El
viernes 16 de septiembre de 1955 unas pocas unidades del Ejército, bajo
el mando del General Lonardi, comenzaban en Córdoba el golpe de estado
que derrocaría al Presidente Juan Domingo Perón. El
bando golpista contó con el apoyo de la Fuerza Aérea y de la Marina de
Guerra. Pronto, comenzaron en diferentes ciudades del país acciones
militares subversivas, que contaron con el apoyo de partidos políticos opositores y de la Iglesia, además, se sumaron civiles que actuaron junto a los militares rebeldes.
Mientras
Lonardi avanzaba con la orden de proceder con la máxima brutalidad, la
situación política era incierta dado que Perón no actuaba como se
esperaba, incluso, le negó a la CGT la posibilidad de armarse en
defensa del gobierno. Ese sábado 17 no hubo grandes cambios pero el domingo 18 el crucero “9 de Julio” llegó a las costas de Mar del Plata y se conoció que el Contralmirante Issac Francisco Rojas había ordenado bombardear los tanques de petróleo y combustible del puerto, instruyendo
previamente al Jefe de la Base de submarinos que alejaran a quinientos metros de la
costa a la población entre Playa Grande y la Bristol. Se sabe que el Jefe de la Base Naval y algunos marinos,no estuvieron de acuerdo pero, la destrucción se llevó a cabo.
Aún no eran las 7 de la mañana del lunes 19 cuando las acciones comenzaron con la incursión de un avión naval que fallo en su intento de destruir los tanques de combustible, tarea de la que se encargó el crucero 9 de Julio, posicionado a 8500 metros de la costa. Pasada las 11 de la mañana, los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos cañonearon por doce minutos la “Escuela de Artillería Antiaérea”
(hoy GADA 601), leal al gobierno constitucional,

Con la ayuda de la sudestada, las naves sublevadas pudieron aproximarse
a las costas de Buenos Aires con sus cañones que alcanzaban unos 20
kilómetros amenazando con cañonear La Plata, Dock Sud y Buenos Aires.
Frente a ese desatino, el Ministro del Interior Oscar Albrieu, sugirió
otro a Perón: trasladar a las refinerías de La Plata y Dock Sud, a los
familiares de los marinos a ver si con sus madres, esposas e hijos se
animan a bombardear. El presidente, ante tal estado de las cosas,
designó una Junta Militar para que acuerde el fin de las hostilidades y
del conflicto.
El
20 de septiembre, los representantes del gobierno legítimamente
constituido y los mandos de la Flota de Mar concretaron la reunión.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
1 comentario:
Una crueldad, un desatino, nadie gana y todo se pierde.La violencia genera violencia.
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