La contradicción existente entre capital-trabajo y regulación-planificación y la libertad de mercado, es llevada al extremo por el neoliberalismo/anarco-capitalismo, y de ahí su crisis y su insostenibilidad. El Estado-Nación ha dejado de ser el sujeto del desarrollo capitalista, y es paulatina pero sostenidamente reemplazado por el mercado y la soberanía de las naciones tienden a ser transferidas al mercado global. En Argentina, pero sospecho que en otras naciones latinoamericanas también, las particularidades le han permitido adquirir rasgos específicos.
Argentina ha decidido continuar construyendo su destino dentro de la concepción utilitarista de la sociedad (individualismo extremo), bajo las formas de una democracia representativa que busca la felicidad para un núcleo posible de individuos; y lógicamente ello implica que un número indeterminado de personas vivirán en la infelicidad. El individuo ya no volverá a ser presionado para participar de la vida política y podrá dedicarse solo a su vida privada, vida que comenzará a ser regida por la libertad de empresa y de la propiedad privada. Estas premisas prácticamente nos devolverán a un "Estado de naturaleza" más grave que el de Hobbes, porque primara el egoísmo que lleva a la guerra de pocos poderosos contra todo el resto.
El neoliberalismo se compone de individualismo, libertad económica, competencia y, esencialmente, desigualdad. En las sociedades actuales no existe la igualdad e incluso ésta no es deseada pero en la particularidad argentina, durante el Kirchnerismo, se plasmó su búsqueda en políticas regulatorias. El Estado es el único que puede regular y controlar los procesos de acumulación y distribución de la riqueza en una economía capitalista, eficazmente realizado durante la fase de "economía de bienestar" populista que comenzó a ser desandada por la última dictadura y que finalmente fuera superada por las políticas implementadas en la presidencia de Carlos Saúl Menem.
El neoliberalismo se compone de individualismo, libertad económica, competencia y, esencialmente, desigualdad. En las sociedades actuales no existe la igualdad e incluso ésta no es deseada pero en la particularidad argentina, durante el Kirchnerismo, se plasmó su búsqueda en políticas regulatorias. El Estado es el único que puede regular y controlar los procesos de acumulación y distribución de la riqueza en una economía capitalista, eficazmente realizado durante la fase de "economía de bienestar" populista que comenzó a ser desandada por la última dictadura y que finalmente fuera superada por las políticas implementadas en la presidencia de Carlos Saúl Menem.
La Argentina de los ’90 fue un experimento neoliberal periférico ejecutado por grupos económicos locales y extranjeros, con el auxilio de los partidos políticos e ideado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. El aumento de la exclusión social y la pobreza, permite mensurar el éxito del modelo: la concentración de la riqueza rápidamente evadida al exterior. La rebelión urbana de diciembre de 2001 fue la expresión clara del rechazo a los niveles insostenibles de pobreza generalizada, sin embargo, la crisis no impidió que un elevado número de ciudadanos en pos de elegir a sus representantes, la clase media en particular, añorara aquellas políticas votando en CABA a Mauricio Macri en el 2003.
Esta nefasta tendencia terminó aflorando nuevamente pero esta vez, en los comicios presidenciales del 2015. Claro que luego que se frenara la exclusión masificada, gracias a la política de los Kirchner y el pleno apoyo popular en su intento de superación del capitalismo neoliberal, llevando adelante una reconstrucción del Estado-Nación sobre bases más igualitarias de redistribución de la riqueza. La presidencia posterior de Alberto Fernández (2019-2023), encumbrado por el voto peronista, nos demostró que vivíamos políticamente en un penduleo entre Stuart Mill y su propuesta de Libre mercado. y Keynes con su postulación que sostiene la intervención del Estado en momentos de crisis, y la crisis se presentó en forma de una avasallante pandemia de COVID-19. Esta, exacerbó los problemas estructurales dejando al descubierto la fragilidad del sistema de bienestar argentino y la insostenibilidad del gasto público.
Argentina, sumergida en una crisis económica con inflación galopante, pérdida del poder adquisitivo y desencanto generalizado hacia la clase política, vio una posible salida en la propuesta de un personaje televisivo. La llegada de Javier Milei a la presidencia en diciembre de 2023, representa una ruptura con el sistema tradicional con su retórica cargada de críticas contra “la casta política”. Su ascenso fue catapultado por la combinación de cambios económicos y especialmente culturales. Nunca habían intervenido tan eficazmente los medios de comunicación y la importancia de las redes sociales propalando un radical discurso libertario. La sociedad vio en Milei una alternativa radical frente a la percepción de los políticos como corruptos e ineficientes. Milei prometía arrasar el sistema intervencionista e implementar un sistema de libre juego del mercado, con desregulaciones masivas sin contemplar sus consecuencias sociales.
La implementación de medidas empobrecedoras (canasta de alimentos en relación con el poder adquisitivo salarial), y la falta de regulaciones en un contexto de creciente conflictividad, obligará a los gobernantes libertarios a demostrar su capacidad para mantener el caudal electoral necesario para seguir con un desmantelamiento del Estado.
Quizás, tal vez, los resultados de los próximos comicios de medio término y su impacto en la clase gobernante, permita acordar un sistema que nos allane el camino para construir una sociedad que deje de agredirse, que construya un Estado que permita el desarrollo de sus ciudadanos protegiendo, capacitando, a los que excluya.
Estamos viviendo un nuevo enfrentamiento en el mundo real (no académico), de las ideas contrapuestas de Stuart Mill y de John Keynes.
Quizás, tal vez, los resultados de los próximos comicios de medio término y su impacto en la clase gobernante, permita acordar un sistema que nos allane el camino para construir una sociedad que deje de agredirse, que construya un Estado que permita el desarrollo de sus ciudadanos protegiendo, capacitando, a los que excluya.
Estamos viviendo un nuevo enfrentamiento en el mundo real (no académico), de las ideas contrapuestas de Stuart Mill y de John Keynes.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.
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