Sin embargo, corresponde a otro historiador marxista como Liborio Justo el mérito de haber señalado los aspectos más radicales del proceso de la revolución de Mayo. Sin negar de plano los análisis de Milcíades Peña en cuanto a las limitaciones de la revolución de Mayo, Liborio Justo hace hincapié en la campaña de Castelli al Alto Perú, que proclamó la liberación de los aborígenes, y en el pensamiento de Mariano Moreno, expresado en su “Plan Revolucionario de Operaciones”, que proponía la nacionalización de las minas, los ingenios, obrajes y talleres. Entonces, en qué quedamos? Fue solamente una revolución política? O fue un proceso emancipador de los sectores más oprimidos por la sociedad colonial? Ni tanto ni tan poco.
Si analizamos sus resultados concretos, la revolución de Mayo no fue una revolución social, porque no modificó lo esencial de la estructura económico-social, salvo dar mayor impulso al comercio inglés, que ya tenía un peso preponderante, limitado sólo por el monopolio español, maltrecho por el contrabando.
Ahora bien. Este hecho, no permite circunscribir el proceso de Mayo a un mero recambio por arriba en las élites gobernantes. Esa es una lectura reduccionista que olvida que la revolución de Mayo fue el inicio de un proceso de lucha independentista a nivel continental, que había sido precedido durante las últimas décadas del siglo XVIII por la independencia norteamericana, la rebelión de Tupac Amaru y la revolución en Haití.
En segundo lugar, iniciativas como las de Castelli en su campaña al Alto Perú indican que si bien no fueron predominantes, existieron dentro de la revolución, sectores que perseguían distintos aspectos de emancipación social, que resultaban indispensables para que hubiera un cambio en profundidad respecto de la dominación colonial. Y esos intentos, aunque no se impusieron, existieron.
Por: Juan Dal Maso
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