jueves, 11 de mayo de 2023
Himno Nacional Argentino, letra original de 1813
Sean eternos los laureles
que supimos conseguir:
Coronados de gloria vivamos
O juremos con gloria morir.
Oid ¡mortales! el grito sagrado:
¡Libertad, libertad, libertad!
Oid el ruido de rotas cadenas:
Ved en trono a la noble Igualdad.
Se levanta a la faz de la tierra
Una nueva y gloriosa Nación:
Coronada su sien de laureles
Y a su planta rendido un León.
Coro
De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar;
La grandeza se anida en sus pechos,
A su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor.
Coro
Pero sierras y muros se sienten
Retumbar con horrible fragor:
Todo el país se conturba con gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
Escupió su pestífera hiel
Su estandarte sangriento levantan
Provocando a la lid más cruel.
Coro
¿No los veis sobre Méjico y Quito
Arrojarse con saña tenaz?
¿Y cual lloran bañados en sangre
Potosí, Cochabamba y la Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
Luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?
Coro
A vosotros se atreve ¡Argentinos!
El orgullo del vil invasor,
Vuestros campos ya pisa contando
Tantas glorias hollar vencedor.
Mas los bravos que unidos juraron
Su feliz libertad sostener.
A esos tigres sedientos de sangre
Fuertes pechos sabrán oponer.
Coro
El valiente argentino a las armas
Corre ardiendo con brío y valor,
El clarín de la guerra cual trueno
En los campos del Sud resonó;
Buenos Aires se pone a la frente
De los pueblos de la ínclita Unión,
Y con brazos robustos desgarran
Al ibérico altivo León.
Coro
San José, San Lorenzo, Suipacha,
Ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
Del tirano en la Banda Oriental;
Son letreros eternos que dicen:
"Aquí el brazo argentino triunfó."
"Aquí el fiero opresor de la patria
Su cerviz orgullosa dobló."
Coro
La victoria al guerrero argentino
Con sus alas brillantes cubrió,
Y azorado a su vista el tirano
Con infamia a la fuga se dio;
Sus banderas, sus armas se rinden
Por trofeos a la Libertad.
Y sobre alas de gloria alza el pueblo
Trono digno a su gran majestad.
Coro
Desde un polo hasta el otro resuena
De la fama el sonoro clarín.
Y de América el nombre enseñado,
Les repite ¡mortales! Oíd:
¡Ya su trono dignísimo abrieron
las Provincias Unidas del Sud!
Y los libres del mundo responden:
¡Al Gran Pueblo Argentino, Salud!
Letra: Vicente López y Planes
Música: Blas Parera
Vicente López y Planes
La casa de los López estaba en Perú 299, y una característica de la casona eran las higueras plantadas por el poeta y su padre. En un cuarto de esa casa nació el autor del Himno y en el mismo cuarto, murió a la edad de 72 años.
Vicente curso estudios secundarios en los colegios de San Francisco y San Carlos, dedicándose luego principalmente al comercio. En 1806 se unió a la lucha contra la invasión británica y como teniente del Regimiento de Patricios, combatió en las campañas de los dos años siguientes por la defensa de la ciudad.
En 1808 compuso su primera obra poética, El triunfo argentino, dedicada a la victoria de las tropas patrióticas sobre los ingleses. Al año siguiente abandonó sus dedicaciones empresariales para cursar derecho en la Universidad de Chuquisaca.
Se unió desde sus primeros días a la Revolución de Mayo de 1810, siendo secretario auditor durante la primera expedición libertadora al interior. Luego, fue Secretario de Hacienda del Primer Triunvirato y, en 1813, resultó elegido diputado de la Asamblea General.
López y Planes escribiría asimismo una oda dedicada al general José de San Martín, después de su victoria en la batalla de Chacabuco (1817).
Posteriormente actuó como secretario en los gobiernos del Directorio de Antonio González Balcarce y Juan Martín de Pueyrredón (1816-1817). Este último lo nombró también ministro de gobierno. En 1817 fue elegido miembro del Congreso Constituyente y, en 1825, diputado del Congreso Nacional. Tras la caída del gobierno centralista de Bernardino Rivadavia en 1827, López y Planes fue designado el 7 de julio de ese año como presidente provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hasta la celebración de nuevas elecciones.
El 18 de agosto de 1828, abandonó este cargo al ser elegido el federalista Manuel Dorrego como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Al año siguiente el general Juan Manuel de Rosas estableció un régimen de tipo federal que, con una breve interrupción, habría de durar hasta 1852. Durante los años de gobierno de Rosas, López y Planes desempeñó diversos cargos en el Tribunal Superior de Justicia.
Tras la caída de Rosas en febrero de 1852, López y Planes fue nombrado gobernador interino de la provincia de Buenos Aires. Permaneció en este puesto (pese a sus renuncias) hasta el mes de julio de ese año. Autorizo la expropiación de las propiedades de Rosas y de sus colaboradores, así como restituyó bienes confiscados por motivos políticos.
Restauró la libertad de prensa y, en general, trató de restablecer la normalidad institucional firmando el Pacto de San Nicolás de los Arroyos, lo que fue rechazado por la Asamblea de Buenos Aires. López y Planes presentó su dimisión irrevocable.
Se retiró de la vida política tiempo después de dejar la presidencia. Se fueron a vivir a una estancia donde estuvieron cómodamente, criando a su hijo y recibiendo visitas de familiares y amigos Falleció el 10 de octubre de 1856, en Buenos Aires, en tiempos en que en Argentina continuaba la lucha entre federalistas y unionistas. Casado con Lucía Petrona Riera Merlo, fueron padres de Vicente Fidel López (1815-1903), quien fue historiador.
Juan Carlos Ramirez Leiva
Fuentes:
Balmaceda, Daniel. “Tras la inspiración: curiosidades detrás del Himno y sus creadores Vicente López y Blas Parera”. En diario La Nación. Buenos Aires; 10/05/2021
Fernández, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografia de Vicente López y Planes». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004
jueves, 21 de abril de 2022
Batalla de Riobamba

Los
españoles se encontraron con que un grupo de hombres avanzaba sobre ellos al
grito de “¡a degüello!”, y habrá sido tal el arrojo de esos jinetes que, tras breve
resistencia, retrocedieron siendo perseguidos hasta que Lavalle ordenó detenerse
al llegar al lugar en donde se apostaba la infantería española. Es conocido
localmente como el más brillante combate de caballería en las Guerra de
Independencia Hispanoamericana
Repuestos
de la sorpresa, la caballería y la infantería española se lanzaron en la
persecución de los granaderos que regresaban a su base trotando y se produjo un
segundo encuentro, en el que otra vez los españoles fueron derrotados. El
informe de Lavalle describe el momento en que retrocede después de la primera
carga y cómo luego observa. Sabe que la caballería española viene al galope,
que son expertos, muchos y bien armados, pero... “el coraje brillaba en el
semblante de los bravos granaderos y era preciso ser insensible a la gloria
para no haber dado una segunda carga”, ataque que contó con el auxilio de los
Dragones de Colombia, quienes estando a las órdenes de Sucre se involucraron en
el combate. Es decir, la batalla de Riobamba se libró en dos tiempos y en ambos
los granaderos salieron airosos. Los españoles dejaron alrededor de cincuenta
muertos y un número similar de heridos, mientras que los criollos sólo tuvieron
que lamentar dos bajas.
Diez años antes, con sólo quince años de edad, Lavalle había ingresado al cuerpo de Granaderos a Caballo creado por el entonces teniente coronel José de San Martín. Dicen que aún no le había terminado de crecer la barba y ya estaba enredado en combates y batallas. El informe que Sucre le envió a San Martín, dice: “Lo mandé a un reconocimiento a poca distancia del valle y el escuadrón se halló frente a toda la caballería enemiga y su jefe tuvo la elegante osadía de cargarlos y dispersarlos con una intrepidez de la que habrá raros ejemplos”. Concluyendo: “Su comandante ha conducido su cuerpo al combate con una moral heroica y con una serenidad admirable”.
Bolívar
distinguió a Lavalle y sus hombres con el título de "Granaderos de
Riobamba" en tanto San Martín le entregó un brazalete que decía: “El Perú
a los vencedores de Riobamba” (el que exhibía cuando lo calificaron de “traidor
a la Patria”). Lavalle se había ganado el apodo de “León de Riobamba”, una
distinción que de alguna manera se hizo extensiva a los noventa y seis
granaderos.
Juan Carlos Ramirez Leiva
martes, 19 de abril de 2022
19 de abril - Día del Indio Americano
Durante el siglo XIX y comienzo del siglo XX, la estrategia política de los Estados americanos con la población indígena era de exclusión en su identidad propia, tanto en términos económicos y políticos como culturales. En nuestro país el Congreso Indigenista significó una superación del paradigma icónico “Campaña del desierto”. Argentina (miembro permanente), adhirió al documento de Patzcuaro e instituyó el 19 de abril año 1945, mediante el Decreto 7550 del Poder Ejecutivo Nacional.
En Argentina, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) implementa las políticas sociales destinadas a los pueblos originarios. Este organismo, creado por Ley 23302 (setiembre 1985), como entidad descentralizada con participación indígena (reglamentado por Decreto 155 en 02/1989), tiene como propósito asegurar el pleno ejercicio ciudadano a los integrantes de los pueblos indígenas, garantizando el cumplimiento de los derechos consagrados constitucionalmente (Art.75, Inc.17).
El censo nacional 2010 reconoce e identifican como miembros de pueblos indígenas a 955.032 personas. Durante el 2015, el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios elaboró un mapa, donde identifican 39 pueblos indígenas, con el objetivo de mostrar la gran diversidad étnica en la actualidad territorial argentina con presencia en todas las provincias.
Juan Carlos Ramirez Leiva
lunes, 18 de abril de 2022
Fiesta de la Vendimia
Para el 1800 se llevaba a cabo en Mendoza, una celebración anual llamada «Fiesta de las chinas», donde en galpones iluminados con candiles de grasa, inmigrantes y criollos al son de polcas, cuecas y gatos, se disputaban el favor de bailar con las bellas chinas mientras bebían y honraban el vino nuevo. Las celebraciones se realizaban en torno a la bodega local y tenían una directa relación con el espacio geográfico y productivo próximo de cada zona vitivinícola.
La primera Fiesta de la Vendimia se celebró el 11 de abril de 1913, cuando Mendoza fue elegida sede del «Segundo Congreso nacional de la industria y el comercio». En ese año se realizó por primera vez una fiesta central, con desfile de vendimiadores y carrozas alegóricas, fuera del ámbito de las hileras y parrales para posteriormente, elegir una joven entre las cosechadoras, a la que coronaban con racimos de uva.
La Fiesta de la Vendimia se festeja desde el 18 de abril de 1936. El primer acto de aquella celebración vendimial se realizó en la rotonda del Parque General San Martín, se escuchó la primera canción de vendimia, y después tuvo lugar el paso de carrozas tiradas por bueyes mientras aviones de la Fuerza Aérea surcaban el aire. Por la tarde se realizó una exposición de los productos de Cuyo en las vidrieras de la Avenida San Martín y por la noche se dio paso al espectáculo artístico y la elección de la primera reina, la vendimiadora Delia Larrive Escudero. Al día siguiente tuvo lugar en el Teatro Independencia la velada de clausura, gestándose así la primera Vendimia de la historia provincial. La actual canción de vendimia, «Canto a Mendoza» (estrenada en 1946), tiene Letra de Guillermo y Horacio Pelay y la Música de Egidio Pittaluga. Hugo del Carril puso la voz en la primera grabación de la marcha, con la orquesta de Francisco Canaro y la voz del cantante de tangos Alberto Arenas.
La repetición del «Acto central» tuvo su origen en 1948, cuando se produjo una igualdad entre los votos de la que sería reina ese año. El entonces gobernador mendocino Faustino Picallo resolvió repetir el evento al día siguiente, donde la reina terminó siendo elegida por la suerte del bolillero.
La Fiesta de la Vendimia es una conjunción de música y danza que recrea una historia renovada sobre la cosecha, la tierra y la gente. La fiesta del 2022, contó con 12 cuadros, la obra Milagro del vino nuevo, con enorme despliegue artístico y técnico; 750 bailarines, 350 actores y 125 músicos desplegaron su talento en el Teatro Griego Frank Romero Day.
Juan Carlos Ramirez Leiva
domingo, 3 de abril de 2022
Malvinas. Testimonios
Desembarcamos el 2 de abril de 1982 en la bahía de Stanley, a las 6.30 AM en Malvinas, desde el buque San Antonio. Éramos 800 soldados con equipo, vehículos, medicamentos y armamento pesado. Nos desplegaron por las calles del pequeño pueblo que nos miraban con asombro, por el hecho de estar en las islas diciéndole que tomábamos posesión del territorio argentino. A todo esto, nos enterábamos que había ya primeros muertos de nuestro lado. La euforia, el miedo y un deber moral, psicológico y social, te invade dejándote en la incertidumbre del saber qué va a pasar… o esperar lo peor.

Fue una guerra perdida en el mismo día en que se izó la bandera argentina en Puerto Argentino el 2 de abril de 1982.
Mucho volvieron bien, otros mal y otros, nunca llegaron. Hoy algunos tienen buenos trabajos y una vida normal, otros viven de pensiones, otros se suicidaron, otros están internados en centros psiquiátricos o psicológicos. Otros descansan con una cruz blanca en su cabecera en la fosa de algún cementerio público o privado en una tumba olvidada por la sociedad y gobernantes, que nos vieron como héroes.
Adalberto Román Santa Cruz
jueves, 31 de marzo de 2022
Dr. Raúl Ricardo Alfonsin
El 31 de marzo de 2009, fallece en Buenos Aires el que fuera el primer presidente tras la dictadura genocida. El 12 de marzo de 1927 nació en Chascomús (Buenos Aires), y llegó a ser abogado, político y activista de los derechos humanos, habiendo sido elegido concejal, diputado provincial y nacional, senador nacional y Presidente Constitucional de la Nación Argentina desde 1983 hasta 1989. Curso estudios secundarios en el Liceo Militar General San Martín, egresando con el grado de subteniente de reserva (tuvo como compañeros de clase a Leopoldo Fortunato Galtieri y Jorge Rafael Videla), recibiéndose en 1950 de abogado.
En 1954 fue elegido concejal en Chascomús, y al año siguiente fue encarcelado por la Revolución Libertadora. En 1958 fue electo diputado provincial en la Provincia de Buenos Aires y diputado nacional durante el gobierno radical de Arturo Illia entre 1963 y 1966, en el cual fue vicepresidente del Bloque de Diputados Nacionales de la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). Finalmente, en 1965 fue elegido presidente del Comité Provincia de Buenos Aires de la UCRP. El 17 de noviembre de 1966 durante la dictadura militar del general Juan Carlos Onganía fue detenido por haber reabierto el Comité de la Provincia.
A partir de la dictadura militar de Onganía, comenzó a desarrollar un pensamiento socialdemócrata que impactaría en momentos en que los jóvenes consideraban la opción de sumarse a la lucha armada, lo que era rechazado por Alfonsín. El alfonsinismo apoyó la consigna “Elecciones libres y sin proscripciones”, como alternativa a “Ni golpe ni elección: revolución”. La actividad política vedada obligó a Alfonsín a expresarse como columnista del periodista Mario Monteverde, y fue articulista bajo el seudónimo de Alfonso Carrido Lura. Entre 1971 y 1972 es considerado por los jóvenes de la Junta Coordinadora Nacional y Franja Morada. En septiembre de 1972 en Rosario, se creó el Movimiento Renovador Nacional proclamándolo como precandidato presidencial en las internas de la UCR, en donde se impuso el balbinismo-unionismo, en tanto que el alfonsinismo obtuvo la minoría. En 1973, la UCR perdió ante Juan Domingo Perón y Raúl Alfonsín, diputado nacional, creó el Movimiento de Renovación y Cambio.
El 18 de diciembre de 1975, fue una de las personalidades que fundaron la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), a cuya primera reunión asistieron el obispo de Neuquén Jaime de Nevares, el rabino Marshall Meyer, el obispo Carlos Gatinoni, la doctora Alicia Moreau de Justo, Raúl Alfonsín, Oscar Alende, Susana Pérez Gallart, Adolfo Pérez Esquivel y Alfredo Bravo. Durante la dictadura militar ofreció gratuitamente su servicio de abogado para defender opositores y presentar hábeas corpus por los detenidos-desaparecidos. Ante la Guerra de las Malvinas, fue uno de los pocos políticos que se opuso a la acción militar y exigió al gobierno militar que proveyera información verídica.
Tras el desastre de Malvinas se abrió el proceso de transición y Alfonsín fue nominado candidato a presidente. Las elecciones se realizaron el 30 de octubre de 1983 y Alfonsín triunfó obteniendo el 51,7% de los votos frente al 40,1% del peronismo. La idea original de los comandantes fue ganar tiempo para negociar con las nuevas autoridades antes de entregarles el poder, sobre todo la impunidad de los jefes militares por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante los últimos siete años. Sin embargo, los jefes de las tres armas se dieron cuenta de que era un plazo demasiado largo y aceptaron la imposición de Alfonsín de adelantar la entrega del poder. El presidente de facto Bignone no opuso reparos y promulgó el decreto-ley 22.972, estableciendo el 10 de diciembre como fecha de asunción de las autoridades democráticas.
El presidente electo logró darle aún más significación a la ceremonia que marcaría la recuperación de la democracia fijándola para el Día Internacional de los Derechos Humanos, una fecha decidida en 1948 por la Asamblea General de las Naciones Unidas como símbolo de un “nunca más” a las atrocidades vividas durante la Segunda Guerra Mundial. Ese 10 de diciembre, el flamante presidente decidió no hablar desde el balcón desde donde el dictador Leopoldo Fortunato Galtieri arengara cuando se produjo el desembarco en Malvinas, y eligió hacerlo desde el Cabildo, donde se gestó el Primer gobierno Patria. Desde 2007 en la Argentina, además de conmemorarse el Día Internacional de los Derechos Humanos se celebra –dispuesto por Ley 26.323– el Día de la Restauración de la Democracia.Juan Carlos Ramirez Leiva
miércoles, 30 de marzo de 2022
“¡Paz, Pan y Trabajo. ¡La dictadura abajo!”
La CGT "Brasil", encabezada por el dirigente cervecero Saúl Edolver Ubaldini, enfrentó hace 40 años con una movilización a la dictadura genocida. La CGT se encontraba dividida en dos centrales: una era la denominada "Azopardo", que tenía su sede en el histórico edificio de la central obrera ubicado sobre esa calle, y que representaba al sector "dialoguista", encabezado por Jorge Triaca (padre del ministro de trabajo de Mauricio Macri). La llamada "Brasil", era combativa y estaba liderada por Ubaldini, que contaba con el apoyo del metalúrgico Lorenzo Miguel; esta línea dispuso la organización de la protesta obrera convocada bajo el lema de "Paz, Pan y Trabajo".
En marzo de 1981, el general Roberto Viola había asumido la presidencia de facto en reemplazo de Jorge Rafael Videla, bajo cuyo mandato se concretó el mayor genocidio de nuestra historia. El nuevo dictador llegó al poder justo cuando las políticas de dólar barato, endeudamiento, ajuste y apertura económica, se encontraban agotadas. Los tiempos del "deme dos" y la plata dulce habían terminado. La crisis económica provocó el relevo de Viola por Leopoldo Fortunato Galtieri, quien tenía el apoyo del presidente estadounidense Ronald Reagan. Lorenzo Sigaut asumió la cartera de Hacienda y pronunció la famosa frase: "El que apuesta al dólar pierde".
El malestar reinante determinó la convocatoria a una movilización para el 24 de marzo, aniversario del golpe que había derrocado a María Estela Martínez “Isabel” viuda de Perón, pero para evitar una provocación, se decidió marchar el 30. No menos de 15 mil personas se congregaron en la Plaza de Mayo pese a que se prohibió la concentración Movilizaciones masivas similares tuvieron lugar en Rosario, Mar del Plata, Neuquén, Tucumán y Mendoza, donde un jubilado murió como consecuencia de una bala represiva.
Durante seis horas el pueblo enfrentó a los usurpadores del poder con el mismo método con que se enfrentara a las dictaduras anteriores: en una esquina se juntaba repentinamente un grupo grande de manifestantes, se tiraban volantes y cantaban consignas para luego desconcentrarse rápidamente cantando la Marcha Peronista. Antes de la desconcentración se citaba a otra esquina cercana y se repetía el método frustrando a los represores que apenas lograban apresar a los que se demoraban o enfrentaban a la Guardia de Infantería. Se recuerda a la reacción de los vecinos ante los apresamientos represivos: tiraban macetas desde los balcones e incluso un hombre mayor, manifestó su indignación arrojándoles un sachet de leche; la histórica jornada dejó un saldo de 2.000 detenidos.
Juan Carlos Ramirez Leiva
martes, 22 de marzo de 2022
La masacre de Pasco
El 21 de marzo de 1975 a las 21.30 hs., ocho vehículos, varios Ford Falcón (de color gris y otros negros), y algunos Torino blancos, llegaron a Donato Álvarez a metros de la Avenida Pasco (barrio San José, Temperley). Algunos llevaban balizas iguales a las utilizadas por la policía, otros traían valijas sobre el portaequipaje. Bajaron entre quince y veinte personas de civil con capuchas negras, aunque uno llevaba una máscara de carnaval y otros dos la cara
descubierta.
Sobre D. Álvarez funcionaba el bar y almacén El Recreo y allí irrumpieron violentamente los encapuchados preguntando por Lencina, el mozo Luís Ortiz respondió que el concejal no estaba allí, y la reacción fue con ráfagas de ametralladoras sobre las paredes, el mostrador, la estantería y la heladera, mientras rompían mesas y sillas. Robaron relojes, dinero y objetos de valor a los presentes, y según el parte policial, se robaron un colectivo.
Héctor Lencina, Coca Rapari, y Alejandro, el hijo de ambos vivían en Donato Álvarez 47, justo al lado del bar. Héctor había invitado a Aníbal Benítez y a su esposa Gloria a cenar en su casa y mirar un partido de futbol. El matrimonio llevó a la bebita de ambos, recién nacida, también se encontraba Cristina Rapari en tanto Coca se encontraba ausente. La velada fue interrumpida por hombres con máscaras que se apoderaron del edil y de Aníbal Benítez, introduciéndolos en uno de los autos, mientras otros destruyeron el lugar arrojando bombas incendiarias.
Al lado de la casa de Germán vivía Rubén “Cacho” Maguna, quien probablemente fue confundido con un tal Chacho; Rubén no resistió el maltrato que ejercían sobre su esposa embarazada, reaccionó y los encapuchados se lo llevaron. A continuación, fueron a la calle Amenedo al 3900 casi esquina Santiago del Estero (barrio San José; Mármol, partido de Almirante Brown), en donde vivía Guillermo Omar Caferatta con Gladys Martínez (21 años). Omar no se encontraba porque había viajado a Australia, pero Gladys fue baleada y rematada y su cadáver fue hallado sobre la cama junto a dos artefactos explosivos que no estallaron.
La caravana llegó hasta Santiago del Estero y Sánchez, en donde los siete secuestrados fueron bajados a empujones y obligados a arrodillarse. Uno de ellos pidió que, si lo tenían que matar lo hicieran de pie, mientras otro gritó: “Viva la patria”. Los balearon y colocaron los cuerpos juntos e hicieron estallar dos granadas que al detonar hicieron volar los cuerpos, arrojando a gran distancia a varios de los cadáveres horriblemente mutilados. La carga habría sido colocada junto al cuerpo del concejal Lencina, ya que éste apareció horrorosamente mutilado. Su cuerpo, al ser proyectado hacia arriba cayó sobre un cable eléctrico provocando un corte de energía en un amplio radio del lugar.
En la intersección de las calles Sánchez y Santiago del Estero yacía uno de los cuerpos, únicamente el tronco sin extremidades; a unos 40 metros y sobre la calle Canale, otro cuerpo presentaba únicamente la parte superior del tronco a unos 25 metros yacía un cuerpo completamente destrozado y diseminados por las inmediaciones se veían restos de extremidades de los cadáveres mencionados. Los cráteres producidos por los artefactos explosivos se veían sobre la calle de tierra y según los vecinos, la onda expansiva provocó la rotura de cristales y televisores hasta diez cuadras a la redonda. Los terroristas colocaron una bandera de 2 mts. de largo por 0,65 cm. de alto, de color blanca con la siguiente inscripción: “Fuimos Montoneros, fuimos del ERP” en aerosol rojo y una estrella de seis puntas.
Esa noche, Carola, una vecina se acercó hasta la casa de Caferatta temiendo encontrar entre las víctimas a alguno de sus hermanos. La vio a Gladys sin vida, y también el cuerpo de un joven alto de pelo ondulado tirado al lado de la heladera. Nunca supo de quién se trataba, ni siquiera los diarios registraron el nombre de esa persona. Se conjetura que fue alguien que busco allí refugio, pero lo agarraron en la casa.
Alrededor de las 11 hs. del día siguiente culminó la tarea de recoger los despojos, los que fueron trasladados a la Morgue Judicial de Avellaneda. Todo el perímetro fue vallado por la policía. Aquello era una montaña de restos humanos, pedazos de ropa desperdigados. Todos los 21 de marzo, en el cementerio de Lomas se recuerda a las víctimas de la Masacre de Pasco y a los más de cuatrocientos asesinados por el Terrorismo de Estado en Lomas de Zamora.
Juan Carlos Ramirez Leiva
Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires
Concejo Deliberante de Lomas de Zamora
Recortes periodísticos
jueves, 16 de septiembre de 2021
La Noche de los Lápices
En una nota escrita por S. Paz, éste se preguntaba por qué seguimos manteniendo el mito apolítico sobre La Noche de los Lápices, en el que varios jóvenes perdieron la vida cruelmente por reclamar el boleto estudiantil, en lugar de plantear el motivo real del secuestro, como fue la militancia política que desarrollaban, y cómo desafiaban e incomodaban al gobierno militar.
Dada la fecha de hoy (a 45 años de los hechos),y para evitar que lo recordado se transforme en una mera efeméride, creemos tan interesante como necesario divulgar que el relato instalado a través de films y libros, fue el resultado de una investigación periodística que instaló el “mito” del medio boleto como única causa del secuestro, tortura y muerte, donde los jóvenes fueron “chupados” por un grupo comando de la Policía de Buenos Aires por el simple hecho de reclamar. La historia narrada, tal como lo cuenta S. Paz, omitió deliberadamente la militancia política de los jóvenes desaparecidos, llevándonos a la dicotomía entre que es lo que “debemos” recordar como sociedad (el deber de la memoria) y lo que “podemos” recordar (el peligro de la memoria).
La película de Héctor Olivera no miente, pero cuál es la parte que falta para que podamos construir otra aproximación a la “verdad histórica”. Cada vez que se intenta abordar La Noche de los Lápices desde la politización dejamos atrás aquella versión del pasado reciente que sostiene que la sociedad se pretendía inocente y víctima, contribuyendo a la creación de un clima favorable al golpe, avalando la llegada de Videla al gobierno. De ahí, la idea de “víctimas inocentes” en donde “inocencia fue usado como sinónimo de apoliticismo. Su antónimo, el compromiso político, fue usado como sinónimo de presunción de culpabilidad” (S. Raggio;2006); esto se refleja aún hoy, en el “algo habrán hecho”. Este modo de narrar estuvo presente en el discurso público de los organismos de derechos humanos durante la dictadura y aún después, y se cristalizó en el prólogo del Nunca Más.
Sostiene E. Hobsbawm (1998), que el historiador es un “matador de mitos”, ya que son los principales productores de la materia prima que se transforma en propaganda y mitología. Hay “otros” sobrevivientes y familiares de desaparecidos que contaron sus experiencias y sus relatos sacan a la luz los motivos que tuvo la dictadura genocida para actuar como lo hizo, con un grupo de jóvenes que, no sólo reclamaban el boleto estudiantil, sino además militaban en política.
Emilce Moler, una de las sobrevivientes, declaraba: “No creo que a mí me detuvieran por el boleto secundario, en esas marchas yo estaba en la última fila. Esa lucha fue en el año '75 y, además, no secuestraron a los miles de estudiantes que participaron en ella. Detuvieron a un grupo que militaba, de una agrupación política. Todos los chicos que están desaparecidos pertenecían a la UES, es decir que había un proyecto político”. Gustavo Calotti, sobreviviente, expresaba: “Yo siempre digo que no hubo una sino muchas, y que no fueron seis los desaparecidos sino muchos más. Y que también sobrevivimos muchos otros. La versión de la película es un recorte en el que el símbolo vació al contenido. […]. En el relato "oficial" ni siquiera están los que dirigieron las luchas por el boleto”. Jorge Falcone dijo: “Mi hermana no era una chica ingenua que peleaba por el boleto estudiantil. Ella era toda una militante convencida […]. Ni María Claudia ni yo militábamos por moda. Nuestra casa fue una escuela de lucha. […] La construcción ideológica de María Falcone y de quien les habla no fue libresca. […] Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera”. Y algo más: “Cuando se dio la película, yo fui llevado en andas con Pablo Díaz, el sobreviviente, del cine al Obelisco. Allí dije que mi hermana estaba en la clandestinidad con documento trucho, que respondía a una orgánica nacional revolucionaria. Eso puso a todos nerviosos. No querían escuchar esas cosas. (…) Mi hermana no era una Caperucita Roja a la que se tragó el lobo […]. Era una militante revolucionaria” (J. Falcone, 2010).
La historia oficialmente narrada, produce empatía en los alumnos y sociedad en general. Como gran parte de la historia argentina, es un cuento donde están perfectamente identificados los buenos y los malos, y el joven enseguida se identifica con el de “la inocencia”. El problema está en cómo lograr que los que nacieron en democracia superen el cuentito y se apropien de una historia que les permita comprender cuáles fueron los verdaderos motivos que llevaron al secuestro, tortura y muerte de los jóvenes de los setenta que luchaban por una sociedad más justa y no eran sólo idealistas, sino que llevaban a la práctica su compromiso social, trabajando tanto en las villas como en los Centros de Estudiantes.
Suponiendo que fueran activos guerrilleros, “Aun cuando ellos tuvieran pruebas de que todas las personas secuestradas habían participado en actos de violencia, la falta de juicio y de la sentencia condenatoria correspondiente, impide que la República considere a estas personas como responsables de estos hechos (…) Y es por eso, señores jueces, que de acuerdo con nuestra Constitución y con nuestras leyes (…) murieron y desaparecieron inocentes cada una de las personas que fueron torturadas y asesinadas bajo el sistema de terror implantado por los acusados” (Acusación contra las fuerzas armadas argentinas en el Juicio a los comandantes por parte del fiscal Julio Strassera).
martes, 1 de junio de 2021
Nuevas perspectivas en la Historia de la Revolución de Mayo II
La provisionalidad de los gobiernos centrales y la cuestión de la soberanía. En el transcurso de los 10 años que median entre la Revolución de Mayo (1810) y la caída del poder central (1820) se runieron dos asambleas con carácter constituyente (1813, 1816-1819). Sólo una de estas asambleas produjo un texto constitucional: el Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas en Sud-América en 1819 que fue rechazado por las provincias debido a su carácter centralista. Los gobiernos revolucionarios que se sucedieron en esos años se constituyeron así en soluciones provisorias destinadas a durar hasta que se reuniera la asamblea constituyente que definiría y organizaría el nuevo Estado. De modo que la organización política del conjunto de los "pueblos" rioplatenses permaneció indefinida. Esta provisionalidad conllevaba una indefinición respecto a rasgos sustanciales; a saber: el de los fundamentos nacionales de los gobiernos centrales, los límites territoriales de su autoridad o sus atribuciones soberanas. Pero hubo un instrumento preconstitucional que fijó provisoriamente las bases para la organización del nuevo Estado, el Reglamento Provisorio para la Administración y Dirección del Estado del 3 de diciembre de 1817 y que tuvo considerable trascendencia en todo el territorio. Muchas de sus disposiciones permanecieron vigentes en los pueblos luego de la caída del poder central, en la medida en que no fueron reemplazadas por leyes o textos constitucionales propios. No obstante, si este proceso pudo haber sido considerado por los gobiernos centrales y sus aliados en el Interior como una primera etapa hacia la organización de un Estado unitario, el hecho es que en distintos momentos del proceso los pueblos oscilaron entre la simple autonomía, la unión a los gobiernos centrales y las propuestas confederales de Artigas. En la historiografía argentina se solía interpretar las expresiones autonómicas de los pueblos como resistencias de los partidarios del antiguo régimen contra los partidarios de un nuevo orden encarnado en los gobiernos revolucionarios. Otra interpretación vinculó esas expresiones con los efectos sociales de la guerra de independencia: los descontentos se habrían generado en todo el territorio del ex-Virreinato por los esfuerzos financieros exigidos desde Buenos Aires. Una tercera interpretación las ubicó como tempranas manifestaciones del federalismo. Más recientemente se ha llamado la atención sobre la necesidad de no confundir unitarismo con centralismo, luego de mostrar la existencia de tendencias a la unión de los pueblos del Interior con Buenos Aires, sin embargo opuestas a una administración centralizada. Pero lo que hoy comienza a despejarse es la cuestión del carácter de esas expresiones autonómicas y de su relación con los fracasados proyectos constitucionales. Pues desde el inicio de la Revolución, lo que tejió gran parte de la trama política del período fue la coexistencia conflictiva de soberanías de ciudades con gobiernos centrales que dirigieron sus acciones tendiendo a definir una única soberanía rioplatense. Así, una de las cuestiones que hoy se plantea es la de discernir, frente a una excesiva identificación de esas expresiones con formas federales, en qué medida la emergencia de la soberanía de los pueblos durante el proceso emancipador puede ser vinculada a una tradición, la del autogobierno de los pueblos, que las reformas borbónicas no habrían podido quebrar. Otra de las cuestiones, se vincula con la necesidad de comprender mejor el alcance y significado de las expresiones de defensa de los llamados "derechos de los pueblos". Bajo la defensa de esos derechos pudo caber tanto una declaración de independencia provisional del gobierno central en un momento de crisis como una manifestación de unión con Buenos Aires. Representación política La cuestión de la soberanía se vinculó asimismo con otro rasgo sustancial de la vida política de los meses posteriores a la Revolución: las prácticas representativas inauguradas por el nuevo poder. Por primera vez los habitantes del Río de la Plata empezaron a ser periódicamente convocados para elegir juntas gubernativas, diputados constituyentes, gobernadores y miembros de cabildos. Surgió así un espacio de actividad propiamente política, inexistente en la sociedad colonial, donde la política no aparecía como actividad diferenciada de la sociedad. Sin embargo, las nuevas formas representativas comenzaron rigiéndose por aquellas desarrolladas en España en ocasión de la convocatoria a diputados para las Cortes españolas de 1809. Durante la primera década revolucionaria todo el sistema de representación se encontraba así regido por la ciudad, y dentro de ésta limitado a la porción de habitantes que eran considerados vecinos según la tradición hispánica. La definición moderna del concepto de ciudadano, como en el Estatuto de 1815 y se ajustó al principio de la soberanía popular y de la igualdad ante la ley. El Estatuto incorporó asimismo la representación de la campaña. Pero para la elección de diputados al Congreso de 1816, sólo excepcionalmente se realizaron elecciones en las campañas de las ciudades. Otro rasgo característico de este período (y de los que le seguirán hasta el acuerdo de San Nicolás de 1852) es el mandato imperativo, figura tomada del derecho privado castellano, en virtud de la cual los representantes electos eran apoderados de sus electores y debían limitar su actuación a las instrucciones que les eran dadas. De esta forma, entre 1810 y 1820, en Buenos Aires coexistieron conflictivamente el Cabildo y los gobiernos centrales, dos ámbitos políticos de distinta naturaleza por su origen y por sus funciones. Sólo a partir de 1820, cuando el nuevo Estado provincial genere dos ámbitos de poder, el gobierno provincial, con su Junta de Representantes, y el Cabildo, se producirá una superposición de jurisdicción que llevará a la supresión del Cabildo; proceso que con variantes propias se llevó también a cabo en las demás provincias. El legado de la Revolución Con los términos "barbarización del estilo político", "militarización" y "ruralización" Tulio Halperín Donghi había puesto de relieve los efectos de la Revolución y la guerra de la independencia sobre las bases sociales del poder y el equilibrio social preexistente. En el interior mismo de la elite había observado un avance de la brutalidad en aquellos que participaron de la escuela administrativa y militar del poder revolucionario. Pero el cambio más notable se vinculó al poder cada vez más amplio que la coyuntura guerrera había conferido a las autoridades locales -militares, policiales y judiciales- encargadas de canalizar los recursos humanos y económicos de las zonas rurales. Sin embargo, a pesar del ascenso político de caudillos rurales, las modificaciones en el equilibrio del poder fueron más internas que exteriores al grupo dirigente. Pues los gobiernos centrales no dejaron de aconsejar a sus delegados en el Interior, la necesidad de reducir al mínimo las tensiones sociales con el fin de mantener el equilibrio interno de los sectores altos preservando la unidad de las familias. Ahora bien, estas familias integraban sociedades locales que se incorporaron al proceso revolucionario reclamando parte de la soberanía antes depositada en el monarca. Al mismo tiempo, los gobiernos centrales y las asambleas constituyentes promovieron proyectos político-estatales de unidad mayor pero que no lograron plasmarse. De allí deriva el carácter provisional que los pueblos acordaban a los gobiernos centrales y las relaciones por momentos muy conflictivas que mantuvieron con ellos, mientras manifestaban su deseo de unión pero bajo formas que pudieron ir desde la simple alianza, la unión confederal hasta el Estado unitario. Y una prueba más de ello fue el caótico y conflictivo proceso de definición de una identidad colectiva luego de la crisis de la monárquica ibérica y del consiguiente vacío de poder en el que desembocó el Río de la Plata en 1810. La tendencia a definir una identidad política "nacional" coexistió así durante el período con otras que las precedieron: la hispanoamericana y la local. Aquí residiría entonces una de las claves más importantes para entender porqué, desaparecido el poder central en 1820, los esfuerzos de reorganización estatal se concentraron en lo que permaneció como el ámbito más real de unidad socio-política: la provincia. En suma, las nuevas miradas aquí esbozadas, pretenden alcanzar, más allá del atractivo e influjo personal de los caudillos, una mejor comprensión de procesos que bajo la denominación de ''anarquía'' o ''barbarie'' fueron olvidados o permanecieron deformados en la memoria histórica de los argentinos. Por: Goldman, Noemi Para la redacción de esta conferencia la autora utilizó parte del material publicado en: Revolución, República, Confederación (1806-1852), Tomo 3 de la Nueva Historia Argentina, Editorial Sudamericana, 1998. Fecha de aparición: junio de 1999.
miércoles, 24 de febrero de 2021
La 25 de Febrero
Entre los buques imperiales no dañados ni capturados se encontraba la nombrada 7 de Setembro, La que remontó el río conduciendo a 351 sobrevivientes, entre oficiales y tripulantes, con la intención de rendirse a la provincia de Entre Ríos. En Gualeguaychú, su comandante Souza Aranha, arrojó sus cañones por la borda (salvo los cañones giratorios de a 24 de dos de sus goletas), tras lo cual rindió sus barcos al gobernador de Entre Ríos.El Almirante Brown fondeó frente a la ciudad y exigió la entrega de naves y prisioneros. El gobernador entrerriano se negó a la entrega dado que el enemigo se había rendido ante la provincia, pero Brown rechazó la pretensión y tras una operación combinada por tierra y agua capturó las embarcaciones refugiadas pero no lo logró con la tripulación.
De acuerdo a las normas, el Estado pagó 11610 pesos como compensación. De las naves incorporadas a la escuadra, la goleta 7 de Setembro fue bautizada como 25 de Febrero, fecha del ataque inicial a Colonia del Sacramento efectuado en 1826. Botada en 1825, fue desafectada en 1828.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
Fuente: Carranza, Ángel Justiniano, "Campañas Navales de la República Argentina", Talleres de Guillermo Kraft Ltda., Buenos Aires, 2º edición, 1962.
domingo, 30 de agosto de 2020
Reforma in Constitucional de 1957
jueves, 2 de julio de 2020
Día de la Agricultura Nacional

sábado, 30 de mayo de 2020
Nuestro Cabildo
El primer edificio, la torre y el campanario fueron concluidos en 1764. Mediante el aporte público, se adquirió una campana en España, con la siguiente leyenda: "San Martín, obispo. Me hizo Juan Pérez, año 1763".
Pasados algunos años y mediante la recaudación de una corrida de toros a tales efectos, se pudo encargar el reloj de la torre, al que un rayo en 1779, le destrozó el mecanismo y consecuentemente, sufrió un deterioro irreparable.
El Cabildo se remodeló en varias oportunidades ya que corriendo el año de 1861 se le ampliaron los ventanales y se instaló un nuevo reloj, esta vez, de manufactura inglesa. En 1880, el ingeniero francés Pierre Benoit -quien diseño la planta urbana de la ciudad de La Plata- elevó la estructura de la torre y la adornó con azulejos. En 1889 -vísperas del Centenario-, la apertura de la Avenida de Mayo obligó a cercenar un ala del edificio, y una reducción semejante, del ala opuesta, se practicó en 1931, tras decidirse la traza de la Diagonal Sud.
Vista en 1910c. |
El 30 de mayo de 1933, se dictó la Ley 11.688, decretando como Monumento Nacional al Cabildo de Buenos Aires, con motivo de esa reducción que demolió tres arcadas al abrirse la Avenida de Mayo en 1889, y la que sufriera el ala sur al trazarse la Diagonal Julio A. Roca en 1931.
La restauración del Cabildo, tal como se lo ve hoy, es obra de los arquitectos Mario Buschiazzo y Martín Noel, concluida en octubre de 1940, aunque posteriormente se realizaron varias intervenciones en los jardines, por ejemplo.
En un episodio de arreglos sobre Hipólito Yrigoyen, se cortó una saliente del travesaño principal del techo con tal suerte, que pasaba por allí un chico inquieto en rescates arqueológicos y que con el tiempo, sentará bases definitivas a las construcciones de la historia del Partido de La Matanza. El caso es que el trozo cortado de ese travesaño, unos 30 centímetros, fue rescatado por ese niño en 1940 y aún a finales de la década de 1980, podía observarselo en su casa. Don Alfonso Corzo, el protagonista de esta historia, me confió esta anécdota en una entrevista que me concediera por aquellos años.
Juan Carlos Ramirez Leiva
viernes, 10 de abril de 2020
Día del investigador y el Dr. Bernardo Houssay

Juan Carlos Ramirez Leiva
miércoles, 26 de febrero de 2020
Sargento Cabral
No se sabe bien como murió. Algunos dicen que interpuso su cuerpo entre una bayoneta realista y el cuerpo de su Jefe, caído debajo del cadáver de su caballo. Otros dicen que fue bayoneteado cuando peleaba por sacar al Coronel de debajo de su bayo muerto. Y hay alguno más que dice que mientras ataba las riendas de su caballo a las riendas del caballo muerto de San Martin, para arrastrarlo, es cuando recibe dos heridas mortales de arma blanca.
Agonizó cerca de tres horas, para morir a media mañana, finalmente sobre una de las mesas del Refectorio (comedor) de los curas del convento de San Carlos Borromeo. Sin él y su sacrificio, nada hubiera sido igual. El futuro Libertador seguramente hubiera muerto en aquel pequeño combate y el cruce de los Andes jamás habría ocurrido, y la historia del país, de la América y del mundo hubiese sido muy distinta. Aquel humilde mártir, con su inmolación, sin saberlo, ayudó a que la Nación Argentina naciera.
Juan Bautista Cabral se llamaba aquel soldado raso que la tradición popular convirtió en sargento, porque nunca fue ascendido post mortem oficialmente, ya que no era costumbre de la época. Aquel día lejano de febrero de 1813 fue muy caluroso, lo que hizo que los cuerpos de los caídos, realistas y Granaderos, fuesen sepultados con premura. Su cuerpo fue sepultado en una tumba grupal, sin identificación. Hoy hacen 207 años de su inmolación.
martes, 1 de octubre de 2019
Eric Hobsbawm (1917 – 2012)

Sostenía que el S XX fue uno de los más negros de la historia ya que las acciones humanas habrían provocado más de 200 millones de personas entre guerras, hambrunas y otras catástrofes, advirtiendo además que el S XXI tendría como característica una gran desigualdad.
Destacaba que el peronismo esta compuesto por clases obreras en ascenso mientras que el nazi-fascismo estaba compuesto por clases medias pauperizadas, reflexión que no debemos de dejar de atender teniendo en cuenta los brotes xenofóbos y el desprecio creciente al pobre envueltos en retóricas patrioteras.
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
martes, 19 de febrero de 2019
La emparedada por la patria
Hoy les voy a relatar la historia de Juana Moro quien era una delicada dama jujeña radicada en Salta y casada con el coronel Jerónimo López. Al iniciarse la guerra de la independencia adhirió fervientemente a la causa patriota. Doña Juana Gabriela Moro de Lopez comenzó a gozar de prestigio por su atrayente personalidad. Su patriotismo y su audacia se pusieron de relieve durante los días previos a la batalla de Salta, junto a otras damas se propusieron a conquistar a los oficiales realistas con el propósito de debilitar al ejército enemigo.
Su gran objetivo fue el Marqués de Yavi y otros oficiales de Pío Tristán a los que reúnen en la casa de Hernández (actual Museo de la Ciudad), y es allí donde los convence y los compromete a abandonar las filas realistas el día de la batalla y a regresar a Perú y trabajar por la causa de la emancipación. Estos viendo el fervor patriota y lo ajustado a la razón deciden y acuerdan huir durante la batalla hacia la casa de doña Juana Moro de López (actual calle España 782 cerca de la de Martín Miguel de Güemes), para unirse a la causa patriota, siendo adecuada esta por su extensión (una cuadra) y por contar con dos frentes. El 20 de febrero de 1813, durante la batalla de Salta, el marqués comandaba un ala del ejército de Pío Tristán y cumpliendo su compromiso decidió retirarse sin atacar huyendo por las lomas de Medeiros, “…el movimiento retrogrado que hizo la caballería enemiga" que relata en su parte Belgrano contribuyó en mucho al triunfo de las armas patriotas.
Pero no paro aquí su accionar patriótico, ya que fue partícipe de otras acciones que la llevarían a erigirse en uno de los enemigos principales de los españoles; fue sospechada de espía, pero su gran habilidad la llevo a no ser descubierta, porque nunca encontraron pruebas en su contra, hasta que un día fatídico su suerte se termino.
Al invadir Joaquín de la Pezuela, a cargo del ejercito del Perú, la provincia en 1814, a raíz de las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma, lo primero que hizo el jefe español, fue tomar prisionera a doña Juana Moro, la “codiciada presa”, para darle un escarmiento ejemplar. Fue apresada y obligada a cargar pesadas cadenas que no consiguieron que confesara o delatara a sus compañeros.
Pezuela, conociendo la actividad de Juana, resolvió castigarla con la muerte para lo cual ordenó encerrarla en su casa y tapiar TODAS las aberturas. Su vecina, aunque realista, se compadeció y efectuó un pequeño boquete en la pared y le proveyó agua y alimentos hasta que los realistas fueron expulsados, salvándola de morir de inanición. Desde ese momento le quedó el mote de la Emparedada.
Los castigos lejos de amedrentar a la patriota, la llevaron a agudizar más el ingenio, con mil recursos y mucha creatividad
Posteriormente realizó otras arriesgadas acciones, como la de ir en busca del general don Juan Antonio Álvarez de Arenales para conocer la posición de su ejército, del que llegaban noticias contradictorias, y preocupaba su no llegada a Salta, se vistió de coya y se marcho por valles y quebradas; días después se presentó en casa de Serafina de Hoyos, esposa de Arenales, para anunciarle que al día siguiente su esposo llegaría a Salta y desalojaría a la guarnición española. En esa oportunidad, la población entusiasmada paseo a Juana por las calles de Salta.
En otras ocasiones, en plenas invasiones realistas, supo bajo el disfraz de gaucho joven o bien de viajera inofensiva, cabalgar desde Salta a Oran o llegar a Jujuy su ciudad natal, ocupadas por los españoles, llevando partes y trayendo nuevas. Lo que contribuyo sin duda a las victorias de la Patria.
Ya en su vejes reaparecía cuando contaba ya con 68 años sobre sus espaldas; el 9 de julio de 1853 integró el grupo de damas salteñas que se dirigió al gobierno en una carta “lamentando la postergación a que se relega al sexo femenino al no permitírseles jurar la Constitución Nacional”. Su retrato, ya anciana, fue publicado por el doctor Bernardo Frías en la primera edición de su obra Historia del General Güemes (Tomo ll, página 607)
Doña Juana Gabriela Moro Díaz de López falleció en nuestra ciudad a los 89 años el día 17 de Diciembre de 1874 y fue enterrada en el panteón de la ciudad ( hoy actual cementerio de la Santa Cruz.) Tuvo al menos una hija, Serafina López Moro, y dos hijos, Ramón López Moro y el doctor Bernabé López (1808-1880), intendentes de Salta, ministro de gobierno de la provincia en dos oportunidades, Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en la presidencia de Justo José de Urquiza y uno de los principales gestores de la Liga del Norte contra Juan Manuel de Rosas.
Hace más de 50 años existió una iniciativa, de llevar sus restos al Panteón de las Glorias del Norte, ubicado en la Basílica Catedral de Salta, proporcionándose para ello la Junta de Estudios Históricos de Salta, en el año 1963. Nada sucedió hasta el día de Hoy.
miércoles, 13 de febrero de 2019
El holocausto del que nadie quiere hablar
Los campos de concentración de la “conquista del desierto
Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto” holocausto argentino fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos.A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta, en Río Negro. El colono Galés John Daniel Evans recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura; en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos; ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: ‘poco bara chiñor, poco bara chiñor’ (un poco de pan señor)”.1
De allí partían los sobrevivientes hacia el puerto de Buenos Aires en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.
Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.
Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.3
Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.
En otro articulo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: “La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”.
Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.
Dice el Padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia”.4
Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional.
La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares” del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.
Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada “conquista del desierto” sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.
Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en el estercolero del hospital– rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo”.5
Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.
Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia, que llevaba el nombre en tehuelche de “el ojo de Dios”, fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado “Descanso del horizonte” pasó a llamarse “Monseñor Fagnano”, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz” 6.
Referencias:
1 Walter Delrio, “Sabina llorar cuando contaban. Campos de concentración y torturas en la Patagonia”, ponencia presentada en la Jornada: “Políticas genocidas del Estado argentinos: Campaña del Desierto y Guerra de la Triple Alianza”, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Poder Autónomo, Bs As, 9/05/2005.
2 Testimonio recogido en Perea Enrique: “Y Félix Manuel dijo”, Fundación Ameghino, Viedma, 1989.
3 El Nacional, Buenos Aires, 31 de diciembre de 1878.
4 Álvaro Yunque, Historia de los argentinos, Buenos Aires, Anfora, 1968.
5 Manuel Prado, La guerra al malón, Buenos Aires, Eudeba, 1966.
6 Osvaldo Bayer, “Rebelde amanecer”, Buenos Aires, Página/12, 8 de noviembre de 2003.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar