entender, entender y recordar. Ese proceso de recordar entendiendo, esa reconstrucción de la memoria, es un valioso mecanismo de resistencia. Creemos que la memoria no es sólo una fuente de la historia, sino que es fundamentalmente un impulso moral, un deber y una necesidad. Sólo con verdad y con justicia, conformaremos una sociedad que se desarrolle en paz.

viernes, 25 de febrero de 2011

Nace José Francisco de San Martín

El 4 de febrero de 1627, en un paraje donde hasta entonces sólo había tres casas con cien indios, por decisión del provincial de la Compañía de Jesús, padre Nicolás Durán Mastrillo, quedó fundada la reducción de Nuestra Señora de los Tres Reyes de Yapeyú. Se levantaría sobre la margen derecha del río Uruguay, junto al río entonces llamado Yapeyú y denominado más adelante Guaviraví. La nueva población no difería en mucho de otras creadas antes o después por los misioneros jesuitas. Uno de ellos, el padre José Cardiel, describe así la planta de los pueblos misioneros: "Todas las calles están derechas a cordel y tienen de ancho dieciséis o dieciocho varas. Todas las casas tienen soportales de tres varas de ancho o más, de manera que cuando llueve e puede andar por todas partes sin mojarse, excepto al atravesar de una calle a otra. Todas las casas de los indios son también uniformes: ni hay una más alta que otra, ni más ancha o o larga; y cada asa consiste en un aposento de siete varas en cuadro como los de nuestros colegios, sin más alcoba, cocina ni retrete..." Y más adelante agrega: "Todos los pueblos tienen una plaza de 150 varas en cuadro, o más, toda rodeada por los tres lados de las casas más aseadas y con soportales más anchos que las otras: y en el cuarto lado está la iglesia con el cementerio a un lado y la casa de los padres al otro... Hay almacenes y granero para los géneros del común y algunas capillas".
Por ser el lugar de residencia del superior de los misioneros jesuitas, Yapeyú tuvo situación privilegiada entre todos los pueblos destinados a reunir a los indios reducidos e incorporados plenamente a las formas de convivencia propias de lacivilización cristiana. Pero por su privilegiada situación geográfica fue el blanco de las asechanzas de los portugueses y de las hordas de indígenas de yaros, minuanes y charrúas, que alentados por los primeros saqueaban las estancias, robando ganados, y destruyendo las sementeras. Por esto los pobladores debieron en muchas ocasiones tomar las armas para escarmentar a los invasores y así impedir la pérdida de vidas humanas y de importantes riquezas materiales.
En julio de 1768, y dándose así cumplimiento a lo dispuesto por la real cédula firmada por Carlos III el 27 de febrero de 1767, los jesuitas eran expulsados de Yapeyú, hasta donde llegó para ejecutar la orden -una orden que sería repudiada y resistida por muchos vasallos del rey Borbón- el gobernador Francisco de Bucarelli y Ursúa. "En julio de 1768 los jesuitas eran expulsados de Yapeyú..."Idos los jesuitas -esos misioneros que, junto con las verdades evangélicas, enseñaron concomitantemente a los indios a amar el trabajo y a defender con su libertad la independencia del suelo patrio-, pronto el desorden se generalizó en las reducciones, como lo testimonió Juan José de Vértiz al afirmar en un memorial dirigido al monarca que los indios "se entregaron a la matanza de ganados para alimentarse sin término ni medida, no atendiendo ya sus telares, siembras y otros trabajos establecidos, y lo que antes se llevaba y gobernaba por unas muy escrupulosas reglas se redujo a confusión y trastorno".
Juan de San Martín
Reemplazado Bucarelli en 1770 por Vértiz (entonces en el ejercicio de la gobernación del Río de la Plata), el nuevo mandatario designó en 1774 por teniente gobernador de Yapeyú al mayor Juan de San Martín, oficial que había llegado América en 1765 y que desde 1767 administraba una vasta hacienda, la Estancia y Calera de las Vacas, en la Banda Oriental, también propiedad de los jesuitas.
Así, por obra del encadenamiento histórico que sucedió a la real orden de extrañamiento de los hijos de San Ignacio, se instalaron en Yapeyú don Juan de San Martín, que a poco sería ascendido a capitán, y su esposa Gregoria Matorras. El capitán San Martín ejerció el cargo con gran responsabilidad. Si bien debió prestar preferente atención a la lucha armada contra minuanes y portugueses, no descuidó su gestión administrativa, que llegó a ser fecunda. Tanto fue así, que cuando dejó el cargo, el Cabildo de Yapeyú manifestó respecto de aquélla que "ha sido muy arreglada, y ha mirado nuestros asuntos con amor y caridad sin que para ello faltase lo recto de la justicia y ésta distribuida sin pasión, por lo que quedamos muy agradecidos todos a su eficiencia."

Mientras don Juan de San Martín se entregaba a la atención del cargo que se le había confiado, Gregoria Matorras vivía en Yapeyú dedicada a la crianza de sus cinco hijos, el menor de los cuales era José Francisco, nacido allí, el 25 de febrero de 1778.


Por: Mayochi, Enrique Mario. El solar nativo. En www.sanmartiniano.gov.ar
El Libertador José de San Martín Instituto Nacional Sanmartiniano. Buenos Aires, 1995.

domingo, 20 de febrero de 2011

Los urus

El miércoles 1ro. de noviembre de 1606 se fundó la Villa de San Felipe de Austria. Ese día, el pueblo de los urus quedó bajo dominio español y las riquezas minerales de la región tuvieron un solo dueño: la corona española. Los indios fueron relegados al trabajo en el interior de las minas.
Los uros o urus son una etnia que se distribuye en la meseta del Collao en territorios de Bolivia y Perú. En el pasado ocuparon territorios más extensos que abarcaron incluso los valles interandinos de la cuenca del pacífico inmediatos al collao a manera de enclaves. 
 
De piel más oscura que los aymaras, se consideran los más antiguos de la región y los estudios de ADN muestran que provienen de la Amazonia, del grupo arawac. En Surinam todavía se hablan lenguas arawakanas; en la costa Caribe de Venezuela y Colombia los Wayúu son arawak. Otros pueblos arahuacos perduran en los Llanos colombianos, en los Andes peruanos y en la Amazonia en Brasil, Venezuela y Colombia, donde viven por ejemplo, los Kurripako y los Yucuna.

 
Actualmente los uros en Perú habitan un grupo de islas flotantes cercanas a la bahía de Puno en el lago Titicaca, mientras que en Bolivia los uros forman tres grupos denominados: Irohito, Chipaya y Murato; los irohito habitan la naciente del río desaguadero, los chipaya habitan la cuenca del río Lauca, mientras que los murato habitan la desembocadura del río Desaguadero en el Lago Poopó y la cuenca del Poopó.
Los uros en el pasado hablaron varias lenguas de las cuales sólo sobrevive en la actualidad el idioma chipaya hablado por los uros del lago Poopó, el resto de uros a adoptado el idioma aymara y el castellano como lengua materna.

sábado, 29 de enero de 2011

Enigmas de la muerte de Mariano Moreno

En una carta fechada el 15 de enero de 1811 /Cornelio Saavedra/le escribía a su amigo y confidente Feliciano Chiclana, refiriéndose a Moreno: "Este hombre de baja esfera, revolucionario por temperamento y helado hasta el extremo (...) trató de que se me prendiese y aun de que se me asesinase...". Saavedra no tenía dudas, y fue él quien decidió entonces devastar a su enemigo. Esa fue, a la vez, la conjetura de Manuel Moreno, el hermano de Mariano, y la de Lupe, su viuda. Pero todo resultó más complicado.
La decisión política de la Primera Junta de traficar armas desde Inglaterra hasta el Plata a través de un complejo y secreto desvío edificó el resto de la intriga. El contrabando de armas y los contrabandistas, el espionaje y los espías, y las manchas de sangre de la historia ocuparon el centro de la escena. En efecto, el 24 de enero de 1811, a las seis y media de la tarde (nueve días después de la carta de Saavedra a Chiclana), Mariano Moreno se embarcó en "La Misletoe", anclado en la Ensenada, acompañado de su hermano y de su amigo Tomás Guido, más tarde confidente de San Martín, quien a la sazón gestionaba con agentes ingleses y masones su viaje libertador al Río de la Plata. En las radas neblinosas mil ojos saavedristas corroboraban el hecho de la partida. Eran esbirros al servicio de Pedro Medrano, espía y lobbista del presidente de la Junta. Un día después, los tripulantes trasbordaban hacia la fragata "La Fama", de bandera inglesa. La misma que envolvería el ataúd de Mariano Moreno, quien murió a los 32 años entre convulsiones y misterios el 4 de marzo a la madrugada, presuntamente de muerte antinatural, envenenado según su hermano, con una pócima preparada por el enigmático capitán de la fragata, el mismo que le suministró, según Manuel Moreno, una sobredosis letal de un emético, un vomitivo llamado antimonio tartarizado. A escondidas, el capitán, cuyo nombre se esfumó en el torbellino de los tiempos, le daba más gotas de las habituales de la pócima y Moreno empeoraba día a día. El marino desoía los ruegos de Manuel Moreno y de Tomás Guido para desembarcar al agónico Mariano en Río de Janeiro. No lo hizo.
Durante tres días y tres noches los tripulantes cantaron fúnebres canciones en inglés. Ya entonces, los morenistas de Buenos Aires eran encarcelados en masa y enviados al presidio huracanado de Carmen de Patagones, French y Beruti entre ellos. Simultáneamente, uno de los hijos de Cornelio Saavedra viajaba, comisionado por su padre, a comprar armas a los Estados Unidos.
El 2 de febrero, en el vestíbulo de su casa, Guadalupe Cuenca, la mujer de Moreno, había encontrado una caja negra sin tarjeta. La abrió en el acto, como quien desenmascara el rostro de la fatalidad. Adentro había un abanico negro, un velo negro y un par de guantes negros. Todavía Moreno navegaba a Inglaterra. En el Plata, las pasiones hervían. Las clases bajas, la chusma, según la terminología del partido morenista, apoyaban a Saavedra. Y los jóvenes ilustrados que se reunían para discutir sobre Rousseau en el café de Marco, a Moreno. Pero en todas partes crepitaban los espías y, entonces, los conciliábulos de los morenistas llegaban a la velocidad del rayo a los oídos de Saavedra. Este tenía motivos para temerle al secretario de la Junta. Cuando su gobierno deliberaba sobre el castigo que debía aplicárseles a los contrarrevolucionarios comandados por Santiago de Liniers, Moreno fue intransigente. Debían morir. Liniers había sido el héroe de la resistencia popular durante las Invasiones Inglesas. Y sin embargo, el 26 de agosto de 1810, por orden de Moreno, fue ejecutado tras su captura. Es célebre el escrito en el que el secretario de la Junta afirma que él mismo irá a matarlo "si fuera necesario y nadie se atreviera a hacerlo".
En el Plan Revolucionario de Operaciones como un modelo de acción específica para aquellos tiempos vertiginosos, Moreno escribió sin que le temblara el pulso: "No deba escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa, aun cuando tengan semejanza con las costumbres de los antropófagos y caribes. Y si no, ¿por qué nos pintan a la libertad ciega y armada con un puñal? Porque ningún estado envejecido o provincias pueden regenerarse ni cortar sus corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre".
Saavedra tenía muy presente, además, el espinoso asunto del decreto de supresión de honores, surgido cuando un tal Atanasio Duarte, ebrio según los testigos, colocó sobre su cabeza una corona de azúcar, al tiempo que lo llamaba rey y emperador. Aquello desató la inmensa ira moreniana que consideró imperdonable aquella manifestación, prohibiendo de raíz todo ceremonial que exaltara a un gobernante por encima de cualquier otro mortal. A Atanasio Duarte se le perdonó la vida por el estado de embriaguez en el que se hallaba, pero se lo desterró a perpetuidad "porque un habitante de Buenos Aires ni ebrio ni dormido debe tener impresiones contra la libertad de su país". Saavedra firmó de muy mala gana el decreto, tanta como la inquina que empezó a fermentar contra Moreno.
Pero no eran sólo enconos personales, sino altos y complejos intereses del Estado naciente los que estaban en juego. En el Plan de Operaciones, Moreno, enigmáticamente postula "proponerle a Inglaterra un plan secreto". Casi no agrega datos al respecto, excepto unas pocas líneas en las que apunta literalmente que "con reserva y sigilo, se nos franqueen por la Corte de Inglaterra los auxilios de armamentos, por los justos precios, que bajo el respeto de su bandera se conduzcan (...) a los parajes de ultramar donde se les destine". Moreno viajaba a Inglaterra a conseguir esas armas para que, sorteando buques hispanos, llegaran a Buenos Aires. Sería necesario entonces simular otro destino para las municiones y no el que finalmente tendrían. Las armas serían utilizadas para combatir a los españoles. Pero Inglaterra, diplomáticamente, se manifestaba neutral en el conflicto. ¿Cómo podrían llegar esos pertrechos a Buenos Aires, sino de contrabando, eludiendo controles fiscales y aduaneros que delataran la complicidad británica en la guerra de los revolucionarios del Plata contra la España?

En setiembre de 1810, la Junta de Buenos Aires había nombrado en Londres a un representante oficial llamado Manuel Aniceto Padilla, con la misión de tramitar la compra de armas en Londres. Padilla tenía un socio político llamado John Curtis, un inglés a la vez relacionado con un general francés llamado Charles Dumoriez, traficante de municiones e intermediario entre la Corona inglesa y los compradores del Plata. Cuando Mariano Moreno embarcaba hacia Inglaterra, Padilla, Curtis y Dumoriez ya tenían cerrado el negocio. Según Manuel Moreno, Padilla se quedaría con una parte de los dividendos de la compra de armamentos. De hecho, lo acusó formalmente por "sacar partido de las presentes circunstancias, y por recibir de la corte de Inglaterra una pensión de 300 libras en calidad de espía". Manuel Moreno se amparaba en documentación interceptada por él mismo y por Tomás Guido. Incriminaron también a Curtis y de hecho acusaron a ambos judicialmente por "espionaje y quebrantadores de la fe pública". Entre las pruebas adjuntaron una carta que Curtis había acercado a Padilla, un memorándum supuestamente emitido por el gobierno argentino donde se afirmaba que "en caso de muerte de Mr. Moreno (Mariano) el contratante (Padilla) se dirija al propio Curtis para la ejecución del negocio".
Todo fue descripto en un alegato enviado desde Londres a la Junta de Buenos Aires, fechado el 31 de julio de 1811, en el que Manuel Moreno implicaba también al general Dumoriez.
Según esa línea de investigación, ni Dumoriez ni Padilla ni Curtis querían a Mariano Moreno en Londres. Mucho más tarde, el 25 de noviembre de 1815, el saavedrista Pedro Medrano redactaba una absolución pública de Padilla dejando constancia de "su celo, eficacia y exactitud con que este hombre se condujo en el desempeño de su misión en Londres". La historia ha pasado pero los enigmas no. Mariano Moreno yace junto a sus misterios en el más inasible y oscuro enclave del fondo del mar.

Por: Michel Mosse
(Publicado en alipso.com; 07/2003)

Grito de Asencio 28/02/1811

"Un puñado de orientales, cansados ya de humillaciones, había decretado su libertad en la villa de Mercedes (...) y la primera voz de los vecinos orientales que llegó a Buenos Aires fue acompañada de la victoria del 28 de febrero de 1811: día memorable que había señalado la Providencia para sellar los primeros pasos de la libertad en este territorio, y día que no podrá recordarse sin emoción, cualquiera que sea nuestra suerte". J. G. Artigas (1)
El "Grito de Asencio" fue el triunfo de los orientales en armas dirigidos por Venancio Benavídez y Pedro Viera frente a los españoles. Este hecho militar implicó la desobediencia al poder españolista impuesto desde Montevideo, permitió la toma de la villa de Mercedes y Santo Domingo de Soriano por los rebeldes que apoyaban el pronunciamiento de la Junta de Buenos Aires, configurando la "admirable alarma"(2): el comienzo de la revolución oriental en la campaña. "(...) él fue la alborada de la Revolución que empieza a conmover a las masas y muestra ya su signo más evidente: su carácter predominantemente rural"(3)
La crisis política en España por la invasión napoleónica desde 1808 había debilitado el poder de este imperio en América. Hacia 1810 la instalación del Consejo de Regencia en la península agravó los conflictos en la región del Plata. En la capital del virreinato del Río de la Plata, Buenos Aires, el virrey pierde apoyo militar, de comerciantes, letrados, sacerdotes y propietarios importantes de la ciudad Estos cuestionan la autoridad del nuevo gobierno en España, cesan al virrey Cisneros y establecen una Junta. En junio de 1810, se solicita el reconocimiento de la Junta al Cabildo Abierto de Montevideo, quien la rechaza y jura fidelidad al Consejo de Regencia. Esta actitud de Montevideo se explica por el predominio en la ciudad de militares y marineros españoles, y por la rivalidad comercial y portuaria con Buenos Aires. Mientras en la campaña oriental, los pueblos que se encontraban bajo la jurisdicción montevideana acataron la resolución de la ciudad (ej: Villa de Guadalupe); los de la jurisdicción bonaerense apoyaron la junta revolucionaria, pero fueron presionados por el gobierno de Montevideo para no reconocerla oficialmente (ej.: Maldonado). Así comienza un proceso de división en el territorio oriental entre la ciudad españolista y la campaña revolucionaria.
En enero de 1811 Elío llega a Montevideo desde España con el título de Virrey, y desde ese momento inicia los preparativos para declarar la guerra a Buenos Aires, lo que hará el 12 de febrero. Para ello toma una serie de medidas fiscales que le permitan hacerse de recursos: regularización de títulos de propiedad de tierras para el pago de la contribución, solicitud de donativos patrióticos, impuestos a las importaciones de cuero, tabaco, control del contrabando permitiendo el comercio sólo a buques autorizados y a través de intermediarios nacionales. Estas medidas perjudicaban a hacendados, comerciantes, barraqueros y navieros en su actividad mercantil que venía decayendo por la situación de crisis y el control español del comercio, ya que impedía el comercio con los ingleses. A estas medidas fiscales se suman los empréstitos forzosos al clero, empleados, propietarios, artesanos, hacendados, comerciantes, y el uso de la fuerza para coaccionar a los pueblos a reconocer la autoridad de Montevideo. En consecuencia, algunos jefes militares al servicio del gobierno español, pero con gran asidero en la campaña oriental, se pasan al bando revolucionario, como es el caso de Artigas el 15 de febrero de 1811, quien abandona las fuerzas españolas de Colonia y solicita auxilios al gobierno de Buenos Aires para los levantamientos en la campaña.
Es en este clima de disconformidad y resistencia a lo que consideraban opresión por parte del gobierno españolista en Montevideo, que se genera el levantamiento armado de Asencio, comenzando la revolución oriental.

Citas:
(1) Oficio fechado en el Cuartel General en el Daymán, 7 de diciembre de 1811, en el que Artigas describe al "Señor Presidente del Paraguay", lo que denomina la "admirable alarma". Citado por W. Reyes Abadie, O. H. Bruschera, T. Melogno: "El Ciclo artiguista" Tomo 1, UDELAR, Montevideo, 1968. Pág. 63-65.
(2) Idem. Pág. 65.
(3)W. Reyes Abadie, O. H. Bruschera, T. Melogno: "El Ciclo artiguista", Tomo 1, UDELAR, Montevideo, 1968. Pág. 65.
Publicado en el Portal Educativo de Uruguay, visto el 28/01/2011

miércoles, 19 de enero de 2011

16 de enero de 1811

Carta del doctor Manuel Felipe de Molina al doctor Antonio Alvarez de Jonte, avisándole que por la ausencia del Dr. M. Moreno, la Junta le había encargado la correspondencia con él. Formula consideraciones acerca de las funciones que tocan a un negociador.

Señor Doctor Don Antonio Alvarez de Jonte.
Santiago de Chile
Buenos Ayres, Enero 16 de 1811_
Muy Señor mio: por la ausencia del Secretario de esta Junta Doctor Don Mariano Moreno se me há encargado por ella siga con la correspondencia de Usted. Al efecto tengo á la vista todas sus cartas á dicho Secretario, y otros Papeles que le remitio Usted en diferentes ocasiones. Parece que no llevaría copiador de las que el dirigía á Usted ni de las instrucciones que és regular se le hayan comunicado para el desempeño de su comision; por que nada de esto me há pasado; á excepcion de un borron, sin fecha, ni encavezamiento de cierto tratado de amistad, y alianza, comprendido en seis capitulos, que por la ultima de Usted de 24,, de Diciembre del año proximo, infiero haberle remitido con la de 1º del mismo, cuyo recibo le acusa.
Por el contexto de su referida del 24.., hemos visto con agrado, que las diferencias y pretensiones encontradas de esos Señores Vocales sobre los nombramientos de comandantes, que empezaron á turbar la quietud publica de esa Capital segun anunciaba Usted por la del 10.., hán terminado felismente y el Pueblo se halla restablecido á su antiguo estado de tranquilidad, y reposo. Debiendo, como debe sér nuestra amistad con ese Govierno, sincera, pura, y generosa, y siendonos por otra parte verdaderamente interesantes sus relaciones, nunca podemos, ni debemos vér con indiferencia qualesquiera contrastes que sean capaces de alterar su constitucion, y felicidad. Y asi me parece, que en el interes que Usted tomó, luego que advirtio levantarse la llama de la discordia, en sofocarla, y sostener la union, y feliz armonia que tanto importa á los Pueblos, por los medios politicos, y urbanos, que indica Usted en su citada del diez; há llenado sin duda uno de los deberes mas sagrados de la amistad, que este Govierno profesa generosamente á ese: al paso que siendo tambien uno de los objetos principales de un Negociador, el ganar en favor de su Nacion la voluntad de aquella cerca de la qual és embidiado, se dexa vér muy facilmente la delicada politica de Usted; por que unos oficios semejantes no podrán menos que grangearnos la confianza, y afecto de ese dicho Govierno, y de todo el Pueblo de Chile.
Haviendo tocado este punto no puedo excusarme de decir á Usted francamente mi Sentir en orden á esas cosas de palisas y de poner en choque las pasiones, etc., etc. Mis observaciones, Serán muy sencillas y aunque tal vez no falte quien las califique de vulgares, no por esto me retraeré de indicarlas á Usted confesando con ingenuidad que és muy pobre ó ninguna mi politica para ser capaz de alianzar los secretos de esas medidas. El objeto mas esencial de su mision á esa, con el caracter de Enviado de esta Junta, és precisamente el mantener una buena amistad entre ambos Goviernos, y procurar apartar quanto pueda alterarla. ¿Quien podrá no conocer los riesgos que contra este designio ofrece aquella conducta? Lo mismo digo con respecto al otro objeto, indicado yá, de ganar a favor de nuestro Govierno la voluntad y afecto de ese, y de todos sus habitantes.
Además de esto, yo estoy persuadido que nosotros no tenemos que mesclarnos en la economia interior de ese Govierno. Cual quiera que sea su política en no faltando a nuestras relaciones y tratados, si los celebramos, todo lo demas parece que ni debe darnos cuidado, ni debe ocupar nuestra atencion: ellos son libres para constituirse acomodandose á sus circunstancias; y en mi concepto ni és justo, ni és politico que querramos darles la Ley, ó amoldarlos en todo á nuestras ideas. Esto puede excitar los zelos, ó á lo menos el desagrado; y nosotros queremos con sinceridad su alianza y amistad, governandose ellos para sus Leyes, y nosotros para las nuestras. No entienda Vuestra Merced que esto és prescrivirle nuevas reglas, ó darle instrucciones contrarias á las que tenga de ante mano. Yá hé dicho que yo no tengo noticias de las que se le tengan comunicadas; y si hé entrado en el detalle de mis conceptos sobre el punto que véo en las suyas de palisas etc., és por que ignorando los ocultos motivos, ó designios de esas medidas, ellas en si me parecen repugnantes á nuestro objeto, y mucho mas á la pureza, integridad, circumspeccion y buena fée, que sin duda alguna deben hacer los caractéres de un Embiado publico.
Vuestra merced se servirá ilustrarme con franqueza sobre estos puntos, comunicandome con la misma quanto estima digno de la Superior consideración de la Junta, por cuyo encargo, como hé dicho al principio debo continuar en la correspondencia de Vuestra merced. Esta ocasion me proporciona la de tener el honor de ofrecerme a Vuestra merced con la mas ingenua voluntad.
Deseo se digne Vuestra merced aceptar mis votos mandando en quanto guste á este su Servidor atento Que Besa Su Mano.
Doctor Manuel Felipe de Molina.

Posdata:
Después de escrita esta se me há prevenido por la Junta signifique a Vuestra merced, que seria mui combeniente se insinuase Vuestra merced con ese Govierno sobre prohibir la extraccion de frutos de esos Payses al Virreynato de Lima, o impedir todo Comercio. Para esto parece que hay causas muy justas por parte de dicho Govierno: Vuestra merced que esta mejor impuesto de ellos sabra hacerlas valer oportuna y diestramente a fin de inclinar al intento el animo de esos Señores; quienes no dejarán de conocer que este será un medio el mas a proposito para recordar a los Limeños de su letargo, y hacerles reflexionar sobre la necesidad en que se hallan de mirar por sí; sostener sus derechos, y uniformarse con el sistema general de las Americas de defender su livertad. Ello es que la privación de los frutos de esos Payses, que no pueden suplir por otra parte, forzosamente les hará sentir la necesidad de nuestras relaciones reciprocas, las que no pudiendo conservarse en la diversidad de sistemas, o Goviernos, les obligarán por fuerza á adoptar nuestros justos principos, etc. Vale.
La Junta ha acordado a Vuestra merced la asignación de cien pesos mensuales como sele avisará por Secretaria

domingo, 2 de enero de 2011

Castelli, Moreno, Viamonte

El 15 de noviembre de 1810, la Junta de Buenos Aires designo a Viamonte como “segundo Gefe de la Expedición destinada al auxilio de las Provincias interiores”(www.generalviamonte.com). El Ejército del Norte, vencedor en la batalla de Suipacha, estaba comandado por el general Antonio González Balcarce y por el Dr. Juan José Castelli. Viamonte llegó a su destino el 2 de enero de 1811 y tomó la jefatura del ejército ya que Balcarce y Castelli se encontraban ausentes en la ciudad de La Plata – actual Sucre (ver nota anterior).
En Buenos Aires, también un 2 de enero de 1811, Mariano Moreno era designado Ministro (diplomático) ante Gran Bretaña.
La tragedia de Huaqui y la no menos trágica muerte de Moreno, se acercaban.