La
primera fundación de Buenos Aires la
había realizado el Adelantado Pedro de Mendoza, en los primeros días de febrero
de 1536. El enclave no resistió el asedio de los querandíes y la corona decidió
su despoblación en 1541. A Juan de Garay fue a quien se le encargó fundar una
ciudad que estuviera ubicada estratégicamente: la confluencia de los grandes
ríos y la salida al Atlántico necesaria para una mejor comunicación con la
metrópolis. Para ello, partió de Asunción el 9 de marzo de 1580.
Los
españoles ya habían abierto asentamientos al sur de Lima (Asunción, Santiago,
Tucumán, Santiago del Estero, Mendoza, Córdoba) y el descubrimiento de las
minas de plata en Potosí hacía necesario el trazado de una ruta segura hasta la
península. En 1561, Garay había participado de la fundación de Santa Cruz de la
Sierra (actual Bolivia) y hacia el final de esa década se trasladó a Asunción,
donde fue nombrado Alguacil Mayor de las Provincias del Plata. Desde esta
ciudad partió en 1573 para crear un asentamiento a orillas del río Paraná:
Santa Fe de la Veracruz. Para entonces, una ordenanza real de Felipe II
establecía con precisión las características de las ciudades fundadas en las
colonias españolas. Fue con esta normativa que, nuevamente desde Asunción,
partió la expedición de Garay hacia el Río de la Plata.
Las
embarcaciones del adelantado zarparon de Asunción con 64 colonos, 53 de ellos,
según los registros, nacidos en América, en la futura Paraguay. El 29 de mayo
llegaron a las aguas del Riachuelo y se instalaron en un primer campamento. El sábado 11 de junio, por la mañana, Garay fundó la ciudad con el nombre de
Trinidad, en referencia al día en que fondearon en el Riachuelo, el domingo de
la Santísima Trinidad en el calendario católico, dejando la denominación de
Santa María de los Buenos Ayres para el puerto.
Garay
eligió la actual Plaza de Mayo como lugar apropiado porque el terreno resultaba amplio y elevado junto al río; instaló
el fuerte y la plaza principal, y a su alrededor entregó terrenos para los
fundadores y los religiosos.
El acta
fundacional desapareció tempranamente, ya para 1707 se dejaba constancia de su
inexistencia junto con el Libro de Fundación y los Acuerdos Capitulares 1580
-1605.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
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