martes, 17 de septiembre de 2024

El fin del Perón Revolucionario

  Todavía era una herida abierta las más de trescientas personas asesinadas por el cruel bombardeo sobre Plaza de Mayo que la Armada Argentina, con las armas compradas por su propio pueblo, habían llevado adelante con el fin de asesinar al Presidente Perón. Se habían dado por dos meses, una tregua que pronto fue rota con actos violentos que demostraban que no se quería una pacificación y prácticamente obligaba al gobierno a llevar adelante una represión.  
  Perón no estaba totalmente convencido de que ese era el camino. El 31 de agosto, ante un pequeño grupo de militantes, expresó: "Yo ya estoy demás. Soy como aquel aficionado de relojero que sirve para desarmar un reloj, pero ya no se armarlo. Tanto he estado maniobrando con las piezas que, ahora, la única forma de que el reloj siga andando, es que yo lo deje" (archivohistorico.educ.ar).
  Sin embargo, las decisiones posteriores fueron contradictorias. Esa misma noche cerraría las posibilidades de un entendimiento, coincidiendo con lo que  expresara De Pietro: "nuestra nación necesita paz y tranquilidad para el trabajo, porque la economía de la Nación y el trabajo argentino imponen la necesidad de la paz y de la tranquilidad. Y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no, a palos". Si no querían la pacificación, buscaban la violencia y : "A esa la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto por cualquier argentino".
 La violencia del mensaje, acorde con los atraque sufridos y los muertos de trabajadores que conllevo, se fue incrementando: "La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos! ...Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y  a todo el pueblo argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas, o la oligarquía las va a destrozar al final."
 

El 16 de setiembre, en Córdoba, comenzó el alzamiento bajo el mando del general Eduardo Lonardi, enfrentado a Perón desde un confuso episodio de espionaje en Chile. Fue un viernes lluvioso y con una fuerte sudestada. Un día triste. El general consideró que era el final, que hasta allí llegaba. Se negó a una guerra civil. Y marchó al exilio.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.

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