jueves, 19 de junio de 2025

La masacre de Ezeiza en primera persona

 La mañana del miércoles 20 de junio de 1973 se presentaba apacible, y mientras caminábamos con mi viejo, con mi padre, hacia la estación de Ezeiza, conversábamos. Los temas fueron variados, y salpicados con trivialidades como que no hacía frío, que iba a ser un hermoso día o sobre la conveniencia de ir por la ruta 205 y no cortar camino.
Cuando estábamos próximos a la ruta, nos sorprendió la multitud que ordenadamente marchaba camino a la barrera hacia el aeropuerto. Junto con otros conocidos con los que nos fuimos encontrando en el camino, nos integramos a un grupo bullanguero que entonaba cánticos apropiados para la fecha. Los mayores tenían la lógica ansiedad de ver regresar a su líder tras 18 años de exilio; los que éramos chicos por entonces, y los que habían nacido después del 55, lo hacíamos para conocer a aquel por quien se había militado.
Al llegar a la barrera mencionada y comenzar a andar camino al puente El Trébol, encontramos las diferentes columnas que venían desde Monte Grande y a los que venían desde San Vicente; entre todos, conformamos la Columna Sur. Entre las organizaciones, caminábamos quienes íbamos por nuestra propia cuenta. Muchos como yo estábamos felices, porque además del significado político, había uno aún más importante: la integración entre distintas generaciones y, en mi caso, compartir con mi viejo este reencuentro entre el líder y su gente.
Llegamos a la altura del puesto policial que luego fuera conocido como el centro de detención clandestina “La 205”, cuando ya era de día. Había allí mucha gente, y pensábamos que era lógico, porque estábamos a menos de mil metros del palco desde donde el general Perón nos hablaría.
Con mi padre nos fuimos adelantando entre la gente (siendo solo dos, fue muy fácil), y a la altura del Hogar Escuela tuvimos que sortear automóviles dispuestos de tal forma que impedían llegar a la columna que entraba por el sur. No nos llamó la atención ver un grupo armado en la curva que llevaba al cruce para el bosque. Tenían un brazalete verde; las distintas agrupaciones se distinguían por el color e inscripciones que llevaban.
Tomamos ubicación en la rotonda que permite a los automóviles que vienen del aeropuerto subir al puente camino al bosque (por supuesto, no había tránsito ese día). Obviamente no estábamos solos, pese a que era temprano; el general llegaría a las 16 horas. Distintos pequeños grupos estaban diseminados por todo el césped, desde el cordón instalado para delimitar el área hasta donde podíamos acercarnos al puente. Tras esa precaria marca, circulaban custodios con armas largas. A nuestras espaldas quedaba el acceso a la Autopista Ricchieri desde la ruta 205 y el bosquecillo del Hogar Escuela. Al frente, y cruzando la autopista, grupos con banderas y pancartas; y mirando al norte, densas columnas hasta donde la vista nos permitía avizorar.
El palco estaba ubicado sobre el puente, con frente hacia el norte, por lo que la parte posterior daba al acceso al aeropuerto, ubicado a 3 kilómetros de allí. Como fondo tenía gigantografías con la figura del General y de Evita; con una imagen más chica también aparecía Isabel. Para proteger a Perón, se había instalado una pared de cristal antibala, y por el puente-palco circulaban personas que a veces hacían gala de sus armas largas.
Se habían escuchado algunos tiros, pero recién nos alarmamos cuando se transformaron en un tiroteo y un correr de personas sobre el palco apuntando hacia los pinos ubicados detrás nuestro, en el campo del Hogar Escuela. Pronto las balas comenzaron a silbar cerca de donde estábamos, y desde el palco les respondieron. Cesaron los disparos. Y recién eran las doce del mediodía.
Más tarde, ya en casa, me enteré por boca de mi tío —quien había venido en bicicleta desde Longchamps— que él se ubicó cerca del Hogar Escuela, bajo la sombra de los árboles y cerca de la columna de Lisiados Peronistas, quienes estaban emponchados en sus sillas de ruedas, acompañados por quienes los ayudaban. Mi tío repartió entre ellos unas mandarinas que había recolectado en su paso por mi casa antes de ir hacia donde todos esperábamos a Perón, y esto quizás lo salvó. El caso es que, cuando fue evidente para él que no querían que los que venían desde el sur se acercaran al palco, escuchó que los lisiados le dijeran “agachate, viejito” y se produjo —me relató— un milagro: los lisiados se levantaron de sus sillas de ruedas a la vez que sacaban armas que tenían bajo los ponchos que los cubrían y comenzaron a tirar. De la columna que había arribado desde la ruta 205 —la Columna Sur— se movilizaron Montoneros, otros identificados como de la JP, y algunos militantes que no pertenecían a ninguna agrupación, solo eran peronistas. Intentaron llegar al puente, pero los identificados con el brazalete verde que custodiaban les empezaron a disparar, y en ese momento intervinieron los Lisiados, según me relatara mi tío.
La historia real —la más aproximada a ella, quizás— la supimos tiempo después. Pero el caso es que alrededor de las 14 horas comenzaron a disparar desde la izquierda del puente (visto desde el frente) hacia los árboles del Hogar Escuela, desde donde respondían con una balacera que también llegaba a los que estábamos sentados sobre el césped, próximo a la cinta asfáltica.
No sé quién tuvo la idea —posiblemente partió desde el palco—, pero todos comenzamos a cantar el Himno Nacional. Un sacerdote comenzó, en el palco, a levantar una cruz como símbolo de paz, pero cuando las balas acertaron a la cruz, el cura decidió ponerse a resguardo. Leonardo Favio, desde el puente y protegido por el vidrio antibala, pedía que cesara la balacera, pero tampoco le hicieron caso.
La inquietud fue mayor cuando vimos pasar una ambulancia con las puertas abiertas, con una enfermera (a la que reconocí por ser vecina) que temerariamente iba agarrándose del techo y casi parada sobre el paragolpes. En igual situación, sobre la derecha de esa ambulancia, iba otro, posiblemente enfermero (por su guardapolvo blanco). Con mi padre quedamos alelados al ver que iban tres hombres tirados sobre el piso y dos más arriba de ellos, que imaginábamos todos muertos, camino hacia Puente 12.
Perón debía llegar a Ezeiza a las 16 horas. Pasado ese horario anunciaron que, por los disturbios, se había decidido que no bajara en Ezeiza y que aterrizaría en Morón. Aterrizaje que se confirmó a las 17 horas aproximadamente.
Sabiendo que no vendría al encuentro con su pueblo en Ezeiza, comenzó un desbande generalizado, acompañado por un nuevo tiroteo entre los que cuidaban el palco y los que estaban en los árboles frente a la ruta, en los campos del Hogar Escuela.
El caos que se armó fue de tal magnitud que, cuando escuché silbar las balas, decidí sacar a mi padre de esa trampa que podía ser mortal, y agachados —y a veces llevándonos por delante a otros pacíficos manifestantes que también querían salvar sus vidas— escapamos a través de los zanjones hasta llegar al barrio. Allí vimos cómo intentaban guarecerse los que habían tratado de llegar al palco y los que no, que tampoco entendían el porqué de esa violencia en lo que debía ser un día de fiesta, de fiesta peronista. Comentaban que en el aeropuerto habían hecho una pila con los muertos; luego supimos que eso no sucedió, pero sí que en el Hotel Internacional torturaron a los que creían montoneros, de la Juventud Peronista, de la Tendencia, troscos, comunistas o simplemente zurdos. Nos enteramos de que el Hospital estaba tomado por gente del C. de O. (Comando de Organización, ala derecha del peronismo), y que gente afín controlaba el Hospital San José de Monte Grande.

Algunos intentaban refugiarse en la capilla del barrio, pero yo, conocedor del lugar, opté por tomar rumbo a casa, ya considerándonos a salvo de lo que no podíamos comprender. Allí nos enteramos de las aventuras de mi hermano, intentando que mi madre no se enterara de lo que circulaba entre los vecinos y de lo poco que comentaban por la radio. Él también había ido camino al Hogar Escuela en su bicicleta, pero regresó cuando los que escapaban de los tiroteos le decían que no vaya. Enterado de la gravedad, evitó que nuestra madre se enterara de lo que ya se consideraba una masacre, una emboscada tendida por la derecha sindical y los servicios de inteligencia contra los zurdos.

miércoles, 11 de junio de 2025

Ezeiza, 16 de junio de 1955 (Parte I)

   Los días previos al 16 de junio de 1955, fueron de creciente tensión a causa del enfrentamiento entre el Gobierno y la Iglesia católica, tras el arrío de la enseña patria y su reemplazo por la bandera del Vaticano en una procesión. El gobierno dispuso que el día 16, se realizara un acto de desagravio a la bandera nacional ultrajada ignorando obviamente que, el contralmirante de la Infantería de Marina Samuel Toranzo Calderón, fijaba para ese día, la fecha del golpe revolucionario.
  Toranzo Calderón, tras reunirse con los políticos opositores Miguel Ángel Zavala Ortiz (radical) y Adolfo Vicchi (conservador), acordaron reemplazar al presidente Juan Domingo Perón, tan pronto fuera muerto o depuesto. Mientras las fuerzas militares golpistas actuaban, comandos civiles tomarían las torres y antenas de Ezeiza (lo que no se llevó a cabo por la demora de las acciones previstas).
  Debido a causas meteorológicas no apropiadas, el ataque aéreo que debía efectuarse a las 10 hs. se demoró, lo que llevó a la desconcentración de otros comandos civiles que tenían objetivos previstos. A las 12.40 hs., comenzó el bombardeo a la Plaza Mayo con la suprema intención de asesinar a Perón, en tanto un comando tomaba por asalto a Radio Mitre, obligando a un locutor a leer una proclama que entre otras cosas, decía: “Argentinos, argentinos, escuchad este anuncio del cielo volcado por fin sobre la tierra argentina: El tirano ha muerto. Nuestra patria, desde hoy, es libre. Dios sea loado”.
  El dirigente socialista Víctor García Costa, quien fuera nuestro vecino, recordaba que aquel 16 de junio su madre lo despertó contándole que había sonado el teléfono y al atenderlo se encontró que estaba ligado, algo común en los teléfonos de línea, y escuchó la voz angustiada pero inconfundible del presidente Perón hablando con otro hombre.
  Perón había llegado a su despacho a las 6:20, ya advertido del complot. El general Lucero le trazó un resumen y le pidió que se instalara en el Ministerio de Ejército, lo que Perón prometió considerar. Posteriormente se reunió con el embajador de los Estados Unidos, Albert Nuffer, y pasadas las nueve, Perón se dirigió al Ministerio de Ejército, que funcionaba en el Edificio Libertador. Tras algunas reuniones prestan atención a un helicóptero que allí descendía, en el momento en que comenzaron las explosiones. Su tripulante era un piloto de la Fuerza Aérea que había huido de Ezeiza, luego de que ese lugar cayera en manos de marinos rebeldes de la base de Punta Indio, dirigidos por el capitán de fragata Jorge A. Bassi, que habían llegado en nueve aviones de carga C-47. Previamente, habían ido depositando de manera clandestina una buena cantidad de bombas en un hangar que servía de oficina y agencia para los aviones destinados a ir a la Antártida.
  A las doce, el ministro Lucero le ordenó al Regimiento de Infantería 3 “General Manuel Belgrano” de La Tablada, que acudiera con parte de sus efectivos a reforzar la seguridad de la Casa de Gobierno y destinara el grueso a marchar sobre Ezeiza para recuperar el aeropuerto copado por los golpistas.
 
 Desde las 12:05, la VII Brigada Aérea con base en Morón estaba alistada bajo las directivas Conintes (Conmoción Interna del Estado) y se puso al mando el brigadier Mario Daneri que al recibir las noticias del primer bombardeo a Plaza de Mayo ordenó el despegue de una escuadrilla con la misión de interceptar una formación de seis aviones North American navales procedentes de Punta Indio que no habían acatado la orden de aterrizar en Aeroparque, internándose en el río.

 Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota: Puede leerse otra nota al respecto en
https://ezeizaysuhistoria.blogspot.com/2023/06/16-de-junio-de-1955.html

Ezeiza, 16 de junio de 1955 (Parte II)

  En la VII Brigada Aérea con base en Morón, el brigadier M. Daneri ordenó el despegue de una escuadrilla con la misión de interceptar seis aviones navales que no habían acatado la orden de aterrizar en Aeroparque, internándose en el río.

  Primero decolaron tres aviones y una cuarta máquina, al mando del teniente Ernesto Adradas, despego minutos después. Una vez que Adradas se reunió con sus compañeros, se toparon con dos aviones North American rebeldes y tras confirmar sus órdenes iniciaron el ataque los pilotos Olezza y Rosito, sin resultado.   En tercer turno lo hizo Adradas, que le acertó una decena de proyectiles al aparato rebelde que piloteaba el teniente de corbeta Arnaldo Román, quien resultó derribado sobre el río, en lo que constituyó el bautismo de fuego de la Fuerza Aérea. Román se eyectó y fue rescatado —y detenido— por una lancha de la Prefectura.  
 A las 13:30, cuatro Gloster Meteor (avión caza a reacción), ametrallaron a los aviones navales rebeldes que repostaban en Ezeiza, inutilizando un Catalina (un hidroavión). La situación en Morón era tan confusa que cuando se ordenó que decolara una segunda escuadrilla, solo lo hizo un aparato al mando de su jefe, el vicecomodoro C. Síster, quien al no encontrar a su objetivo, voló hacia Ezeiza. Aun con visibilidad reducida por nubes bajas, logró dañar dos aviones civiles —de SAS (Escandinavian Airline) y de Aerolíneas Argentinas— “y un avión Beechcraft de la Escuadrilla Aeronaval de Bombardeo, “el cual quedó fuera de servicio”. 
Cuando Síster aterrizó en Morón, la base había cambiado de manos, y fue arrestado. El primer Gloster Meteor que decoló en apoyo a los marinos sublevados tuvo como orden la destrucción de las antenas de Radio Belgrano, que estaba emitiendo los comunicados del Gobierno.
 Las acciones de la aviación leal sumado al avance de las tropas del Regimiento 3 de La Tablada hacia el aeropuerto, el fracaso del intento de asesinar a Perón y de las acciones en general, hicieron que la Marina negociara los términos de la rendición

  Tras la caída de Perón en 1955 y la posterior liberalización del mercado, surgieron nuevas líneas aéreas (Austral, ALA, TABA, etc.) que optaron por el Aeroparque, lo que terminó obligando a Aerolíneas Argentinas a su mudanza en 1958. Ezeiza se transformó en un aeropuerto fantasmal considerando el tamaño de su infraestructura, con alrededor de 40 vuelos comerciales diarios, lo cual truncó todos los planes de ampliación previstos en el proyecto original. 
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

Nota 1 en:

https://ezeizaysuhistoria.blogspot.com/2025/06/ezeiza-16-de-junio-de-1955-parte-i.html

martes, 10 de junio de 2025

Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas y Sector Antártico Argentino

  El 10 de junio conmemoramos los 180 años de la firma de un histórico decreto que manifestó oficialmente, la firme e irrenunciable vocación de ejercer soberanía sobre nuestros sureños territorios insulares. Con la rubrica del gobernador Viamonte se estableció en 1829, la creación de la Comandancia Cívico Militar de las Islas Malvinas. Se nombró a don Luis Vernet como gobernador, el primer gobernador de Malvinas, con el fin de evitar la acción impune y depredadora de las naves estadounidenses e inglesas. A partir de la presencia militar, las naves que incursionaban en nuestros mares con el propósito de cazar ballenas, lobos marinos y focas, debieron registrarse y pagar un arancel a nuestro país.
   Las poderosas flotas extranjeras no perdonaron la osadía de impedir que satisfagan sus intereses económicos sin costo alguno y el resultado fue que primero fueron los estadounidenses los que bombardearon la base en Malvinas y posteriormente, Gran Bretaña decidió invadir y desalojar por la fuerza a las autoridades argentinas allí legítimamente establecidas.
  Desde aquel enero de 1833, Argentina no ha dejado de reclamar internacionalmente la usurpación. Lo ha hecho constantemente por todos los medios valederos, menos uno.
  La trágica decisión de la dictadura que se estableció en nuestro país el 24/03/1976, al declarar una guerra inconsulta envió a la muerte a cientos de jóvenes sin que los que tomaron esa absurda medida, arriesgaran minimamente sus vidas. Hoy tenemos el deber y el derecho de honrar a quienes ofrendaron sus vidas para recuperar lo que el poeta llamó: Nuestra “hermanita perdida”. Hoy, bajo un gobierno democrático, seguimos reclamando nuestros legítimos derechos con firmeza, con vocación, con respeto por quienes nos precedieron pero con respeto por la vida.
  Al conmemorar el 10 de junio como el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas y Sector Antártico Argentino, estamos validando la memoria, expresando la misma firme decisión de todo argentino, recordando que las Islas Malvinas, son y serán argentinas.

Juan Carlos Ramirez. 

Junta de Estudios Históricos del Distrito Ezeiza


Foto: El 6 de septiembre de 1964 desde el aeródromo “Siro Comi” de Monte Grande, partía Miguel Lawier FitzGerald en un vuelo que entró a la Historia por convertirse en el primer argentino que aterrizó en nuestras Islas Malvinas. Foto de la entrevista que le realizara oportunamente la Junta de Estudios Históricos. Foto: Nelly Fiasque

 


martes, 3 de junio de 2025

Hoy: Stuart Mill y Keynes

  La contradicción existente entre capital-trabajo y regulación-planificación y la libertad de mercado, es llevada al extremo por el neoliberalismo/anarco-capitalismo, y de ahí su crisis y su insostenibilidad. El Estado-Nación ha dejado de ser el sujeto del desarrollo capitalista, y es paulatina pero sostenidamente reemplazado por el mercado y la soberanía de las naciones tienden a ser transferidas al mercado global.  En Argentina, pero sospecho que en otras naciones latinoamericanas también, las particularidades le han permitido adquirir rasgos específicos.
  Argentina ha decidido continuar construyendo su destino dentro de la concepción utilitarista de la sociedad (individualismo extremo), bajo las formas de una democracia representativa que busca la felicidad para un núcleo posible de individuos; y lógicamente ello implica que un número indeterminado de personas vivirán en la infelicidad. El individuo ya no volverá a ser presionado para participar de la vida política y podrá dedicarse solo a su vida privada, vida que comenzará a ser regida por la libertad de empresa y de la propiedad privada. Estas premisas prácticamente nos devolverán a un "Estado de naturaleza" más grave que el de Hobbes, porque primara el egoísmo que lleva a la guerra de pocos poderosos contra todo el resto.
  El neoliberalismo se compone de individualismo, libertad económica, competencia y, esencialmente, desigualdad. En las sociedades actuales no existe la igualdad e incluso ésta no es deseada pero en la particularidad argentina, durante el Kirchnerismo, se plasmó su búsqueda en políticas regulatorias. El Estado es el único que puede regular y controlar los procesos de acumulación y distribución de la riqueza en una economía capitalista, eficazmente realizado durante la fase de "economía de bienestar" populista que comenzó a ser desandada por la última dictadura y que finalmente fuera superada por las políticas implementadas en la presidencia de Carlos Saúl Menem.
  La Argentina de los ’90 fue un experimento neoliberal periférico ejecutado por grupos económicos locales y extranjeros, con el auxilio de los partidos políticos e ideado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El aumento de la exclusión social y la pobreza, permite mensurar el éxito del modelo: la concentración de la riqueza rápidamente evadida al exterior. La rebelión urbana de diciembre de 2001 fue la expresión clara del rechazo a los niveles insostenibles de pobreza generalizada, sin embargo,  la crisis no impidió que un elevado número de ciudadanos en pos de elegir a sus representantes, la clase media en particular, añorara aquellas políticas votando en CABA a  Mauricio Macri en el 2003.
  Esta nefasta tendencia terminó aflorando nuevamente pero esta vez, en los comicios presidenciales del 2015. Claro que luego que se frenara la exclusión masificada, gracias a la política de los Kirchner y el pleno apoyo popular en su intento de superación del capitalismo neoliberal, llevando adelante una reconstrucción del Estado-Nación sobre bases más igualitarias de redistribución de la riqueza. La presidencia posterior de Alberto Fernández (2019-2023), encumbrado  por el voto peronista, nos demostró que vivíamos políticamente en un penduleo entre Stuart Mill y su propuesta de Libre mercado. y Keynes con su postulación que sostiene la intervención del Estado en momentos de crisis, y la crisis se presentó en forma de una avasallante pandemia de COVID-19. Esta, exacerbó los problemas estructurales dejando al descubierto la fragilidad del sistema de bienestar argentino y la insostenibilidad del gasto público.
  Argentina, sumergida en una crisis económica con inflación galopante, pérdida del poder adquisitivo y desencanto generalizado hacia la clase política, vio una posible salida en la propuesta de un personaje televisivo. La llegada de Javier Milei a la presidencia en diciembre de 2023, representa una ruptura con el sistema tradicional con su retórica cargada de críticas contra “la casta política”. Su ascenso fue catapultado por la combinación de cambios económicos y especialmente culturales. Nunca habían intervenido tan eficazmente los medios de comunicación y la importancia de las redes sociales propalando un radical discurso libertario. La sociedad vio en Milei una alternativa radical frente a la percepción de los  políticos como corruptos e ineficientes. Milei prometía arrasar el sistema intervencionista e implementar un sistema de libre juego del mercado, con desregulaciones masivas sin contemplar sus consecuencias sociales.
 
La implementación de medidas empobrecedoras (canasta de alimentos en relación con el poder adquisitivo salarial), y la falta de regulaciones en un contexto de creciente conflictividad, obligará a los gobernantes libertarios a demostrar su capacidad para mantener el caudal electoral necesario para seguir con un desmantelamiento del Estado. 
  Quizás, tal vez, los resultados de los próximos comicios de medio término y su impacto en la clase gobernante, permita acordar un sistema que nos allane el camino para construir una sociedad que deje de agredirse, que construya un Estado que permita el desarrollo de sus ciudadanos protegiendo, capacitando, a los que excluya. 
  Estamos viviendo un nuevo enfrentamiento en el mundo real (no académico), de las ideas contrapuestas de Stuart Mill y de John Keynes.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.

viernes, 20 de diciembre de 2024

"Que se vayan todos"

   Entre el 19 y el 20 de diciembre de 2001, una brutal represión ordenada por el presidente Fernando de la Rúa, terminó con la vida de 39 ciudadanos y más de 500 heridos. Una vez más, el Estado de Derecho fue violentado sepultando a la Justicia y a los reclamos sociales, debido al no menos violento ajuste económico que llevó a cabo el gobierno.
  El sistema político estaba envuelto en graves sospechas de corrupción desde que en abril del año 2000, se diera a conocer que para aprobar la Ley de Reforma Laboral (Ley 25.250), el Ejecutivo pago coimas a los senadores opositores. El escándalo, que fue conocido como Ley Banelco, no conmovió a la justicia, la que no se digno siquiera llamar a declarar al que fuera Secretario Parlamentario Mario Pontaquarto, quien realizó declaraciones públicas afirmando que había retirado el dinero a repartir, en la misma SIDE. Quince años después, la causa prescribió para alivio de oficialistas y opositores, sin pena ni gloria ni justicia.
  El estallido social surgente por la crisis económica que golpeó impiadosamente a la sociedad, y lo irracional de la represión, provocó la renuncia y huida en helicóptero del entonces presidente. Esto dio lugar a una a una crisis institucional que llevó a que cinco congresales ejercieran el Poder Ejecutivo, en pocos meses.
  La prolongada crisis (comenzó en 1998 y se extendió hasta el 2002), provocó una huelga general declarada por las centrales obreras que movilizó a sindicados y a quienes no lo estaban. Se cortaron calles y rutas, además de saquear supermercados y el encono llegó a un grado máximo cuando desatinadamente, el presidente decretó el Estado de Sitio. Lejos de amilanarse, la reacción fue que miles de personas manifestaron el descontento. La respuesta del ejecutivo fue homicida, asesinaron a 39 ciudadanos entre los cuales, habían siete menores entre 13 y 18 años. El 20 de diciembre, a las 19 y 37 hs., el presidente Fernando de la Rúa se fugó en helicóptero desde la Casa Rosada.
  Hubo quienes no dudaron en relacionar esta violencia contra el pueblo con el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, resaltando la enorme diferencia en que en aquella oportunidad, la furia de la derecha buscaba provocar un golpe de estado para derrocar al peronismo mientras que en el 2001, la violencia homicida fue ejercida por un gobierno legal en contra de quienes le habían confiado el mandato, de quienes lo habían encumbrado en el poder.
  Noticias del pasado que pueden volver a ser presente. Recesión, empobrecimiento de la clase media, aumento de la pobreza y de la indigencia, concentración financiera de la riqueza. Mismos escenarios, mismos protagonistas. Sordera institucional y políticos desentendidos.
  Finalmente la justicia, una década después, estableció una condena firme para quienes fueron sindicados como responsables políticos de la represión. Un dato curioso, cada 19 de diciembre, se celebra Santa Eva.


Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

miércoles, 16 de octubre de 2024

El "Crucero Gral. Belgrano", antes "17 de Octubre", antes "Fhoenix"

  Una ley del Congreso estadounidense autorizó la construcción del CL-46 el 13 de febrero de 1929, la Armada adjudicó el contrato para el CL-46 a la New York Shipbuilding Co. el 3 de octubre de 1934; y al día siguiente el Secretario de la Armada Claude A. Swanson eligió el nombre Phoenix para él. El Phoenix (tercer nave con ese nombre), fue botado el 15 de abril de 1935 en Camden, N.J.; y fue botado el 12 de marzo de 1938.  El nuevo crucero partió a Puerto España, Trinidad; Santos, Brasil; Buenos Aires, Argentina; Montevideo, Uruguay; y San Juan, P.R. Regresó a Filadelfia en enero de 1939. Realizó otro viaje a Chile durante el invierno en el hemisferio sur y el mal tiempo afectó la visita. En mayo de 1940, el Phoenix escapó ileso del ataque que sufriera la armada a la que pertenecía, en Pearl Harbor.
  El Phoenix fue dado de baja en el Astillero Naval de Filadelfia el 3 de julio de 1946, y el 25 de enero de 1951 fue eliminado de la Lista de Buques Navales. El Phoenix (CL-46) ganó nueve estrellas de batalla por su servicio en la Segunda Guerra Mundial.
  El barco permaneció en Filadelfia hasta que fue transferido a Argentina el 9 de abril de 1951. El 17 de octubre de 1951, en honor al Día de la Lealtad del Pueblo Argentino, fue comisionado en esa armada como 17 de Octubre (CL.4). En 1956, los argentinos la rebautizaron como General Belgrano en honor a Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González, conocido habitualmente como el general Manuel Belgrano (3 de junio de 1770-20 de junio de 1820), un patriota que estableció su Escuela de Náutica en 1799 y ayudó a los argentinos a obtener su independencia.
  En la primavera de 1982 (2-3 de abril), los argentinos invadieron las islas Malvinas (1) y las islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, dependientes de Gran Bretaña, en el Atlántico Sur. Posteriormente, los británicos declararon una zona de exclusión marítima de 200 millas náuticas alrededor de las islas en la que podían atacar a cualquier buque de guerra argentino, y luego la elevaron a una zona de exclusión total y advirtieron que podían atacar a cualquier buque, independientemente de su bandera, que entrara en la zona. Los británicos también enviaron una fuerza de tarea para recuperar las islas y, a medida que sus barcos se acercaban a la zona, los argentinos desplegaron varios grupos de tareas para vigilarlos y potencialmente interceptarlos. El General Belgrano partió como el buque insignia del TG 79.3, uno de esos grupos que operaba al sur de las islas, justo más allá del banco Burwood.  
  Los británicos comenzaron a preocuparse de que el crucero y sus consortes pudieran atacar a su fuerza de tarea, aunque ambos bandos debatían si operaba fuera de la zona o tenía la intención de atacar. El submarino británico Conqueror (S.48) disparó tres torpedos de 21 pulgadas contra el General Belgrano a las 15.57 el 2 de mayo de 1982, dos de los cuales impactaron y hundieron el barco. Los barcos argentinos y chilenos rescataron a 772 hombres del mar frío, pero el General Belgrano (ex-Phoenix) se llevó a 323 hombres al fondo con él.
 
Por: Mark L. Evans (28 de junio de 2019)
Tomado, traducido y sintetizado de https://www.history.navy.mil/research/histories/ship-histories/danfs/p/phoenix-iii.html (15/10/2024)
 
Nota del editor- traductor: 
(1) No se invade lo que le es propio. Lease, "los argentinos desembarcaron en las invadidas islas Malvinas".

miércoles, 18 de septiembre de 2024

El general Perón marcha al exilio

   Eran las 8 de la mañana del 20 de septiembre de 1955, un miércoles, cuando Juan Domingo Perón partió del Palacio Unzué hacia la embajada paraguaya, con su chofer Isaac Gilaberte y el comisario Zambrino. Cuando llegó el embajador Juan Chávez, por razones de seguridad Perón y sus acompañantes fueron trasladados a la residencia, sugiriendo el diplomático que debería mudarse  a la cañonera “Paraguay”,  que estaba siendo reparada en el dique A de Puerto Nuevo. Perón respondió: “Está bien, no es a mí a quien toca decidir. Estoy en sus manos”.
  Llovía y al entrar a la zona portuaria, el agua hizo parar el motor del automóvil diplomático y Perón, con su impermeable color crema, pidió auxilio a un colectivero, quien los remolcó hasta que el coche arrancó. En el dique A lo esperaban los marineros formados. Perón, desde 1954, era ciudadano honorario paraguayo con el rango de General del Ejército.

 El ahora ex presidente, habría llevado "dos millones de pesos moneda nacional y 70.000 dólares” (según el historiador Joseph Page). Queda la duda si, como contó Perón, el embajador del Paraguay se puso a su disposición unos días antes (habría una carta del diplomático Chávez), o actuó sobre la marcha de los acontecimientos.  Mientras estaba en la cañonera, pensaba que no duraría mucho su exilio pese a que Raúl Bustos Fierro le dijo que sería “de imprevisible duración”, que quizás nunca regresaran.
  Su exilio termino el 17 de noviembre de 1972. No quiso una guerra civil. Prefirió dejar actuar al tiempo. Más allá de sus bravuconadas verbales, Perón, según Félix Luna, no era un hombre violento.... pero sus detractores si.

“ACTA Nro. 1 DE LA MARINA DE GUERRA EN OPERACIONES” (20/09/1955)

 “ACTA Nro. 1 DE LA MARINA DE GUERRA EN OPERACIONES”

  A bordo del Crucero A.R.A. “17 DE OCTUBRE” Nave Insignia de la Marina de Guerra Argentina en Operaciones, a los veinte días del mes de septiembre y año de mil novecientos cincuenta y cinco y una vez cambiadas las plenipotencias correspondientes entre los señores representantes del Comando Revolucionario de las Fuerzas Armadas a saber: Contraalmirante D. ISAAC F. ROJAS, General de Brigada D. JUAN JOSE URANGA, por una parte, y los señores representantes de la Junta Militar General de Ejército D. EMILIO FORCHER, General de División D. ANGEL J. MANNI, General de División D. JOSE C. SAMPAYO y General de Brigada D. OSCAR R. SACHERI, por la otra, son presentadas a estos últimos señores las siguientes condiciones del señor Jefe de la Revolución.

1°.) Renuncia del Presidente de la Republica - Vice Presidente y todos los miembros de su gabinete.-
2°.) El Jefe de la Revolución señor General de División D. EDUARDO A. LONARDI asumirá el Gobierno Provisional de la Nación, el día jueves 22 de Septiembre, a las 12 horas. A tal efecto, arribará por vía aérea al Aeropuerto de la ciudad de Buenos Aires, a las 11.00 horas donde será recibido por el Delegado de la Junta Militar.-
3°.) Inmediata difusión, por todos los medios disponibles, de la aceptación de lo expuesto en 1 y 2.-
4°.) Se ordene de inmediato el retorno a sus guarniciones de paz, a todas las unidades leales que se hayan alejado de las mismas, con la excepción de aquellas con asiento en la ciudad de Buenos Aires, las cuales deberán evacuar la Capital Federal, a más tardar para las 12 horas del día 22 de Septiembre.-
5°.) Se ordene de inmediato a los aviones leales, su presentación a la Base Aeronaval de Comandante Espora, donde quedarán a órdenes del Gobierno Revolucionario.-

Estos puntos son llevados por los señores Delegados al seno de la Junta Militar a efectos de su resolución definitiva.-
Esta resolución deberá ser comunicada al Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a bordo del Crucero A.R.A. “17 DE OCTUBRE” antes de las doce horas del día veintiuno de septiembre.-
Si al término de este plazo no se ha recibido comunicación sobre la resolución de la Junta Militar, o esta es negativa, ambas partes quedan en libertad de acción para continuar las operaciones.
Los señores Delegados de la Junta Militar presentan a su vez las siguientes bases a tener en cuenta como prepósito de gobierno:
En las soluciones a establecer primará el concepto de que entre los bandos no hay, ni debe haber, vencedores ni vencidos.
El propósito primordial es el de obtener la pacificación de los espíritus, la solidaridad entre las tres fuerzas armadas y la unión de todos los argentinos.
El imperio de la Constitución en vigor dentro del concepto de la más amplia libertad y del orden.-
El Gobierno militar será un gobierno de transición para alcanzar la normalidad dentro del menor tiempo posible para llamar a elecciones generales.-
La renovación total de las autoridades se hará en base a la Ley Nacional Saenz Peña de Elecciones en vigor hasta 1946, tanto las autoridades nacionales como para instaurar los gobiernos de provincia.
Las elecciones se harán en base a nuevos padrones electorales controlados por la autoridad militar y los representantes de los partidos políticos.-
El acto electoral y el escrutinio se hará bajo el contralor y vigilancia de las autoridades militares y los fiscales de todos los partidos intervinientes en la elección.-
El gobierno será ejercido por una Junta Militar que actuarán como Consejo de Administración, integrado por un representante de cada una de las fuerzas armadas por cada una de las partes, en absoluto pie de igualdad.-
La actividad gubernamental será primordialmente administrativa, dejando para el futuro gobierno constitucional los problemas fundamentales.-
Se mantendrán incólumes todas las conquistas obreras y sociales, dentro de una disciplina de trabajo que incremente la producción.-
Los procesos de revisión y las denuncias contra funcionarios o ex -funcionarios, se tramitarán por la vía judicial, con la amplitud y las seguridades procesales que tal procedimiento comporta.-
Se acordará una amplia amnistía por todos los delitos políticos cometidos por civiles y militares.-
Las pensiones de retiro y de familiares que por ley correspondan serán reintegrados.-
Se dejará sin efecto la ley que convoca a elecciones de convencionales para la modificación de la Constitución Nacional.-
Se declarará la caducidad de los poderes Ejecutivo y Legislativo en el orden nacional y en cada una de las provincias.-
Se decretará la intervención nacional de todas las provincias.-
El Poder Judicial de la Nación y el de las provincias será intervenido y reorganizado, a fin de asegurar la honesta y correcta administración judicial en todos los fueros, como la más importante de las garantías que debe amparar a la ciudadanía.-
Que en cuanto atañe a la acción de gobierno que ha de presidir el señor General LONARDI y cuyo detalle dará a conocer oportunamente el referido General al hacerse cargo del gobierno, los señores Delegados no pueden contraer compromiso alguno con lo que terminó el acto firmándose dos ejemplares de un mismo tenor.-

JUAN JOSE URANGA         ISAAC F. ROJAS 

General de Brigada             Contraalmirante
 
ANGEL J. MANNI                EMILIO FORCHER
General de División             General de Ejercito

OSCAR R. SACHERI         JOSE C. SAMPAYO
General de Brigada            General de División




Renuncia el presidente Juan Domingo Perón

 Tras el bombardeo a los depósitos de combustibles de Mar del Plata del lunes 19 de septiembre, y ante la amenaza de la flota comandada por el contralmirante Issac Francisco Rojas de destruir las refinerías y depósitos de combustibles de La Plata, el Dock Sud e incluso bombardear a la ciudad de Buenos Aires, el presidente Juan Domingo Perón, redacto una proclama que fue leída por radio por el Ministro de Guerra a las 13 hs.. 
  El general Presidente instaba al ejército a una tregua que pusiese fin al desatino teniendo en cuenta que ante la amenaza de "bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de deponer otros intereses o pasiones" (la nota no especificaba que renunciaba ni fue presentada ante el congreso). El general Lonardi, aún en Córdoba, le comunico al general Lucero: “En nombre de los Jefes de las Fuerzas Armadas de la revolución triunfante comunico al Señor Ministro que es condición previa para aceptar tregua la inmediata renuncia de su cargo del Señor Presidente de la Nación”.
 Tras la renuncia del general Franklin Lucero, se le encomendo al general José Domingo Molina que constituyera una Junta de Generales para que acuerde el fin de las hostilidades y del conflicto. Era la noche del 19 cuando el presidente Perón invitó a los generales a la residencia presidencial, en donde resaltó que el: “renunciamiento significaba el ofrecimiento de una renuncia indeclinable", pero que “constitucionalmente no había renunciado pues si hubiera querido hacerlo así lo habría hecho ante el Congreso y que por lo tanto continuaba siendo el Presidente de la República”. No todos los generales estaban de acuerdo con Perón y finalmente desde el Edificio del Ministerio de Ejército, el general Ángel Manni le dijo por teléfono a Perón que se le aceptaba la renuncia, aconsejando que: “Ponga distancia cuanto antes.
 En la mañana del viernes 20 de septiembre le informaron al general Manni que la Junta Revolucionaria recibirían por la tarde a los generales. Los representantes del gobierno constitucional y los mandos de la Flota de Mar, concretaron la reunión que se  efectuó en el Crucero A.R.A “17 de Octubre” (Nave Insignia): se encontraban por los sublevados el contralmirante Rojas y el general Juan J. Uranga, y los cuatro generales designados por Perón, Emilio Forcher, Ángel Manni, Oscar Sacheri y José Sampayo. Ellos fueron quienes acordaron los términos para dar por terminado el conflicto con la renuncia del general Perón a la presidencia de la república y de todos los miembros de su gabinete.
 Los diarios anunciaron ese día que Perón había renunciado y Lonardi, decretó que asumía “el Gobierno Provisional de la República con las facultades establecidas en la Constitución vigente y con el título de Presidente Provisional de la Nación". Terminaba así el asalto al poder constitucional con un saldos registrado de más de 150 muertos.
   El mayordomo de la residencia presidencial, Atilio Renzi, contó que a las 7 de la mañana del miércoles 20, Perón le dijo "me voy", pidiéndole que “junté en una maleta algunas cosas casi al azar”. Renzi le preparó un pequeño maletín donde le puso “algo de ropa y un poco de plata para movilizarse en esos días”(A. Renzi; “Del poder al exilio”).
  Mientras el general de División Eduardo Lonardi asumía como presidente (de facto) del gobierno, y el contralmirante Issac Francisco Rojas lo hacía como vice presidente (de facto), el general Juan Domingo Perón embarcaba en Puerto Nuevo en la cañonera paraguaya "Paraguay" y partía rumbo a Asunción. 
 
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 17 de septiembre de 2024

La Armada antiperonista cañonea Mar del Plata

 El viernes 16 de septiembre de 1955 unas pocas unidades del Ejército, bajo el mando del General Lonardi, comenzaban en Córdoba el golpe de estado que derrocaría al Presidente Juan Domingo Perón. El bando golpista contó con el apoyo de la Fuerza Aérea y de la Marina de Guerra. Pronto, comenzaron en diferentes ciudades del país acciones militares subversivas, que contaron con el apoyo de partidos políticos opositores y de la Iglesia, además, se sumaron civiles que actuaron junto a los militares rebeldes.
 Mientras Lonardi avanzaba con la orden de proceder con la máxima brutalidad, la situación política era incierta dado que Perón no actuaba como se esperaba, incluso, le negó a la CGT la posibilidad de armarse en defensa del gobierno. Ese sábado 17 no hubo grandes cambios pero el domingo 18 el crucero “9 de Julio” llegó a las costas de Mar del Plata y se conoció que el Contralmirante Issac Francisco Rojas había ordenado bombardear los tanques de petróleo y combustible del puerto, instruyendo previamente al Jefe de la Base de submarinos que alejaran a quinientos metros de la costa a la población entre Playa Grande y la Bristol. Se sabe que el Jefe de la Base Naval y algunos marinos,no estuvieron de acuerdo pero, la destrucción se llevó a cabo.
  Aún no eran las 7 de la mañana del lunes 19 cuando las acciones comenzaron con la incursión de un avión naval que fallo en su intento de destruir los tanques de combustible, tarea de la que se encargó el crucero 9 de Julio, posicionado a 8500 metros de la costa. Pasada las 11 de la mañana, los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos cañonearon por doce minutos la “Escuela de Artillería Antiaérea” (hoy GADA 601), leal al gobierno constitucional,
El crucero 9 de Julio, a 8.500 metros de la costa, dispara sobre el puerto de Mar del Plata.
  Con la ayuda de la sudestada, las naves sublevadas pudieron aproximarse a las costas de Buenos Aires con sus cañones que alcanzaban unos 20 kilómetros amenazando con cañonear La Plata, Dock Sud y Buenos Aires. Frente a ese desatino, el Ministro del Interior Oscar Albrieu, sugirió otro a Perón: trasladar a las refinerías de La Plata y Dock Sud, a los familiares de los marinos a ver si con sus madres, esposas e hijos se animan a bombardear. El presidente, ante tal estado de las cosas, designó una Junta Militar para que acuerde el fin de las hostilidades y del conflicto.
 El 20 de septiembre, los representantes del gobierno legítimamente constituido y los mandos de la Flota de Mar concretaron la reunión.
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
 
 

El fin del Perón Revolucionario

  Todavía era una herida abierta las más de trescientas personas asesinadas por el cruel bombardeo sobre Plaza de Mayo que la Armada Argentina, con las armas compradas por su propio pueblo, habían llevado adelante con el fin de asesinar al Presidente Perón. Se habían dado por dos meses, una tregua que pronto fue rota con actos violentos que demostraban que no se quería una pacificación y prácticamente obligaba al gobierno a llevar adelante una represión.  
  Perón no estaba totalmente convencido de que ese era el camino. El 31 de agosto, ante un pequeño grupo de militantes, expresó: "Yo ya estoy demás. Soy como aquel aficionado de relojero que sirve para desarmar un reloj, pero ya no se armarlo. Tanto he estado maniobrando con las piezas que, ahora, la única forma de que el reloj siga andando, es que yo lo deje" (archivohistorico.educ.ar).
  Sin embargo, las decisiones posteriores fueron contradictorias. Esa misma noche cerraría las posibilidades de un entendimiento, coincidiendo con lo que  expresara De Pietro: "nuestra nación necesita paz y tranquilidad para el trabajo, porque la economía de la Nación y el trabajo argentino imponen la necesidad de la paz y de la tranquilidad. Y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no, a palos". Si no querían la pacificación, buscaban la violencia y : "A esa la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto por cualquier argentino".
 La violencia del mensaje, acorde con los atraque sufridos y los muertos de trabajadores que conllevo, se fue incrementando: "La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos! ...Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y  a todo el pueblo argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas, o la oligarquía las va a destrozar al final."
 

El 16 de setiembre, en Córdoba, comenzó el alzamiento bajo el mando del general Eduardo Lonardi, enfrentado a Perón desde un confuso episodio de espionaje en Chile. Fue un viernes lluvioso y con una fuerte sudestada. Un día triste. El general consideró que era el final, que hasta allí llegaba. Se negó a una guerra civil. Y marchó al exilio.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.

lunes, 26 de agosto de 2024

La masacre de Trelew y el genocidio

   El 15 de agosto de 1972, militantes reclusos iniciaron la toma del penal de Rawson y en pocos minutos lo lograron. Errores del apoyo externo hicieron fracasar el plan original aunque el grupo que llegó al aeropuerto, consiguió partir rumbo al Chile. Diecinueve militantes que llegaron cuando el avión había despegado, tomaron el aeropuerto y demandaron la presencia de periodistas y de un juez federal. Exigieron ser trasladados al penal y la presencia de un médico que verificara su estado de salud; aceptadas las condiciones, dejaron las armas y se entregaron. El traslado se hizo pero, no hacia el penal sino a la Base Aeronaval Almirante Zar.
 El 22 de agosto, oficiales de la Marina ejecutaron a los militantes recluidos en las celdas; tres sobrevivieron simulando estar muertos.Trasladados al hospital naval de Bahía Blanca, recibieron tratamiento médico adecuado..Al día siguiente, un comunicado oficial informaba que durante un control estando los detenidos en el pasillo, el jefe de turno fue atacado y lograron sacarle el arma intentando evadirse, iniciándose un intento tiroteo que termina con la vida de trece atacantes y son heridos seis.
A partir de la Masacre de Trelew se inicia una espiral represiva. No sabemos si la orden de eliminar fue tomada por el Estado Mayor Conjunto de las FF.AA, o fue dictada a modo de escarmiento o para vengar la afrenta. Algunos historiadores afirman que pudo ser la respuesta de sectores de la Marina opuestos a Lanusse, quien aceptó con posterioridad la cuota de responsabilidad que se le quisiera asignar en el desenlace de la masacre pero rechazó cualquier intencionalidad de su parte y de la Marina, ratificando de ese modo la versión “oficial” del intento de fuga.
 La  violencia represiva sobre el activismo político armado y no armado durante 1973-1976, diluyeron el horror de la masacre. El historiador Pittaluga sostiene que prefigura la superposición de funciones públicas formales con destinos secretos para gestar el exterminio.La dictadura estaba en descomposición desde 1969, por lo que la masacre de Trelew acontece en un “cierre de ciclo” signado por el fin de la Revolución Argentina y la reinstitucionalización democrática.
 A partir de mayo de 1973 las instituciones democráticas recobradas van a convivir conflictivamente con las acciones de organizaciones armadas revolucionarias consolidadas, aumentando la violencia y luego de la muerte de Perón y la política y económica, condujeron al período más trágico de la historia argentina.

Del "Luche y vuelve" al Perón vuelve

 El ciclo de inestabilidad política que se abre a partir del derrocamiento de Juan Domingo Perón (1955) está signado por la alternancia de dictaduras militares (Lonardi y Aramburu, 1955-1958; Onganía, Levingston y Lanusse, 1966-1973). Fueron seudodemocracias, entendidas como gobiernos electos por medio de comicios que supusieron la proscripción del peronismo y que son derrocadas a su vez por un golpe de estado militar sin culminar su mandato (Frondizi, 1958-1962; Illia, 1963-1966), y un gobierno interino fuertemente tutelado por las FF.AA (Guido, 1962-1963). En este contexto, el gobierno de Illia se caracterizó por un relativo incremento de las libertades públicas, aunque Perón y el Partido Peronista en cuanto tal, no fueron rehabilitados para participar en elecciones. Sin embargo, un partido político definido como peronista ganó las elecciones legislativas de 1965, hecho que causó malestar castrenses, y que junto a las masivas protestas sindicales llevadas a cabo por la Central General del Trabajo y los dos primeros brotes guerrilleros aislados y fallidos -uno rural y otro urbano -en 1963-1964, constituyeron algunos de los elementos que dieron fundamento al golpe de estado de junio de 1966. 
   Tras el golpe de estado en contra del presidente constitucional A.H. Illía asumió el poder el gral. Onganía  La represión y la miseria generaron creciente malestar en los sectores obreros y populares, en tanto los estudiantes comenzaban a luchar. Durante 1968 se dieron tres luchas obreras importantes: petroleros de YPF en Ensenada, gráficos de Fabril Financiera en Barracas, y la de Citroën, en la ciudad de Buenos Aires. En marzo de 1969 hubo conflictos estudiantiles en Tucumán y Rosario en tanto las luchas obreras las encabezaron los metalúrgicos, Luz y Fuerza, Smata, estatales y docentes. A mediados de mayo se movilizaron los estudiantes correntinos y en la represión, el estudiante de medicina J.J. Cabral, fue asesinado por la policía. Esto generó una movilización en Rosario que dio origen al Rosariazo. El 16 de mayo los estudiantes comenzaron a movilizarse y enfrentar en las calles a la policía hasta derrotarla. El 21 de mayo se sumaron sectores del movimiento obrero, día en que fue asesinado el metalúrgico L.Blanco.
  La CGT convoco un paro de 24 horas para el 30 de mayo pero la CGT regional de Córdoba decidió comenzar el paro el día 29. La medida tuvo un acatamiento del 98% y para el mediodía, en un área de 150 manzanas se enfrentaron con la policía levantando barricadas ayudados por vecinos. La policía mató al obrero del Smata M. Mena y el estudiante D. Castellanos pero tuvieron que retirarse. Cuando el ejército entro en el centro de la ciudad, el movimiento ya se había replegado hacia los barrios. .
  La alta participación de la población erigiendo barricadas y enfrentando a las tropas militares fueron vistas como evidencias de la preparación de la clase trabajadora para ir asumiendo el método de la lucha armada, una confirmación respecto de la viabilidad de una “guerra popular revolucionaria”.
  La popular consigna de "Luche y vuelve", comenzaba a ser una realidad. Pintadas sobre muros con cualquier tipo de material, aparecía la "v" encerrando una "P"; desprolijas, pintadas por no profesionales pero con un claro mensaje. Casi una revancha era la de, en un principio, utilizar el "Cristo vence" que pintaban ("V" encerrando una "C") y a la "C" le agregaban una patita conformando una "P". Así de rudimentaria, simple e ingeniosa, era la propaganda en las calles desafiando las prohibiciones.
  El gobierno de Onganía nunca se pudo recuperar de aquel golpe. El clima social precipito el lanzamiento de organizaciones armadas revolucionarias durante 1970 (ERP, FAR y Montoneros) y el incremento de sus operaciones. Estos fenómenos provocaron dos renuncias, la de Onganía y la de su sucesor, el Gral.de Brigada Roberto Marcelo Levingston,  y la asunción del Comandante en Jefe de las FF.AA, el Teniente General Alejandro Agustín Lanusse, el 26 de marzo de 1971. 
 El nuevo dictador intentó contener la conflictividad social, desarticular las organizaciones armadas y encaminar la institucionalización política del país mediante un Gran Acuerdo Nacional (GAN), con el objetivo de sentar las bases para un proceso electoral que integrara al peronismo y que fuese aceptable para las FF.AA.
  Durante el gobierno del gral. Lanusse, las 3 principales organizaciones armadas revolucionarias eran: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros (M). Tanto Montoneros como FAR se habían constituido como organizaciones político-militares, dándose a conocer públicamente en 1970 y se reivindicaban peronistas, aunque las segundas partiendo de su original filiación marxista tuvieron un proceso de “peronización” que las llevó a asumir en 1971 el peronismo como su identidad política. El ERP, en cambio, data de 1968 aunque su primera acción pública también fue en 1970 y era el brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización marxista que se había creado al confluir en 1965 la agrupación trotskista Palabra Obrera y el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular. Además de esas organizaciones, apareció el Frente Argentino de Liberación (FAL), Descamisados y la Guerrilla del Ejército Libertador (GEL), que surgieron públicamente en 1970.
  La apertura fue entendida por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) como clara maniobra del régimen para aplacar protestas y radicalización política por medio de la reincorporación de Perón, quien constituyó el Frente Cívico de Liberación Nacional (FRECILINA), reuniendo a todos los partidos reformistas para competir electoralmente.
 FAR y Montoneros consideraban al FRECILINA como táctica de Perón destinada a neutralizar los intentos del partido militar en connivencia con sectores integracionistas del peronismo para que al mismo tiempo, se formara un bloque de oposición a la dictadura lo más amplio posible permitiendo el crecimiento de los sectores revolucionarios en su seno y viabilizar un proceso de liberación nacional y social que llevara al socialismo.
 Si bien FAR y Montoneros sostenían posicionamiento similares respecto del GAN y al FRECILINA, Montoneros sostenían que la idea de fuga del penal de Rawson, podría minar las bases del proceso de institucionalización truncando la posible salida democrática, mientras que la FAR creía que el aumento del accionar armado de la guerrilla aseguraba el camino sin condicionamientos.
 El gobierno, en tanto, fracasaba en sus intentos de negociar con Perón y que este, condenara el accionar de las organizaciones armadas peronistas, que basaban su legitimidad en función de la proscripción y el exilio forzado de su líder. El apoyo a las organizaciones armadas peronistas por parte del líder fue dado a conocer públicamente en el mensaje a la juventud otorgándoles el carácter de “formaciones especiales” del movimiento [“Mensaje de Perón a los compañeros de la Juventud"] en una entrevista otorgada en 1971. Perón reafirmó dicho accionar como un mecanismo de presión sobre el gobierno respecto a la realización de comicios limpios y abiertos que permitiese una victoria justicialista y evite la guerra revolucionaria como medio de acceso al poder.
 El gobierno militar estableció como límite el 25 de agosto de 1972 para estar radicado en el país o no desempeñar ningún cargo ejecutivo o ministerial en cualquier nivel de la administración pública como exigencia para poder ser candidato en las elecciones, lo que suponía la exclusión en los futuros comicios tanto de Perón como de Lanusse.