miércoles, 18 de septiembre de 2024

El general Perón marcha al exilio

   Eran las 8 de la mañana del 20 de septiembre de 1955, un miércoles, cuando Juan Domingo Perón partió del Palacio Unzué hacia la embajada paraguaya, con su chofer Isaac Gilaberte y el comisario Zambrino. Cuando llegó el embajador Juan Chávez, por razones de seguridad Perón y sus acompañantes fueron trasladados a la residencia, sugiriendo el diplomático que debería mudarse  a la cañonera “Paraguay”,  que estaba siendo reparada en el dique A de Puerto Nuevo. Perón respondió: “Está bien, no es a mí a quien toca decidir. Estoy en sus manos”.
  Llovía y al entrar a la zona portuaria, el agua hizo parar el motor del automóvil diplomático y Perón, con su impermeable color crema, pidió auxilio a un colectivero, quien los remolcó hasta que el coche arrancó. En el dique A lo esperaban los marineros formados. Perón, desde 1954, era ciudadano honorario paraguayo con el rango de General del Ejército.

 El ahora ex presidente, habría llevado "dos millones de pesos moneda nacional y 70.000 dólares” (según el historiador Joseph Page). Queda la duda si, como contó Perón, el embajador del Paraguay se puso a su disposición unos días antes (habría una carta del diplomático Chávez), o actuó sobre la marcha de los acontecimientos.  Mientras estaba en la cañonera, pensaba que no duraría mucho su exilio pese a que Raúl Bustos Fierro le dijo que sería “de imprevisible duración”, que quizás nunca regresaran.
  Su exilio termino el 17 de noviembre de 1972. No quiso una guerra civil. Prefirió dejar actuar al tiempo. Más allá de sus bravuconadas verbales, Perón, según Félix Luna, no era un hombre violento.... pero sus detractores si.

“ACTA Nro. 1 DE LA MARINA DE GUERRA EN OPERACIONES” (20/09/1955)

 “ACTA Nro. 1 DE LA MARINA DE GUERRA EN OPERACIONES”

  A bordo del Crucero A.R.A. “17 DE OCTUBRE” Nave Insignia de la Marina de Guerra Argentina en Operaciones, a los veinte días del mes de septiembre y año de mil novecientos cincuenta y cinco y una vez cambiadas las plenipotencias correspondientes entre los señores representantes del Comando Revolucionario de las Fuerzas Armadas a saber: Contraalmirante D. ISAAC F. ROJAS, General de Brigada D. JUAN JOSE URANGA, por una parte, y los señores representantes de la Junta Militar General de Ejército D. EMILIO FORCHER, General de División D. ANGEL J. MANNI, General de División D. JOSE C. SAMPAYO y General de Brigada D. OSCAR R. SACHERI, por la otra, son presentadas a estos últimos señores las siguientes condiciones del señor Jefe de la Revolución.

1°.) Renuncia del Presidente de la Republica - Vice Presidente y todos los miembros de su gabinete.-
2°.) El Jefe de la Revolución señor General de División D. EDUARDO A. LONARDI asumirá el Gobierno Provisional de la Nación, el día jueves 22 de Septiembre, a las 12 horas. A tal efecto, arribará por vía aérea al Aeropuerto de la ciudad de Buenos Aires, a las 11.00 horas donde será recibido por el Delegado de la Junta Militar.-
3°.) Inmediata difusión, por todos los medios disponibles, de la aceptación de lo expuesto en 1 y 2.-
4°.) Se ordene de inmediato el retorno a sus guarniciones de paz, a todas las unidades leales que se hayan alejado de las mismas, con la excepción de aquellas con asiento en la ciudad de Buenos Aires, las cuales deberán evacuar la Capital Federal, a más tardar para las 12 horas del día 22 de Septiembre.-
5°.) Se ordene de inmediato a los aviones leales, su presentación a la Base Aeronaval de Comandante Espora, donde quedarán a órdenes del Gobierno Revolucionario.-

Estos puntos son llevados por los señores Delegados al seno de la Junta Militar a efectos de su resolución definitiva.-
Esta resolución deberá ser comunicada al Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a bordo del Crucero A.R.A. “17 DE OCTUBRE” antes de las doce horas del día veintiuno de septiembre.-
Si al término de este plazo no se ha recibido comunicación sobre la resolución de la Junta Militar, o esta es negativa, ambas partes quedan en libertad de acción para continuar las operaciones.
Los señores Delegados de la Junta Militar presentan a su vez las siguientes bases a tener en cuenta como prepósito de gobierno:
En las soluciones a establecer primará el concepto de que entre los bandos no hay, ni debe haber, vencedores ni vencidos.
El propósito primordial es el de obtener la pacificación de los espíritus, la solidaridad entre las tres fuerzas armadas y la unión de todos los argentinos.
El imperio de la Constitución en vigor dentro del concepto de la más amplia libertad y del orden.-
El Gobierno militar será un gobierno de transición para alcanzar la normalidad dentro del menor tiempo posible para llamar a elecciones generales.-
La renovación total de las autoridades se hará en base a la Ley Nacional Saenz Peña de Elecciones en vigor hasta 1946, tanto las autoridades nacionales como para instaurar los gobiernos de provincia.
Las elecciones se harán en base a nuevos padrones electorales controlados por la autoridad militar y los representantes de los partidos políticos.-
El acto electoral y el escrutinio se hará bajo el contralor y vigilancia de las autoridades militares y los fiscales de todos los partidos intervinientes en la elección.-
El gobierno será ejercido por una Junta Militar que actuarán como Consejo de Administración, integrado por un representante de cada una de las fuerzas armadas por cada una de las partes, en absoluto pie de igualdad.-
La actividad gubernamental será primordialmente administrativa, dejando para el futuro gobierno constitucional los problemas fundamentales.-
Se mantendrán incólumes todas las conquistas obreras y sociales, dentro de una disciplina de trabajo que incremente la producción.-
Los procesos de revisión y las denuncias contra funcionarios o ex -funcionarios, se tramitarán por la vía judicial, con la amplitud y las seguridades procesales que tal procedimiento comporta.-
Se acordará una amplia amnistía por todos los delitos políticos cometidos por civiles y militares.-
Las pensiones de retiro y de familiares que por ley correspondan serán reintegrados.-
Se dejará sin efecto la ley que convoca a elecciones de convencionales para la modificación de la Constitución Nacional.-
Se declarará la caducidad de los poderes Ejecutivo y Legislativo en el orden nacional y en cada una de las provincias.-
Se decretará la intervención nacional de todas las provincias.-
El Poder Judicial de la Nación y el de las provincias será intervenido y reorganizado, a fin de asegurar la honesta y correcta administración judicial en todos los fueros, como la más importante de las garantías que debe amparar a la ciudadanía.-
Que en cuanto atañe a la acción de gobierno que ha de presidir el señor General LONARDI y cuyo detalle dará a conocer oportunamente el referido General al hacerse cargo del gobierno, los señores Delegados no pueden contraer compromiso alguno con lo que terminó el acto firmándose dos ejemplares de un mismo tenor.-

JUAN JOSE URANGA         ISAAC F. ROJAS 

General de Brigada             Contraalmirante
 
ANGEL J. MANNI                EMILIO FORCHER
General de División             General de Ejercito

OSCAR R. SACHERI         JOSE C. SAMPAYO
General de Brigada            General de División




Renuncia el presidente Juan Domingo Perón

 Tras el bombardeo a los depósitos de combustibles de Mar del Plata del lunes 19 de septiembre, y ante la amenaza de la flota comandada por el contralmirante Issac Francisco Rojas de destruir las refinerías y depósitos de combustibles de La Plata, el Dock Sud e incluso bombardear a la ciudad de Buenos Aires, el presidente Juan Domingo Perón, redacto una proclama que fue leída por radio por el Ministro de Guerra a las 13 hs.. 
  El general Presidente instaba al ejército a una tregua que pusiese fin al desatino teniendo en cuenta que ante la amenaza de "bombardeo a los bienes inestimables de la Nación y sus poblaciones inocentes, creo que nadie puede dejar de deponer otros intereses o pasiones" (la nota no especificaba que renunciaba ni fue presentada ante el congreso). El general Lonardi, aún en Córdoba, le comunico al general Lucero: “En nombre de los Jefes de las Fuerzas Armadas de la revolución triunfante comunico al Señor Ministro que es condición previa para aceptar tregua la inmediata renuncia de su cargo del Señor Presidente de la Nación”.
 Tras la renuncia del general Franklin Lucero, se le encomendo al general José Domingo Molina que constituyera una Junta de Generales para que acuerde el fin de las hostilidades y del conflicto. Era la noche del 19 cuando el presidente Perón invitó a los generales a la residencia presidencial, en donde resaltó que el: “renunciamiento significaba el ofrecimiento de una renuncia indeclinable", pero que “constitucionalmente no había renunciado pues si hubiera querido hacerlo así lo habría hecho ante el Congreso y que por lo tanto continuaba siendo el Presidente de la República”. No todos los generales estaban de acuerdo con Perón y finalmente desde el Edificio del Ministerio de Ejército, el general Ángel Manni le dijo por teléfono a Perón que se le aceptaba la renuncia, aconsejando que: “Ponga distancia cuanto antes.
 En la mañana del viernes 20 de septiembre le informaron al general Manni que la Junta Revolucionaria recibirían por la tarde a los generales. Los representantes del gobierno constitucional y los mandos de la Flota de Mar, concretaron la reunión que se  efectuó en el Crucero A.R.A “17 de Octubre” (Nave Insignia): se encontraban por los sublevados el contralmirante Rojas y el general Juan J. Uranga, y los cuatro generales designados por Perón, Emilio Forcher, Ángel Manni, Oscar Sacheri y José Sampayo. Ellos fueron quienes acordaron los términos para dar por terminado el conflicto con la renuncia del general Perón a la presidencia de la república y de todos los miembros de su gabinete.
 Los diarios anunciaron ese día que Perón había renunciado y Lonardi, decretó que asumía “el Gobierno Provisional de la República con las facultades establecidas en la Constitución vigente y con el título de Presidente Provisional de la Nación". Terminaba así el asalto al poder constitucional con un saldos registrado de más de 150 muertos.
   El mayordomo de la residencia presidencial, Atilio Renzi, contó que a las 7 de la mañana del miércoles 20, Perón le dijo "me voy", pidiéndole que “junté en una maleta algunas cosas casi al azar”. Renzi le preparó un pequeño maletín donde le puso “algo de ropa y un poco de plata para movilizarse en esos días”(A. Renzi; “Del poder al exilio”).
  Mientras el general de División Eduardo Lonardi asumía como presidente (de facto) del gobierno, y el contralmirante Issac Francisco Rojas lo hacía como vice presidente (de facto), el general Juan Domingo Perón embarcaba en Puerto Nuevo en la cañonera paraguaya "Paraguay" y partía rumbo a Asunción. 
 
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva

martes, 17 de septiembre de 2024

La Armada antiperonista cañonea Mar del Plata

 El viernes 16 de septiembre de 1955 unas pocas unidades del Ejército, bajo el mando del General Lonardi, comenzaban en Córdoba el golpe de estado que derrocaría al Presidente Juan Domingo Perón. El bando golpista contó con el apoyo de la Fuerza Aérea y de la Marina de Guerra. Pronto, comenzaron en diferentes ciudades del país acciones militares subversivas, que contaron con el apoyo de partidos políticos opositores y de la Iglesia, además, se sumaron civiles que actuaron junto a los militares rebeldes.
 Mientras Lonardi avanzaba con la orden de proceder con la máxima brutalidad, la situación política era incierta dado que Perón no actuaba como se esperaba, incluso, le negó a la CGT la posibilidad de armarse en defensa del gobierno. Ese sábado 17 no hubo grandes cambios pero el domingo 18 el crucero “9 de Julio” llegó a las costas de Mar del Plata y se conoció que el Contralmirante Issac Francisco Rojas había ordenado bombardear los tanques de petróleo y combustible del puerto, instruyendo previamente al Jefe de la Base de submarinos que alejaran a quinientos metros de la costa a la población entre Playa Grande y la Bristol. Se sabe que el Jefe de la Base Naval y algunos marinos,no estuvieron de acuerdo pero, la destrucción se llevó a cabo.
  Aún no eran las 7 de la mañana del lunes 19 cuando las acciones comenzaron con la incursión de un avión naval que fallo en su intento de destruir los tanques de combustible, tarea de la que se encargó el crucero 9 de Julio, posicionado a 8500 metros de la costa. Pasada las 11 de la mañana, los destructores San Juan, San Luis y Entre Ríos cañonearon por doce minutos la “Escuela de Artillería Antiaérea” (hoy GADA 601), leal al gobierno constitucional,
El crucero 9 de Julio, a 8.500 metros de la costa, dispara sobre el puerto de Mar del Plata.
  Con la ayuda de la sudestada, las naves sublevadas pudieron aproximarse a las costas de Buenos Aires con sus cañones que alcanzaban unos 20 kilómetros amenazando con cañonear La Plata, Dock Sud y Buenos Aires. Frente a ese desatino, el Ministro del Interior Oscar Albrieu, sugirió otro a Perón: trasladar a las refinerías de La Plata y Dock Sud, a los familiares de los marinos a ver si con sus madres, esposas e hijos se animan a bombardear. El presidente, ante tal estado de las cosas, designó una Junta Militar para que acuerde el fin de las hostilidades y del conflicto.
 El 20 de septiembre, los representantes del gobierno legítimamente constituido y los mandos de la Flota de Mar concretaron la reunión.
 
Por: Juan Carlos Ramirez Leiva
 
 

El fin del Perón Revolucionario

  Todavía era una herida abierta las más de trescientas personas asesinadas por el cruel bombardeo sobre Plaza de Mayo que la Armada Argentina, con las armas compradas por su propio pueblo, habían llevado adelante con el fin de asesinar al Presidente Perón. Se habían dado por dos meses, una tregua que pronto fue rota con actos violentos que demostraban que no se quería una pacificación y prácticamente obligaba al gobierno a llevar adelante una represión.  
  Perón no estaba totalmente convencido de que ese era el camino. El 31 de agosto, ante un pequeño grupo de militantes, expresó: "Yo ya estoy demás. Soy como aquel aficionado de relojero que sirve para desarmar un reloj, pero ya no se armarlo. Tanto he estado maniobrando con las piezas que, ahora, la única forma de que el reloj siga andando, es que yo lo deje" (archivohistorico.educ.ar).
  Sin embargo, las decisiones posteriores fueron contradictorias. Esa misma noche cerraría las posibilidades de un entendimiento, coincidiendo con lo que  expresara De Pietro: "nuestra nación necesita paz y tranquilidad para el trabajo, porque la economía de la Nación y el trabajo argentino imponen la necesidad de la paz y de la tranquilidad. Y eso lo hemos de conseguir persuadiendo, y si no, a palos". Si no querían la pacificación, buscaban la violencia y : "A esa la violencia le hemos de contestar con una violencia mayor. Con nuestra tolerancia exagerada nos hemos ganado el derecho de reprimirlos violentamente. Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas o en contra de la ley o de la Constitución, puede ser muerto por cualquier argentino".
 La violencia del mensaje, acorde con los atraque sufridos y los muertos de trabajadores que conllevo, se fue incrementando: "La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta. ¡Y cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos! ...Compañeros: quiero terminar estas palabras recordando a todos ustedes y  a todo el pueblo argentino que el dilema es bien claro: o luchamos y vencemos para consolidar las conquistas alcanzadas, o la oligarquía las va a destrozar al final."
 

El 16 de setiembre, en Córdoba, comenzó el alzamiento bajo el mando del general Eduardo Lonardi, enfrentado a Perón desde un confuso episodio de espionaje en Chile. Fue un viernes lluvioso y con una fuerte sudestada. Un día triste. El general consideró que era el final, que hasta allí llegaba. Se negó a una guerra civil. Y marchó al exilio.

Por: Juan Carlos Ramirez Leiva.

lunes, 26 de agosto de 2024

La masacre de Trelew y el genocidio

   El 15 de agosto de 1972, militantes reclusos iniciaron la toma del penal de Rawson y en pocos minutos lo lograron. Errores del apoyo externo hicieron fracasar el plan original aunque el grupo que llegó al aeropuerto, consiguió partir rumbo al Chile. Diecinueve militantes que llegaron cuando el avión había despegado, tomaron el aeropuerto y demandaron la presencia de periodistas y de un juez federal. Exigieron ser trasladados al penal y la presencia de un médico que verificara su estado de salud; aceptadas las condiciones, dejaron las armas y se entregaron. El traslado se hizo pero, no hacia el penal sino a la Base Aeronaval Almirante Zar.
 El 22 de agosto, oficiales de la Marina ejecutaron a los militantes recluidos en las celdas; tres sobrevivieron simulando estar muertos.Trasladados al hospital naval de Bahía Blanca, recibieron tratamiento médico adecuado..Al día siguiente, un comunicado oficial informaba que durante un control estando los detenidos en el pasillo, el jefe de turno fue atacado y lograron sacarle el arma intentando evadirse, iniciándose un intento tiroteo que termina con la vida de trece atacantes y son heridos seis.
A partir de la Masacre de Trelew se inicia una espiral represiva. No sabemos si la orden de eliminar fue tomada por el Estado Mayor Conjunto de las FF.AA, o fue dictada a modo de escarmiento o para vengar la afrenta. Algunos historiadores afirman que pudo ser la respuesta de sectores de la Marina opuestos a Lanusse, quien aceptó con posterioridad la cuota de responsabilidad que se le quisiera asignar en el desenlace de la masacre pero rechazó cualquier intencionalidad de su parte y de la Marina, ratificando de ese modo la versión “oficial” del intento de fuga.
 La  violencia represiva sobre el activismo político armado y no armado durante 1973-1976, diluyeron el horror de la masacre. El historiador Pittaluga sostiene que prefigura la superposición de funciones públicas formales con destinos secretos para gestar el exterminio.La dictadura estaba en descomposición desde 1969, por lo que la masacre de Trelew acontece en un “cierre de ciclo” signado por el fin de la Revolución Argentina y la reinstitucionalización democrática.
 A partir de mayo de 1973 las instituciones democráticas recobradas van a convivir conflictivamente con las acciones de organizaciones armadas revolucionarias consolidadas, aumentando la violencia y luego de la muerte de Perón y la política y económica, condujeron al período más trágico de la historia argentina.

Del "Luche y vuelve" al Perón vuelve

 El ciclo de inestabilidad política que se abre a partir del derrocamiento de Juan Domingo Perón (1955) está signado por la alternancia de dictaduras militares (Lonardi y Aramburu, 1955-1958; Onganía, Levingston y Lanusse, 1966-1973). Fueron seudodemocracias, entendidas como gobiernos electos por medio de comicios que supusieron la proscripción del peronismo y que son derrocadas a su vez por un golpe de estado militar sin culminar su mandato (Frondizi, 1958-1962; Illia, 1963-1966), y un gobierno interino fuertemente tutelado por las FF.AA (Guido, 1962-1963). En este contexto, el gobierno de Illia se caracterizó por un relativo incremento de las libertades públicas, aunque Perón y el Partido Peronista en cuanto tal, no fueron rehabilitados para participar en elecciones. Sin embargo, un partido político definido como peronista ganó las elecciones legislativas de 1965, hecho que causó malestar castrenses, y que junto a las masivas protestas sindicales llevadas a cabo por la Central General del Trabajo y los dos primeros brotes guerrilleros aislados y fallidos -uno rural y otro urbano -en 1963-1964, constituyeron algunos de los elementos que dieron fundamento al golpe de estado de junio de 1966. 
   Tras el golpe de estado en contra del presidente constitucional A.H. Illía asumió el poder el gral. Onganía  La represión y la miseria generaron creciente malestar en los sectores obreros y populares, en tanto los estudiantes comenzaban a luchar. Durante 1968 se dieron tres luchas obreras importantes: petroleros de YPF en Ensenada, gráficos de Fabril Financiera en Barracas, y la de Citroën, en la ciudad de Buenos Aires. En marzo de 1969 hubo conflictos estudiantiles en Tucumán y Rosario en tanto las luchas obreras las encabezaron los metalúrgicos, Luz y Fuerza, Smata, estatales y docentes. A mediados de mayo se movilizaron los estudiantes correntinos y en la represión, el estudiante de medicina J.J. Cabral, fue asesinado por la policía. Esto generó una movilización en Rosario que dio origen al Rosariazo. El 16 de mayo los estudiantes comenzaron a movilizarse y enfrentar en las calles a la policía hasta derrotarla. El 21 de mayo se sumaron sectores del movimiento obrero, día en que fue asesinado el metalúrgico L.Blanco.
  La CGT convoco un paro de 24 horas para el 30 de mayo pero la CGT regional de Córdoba decidió comenzar el paro el día 29. La medida tuvo un acatamiento del 98% y para el mediodía, en un área de 150 manzanas se enfrentaron con la policía levantando barricadas ayudados por vecinos. La policía mató al obrero del Smata M. Mena y el estudiante D. Castellanos pero tuvieron que retirarse. Cuando el ejército entro en el centro de la ciudad, el movimiento ya se había replegado hacia los barrios. .
  La alta participación de la población erigiendo barricadas y enfrentando a las tropas militares fueron vistas como evidencias de la preparación de la clase trabajadora para ir asumiendo el método de la lucha armada, una confirmación respecto de la viabilidad de una “guerra popular revolucionaria”.
  La popular consigna de "Luche y vuelve", comenzaba a ser una realidad. Pintadas sobre muros con cualquier tipo de material, aparecía la "v" encerrando una "P"; desprolijas, pintadas por no profesionales pero con un claro mensaje. Casi una revancha era la de, en un principio, utilizar el "Cristo vence" que pintaban ("V" encerrando una "C") y a la "C" le agregaban una patita conformando una "P". Así de rudimentaria, simple e ingeniosa, era la propaganda en las calles desafiando las prohibiciones.
  El gobierno de Onganía nunca se pudo recuperar de aquel golpe. El clima social precipito el lanzamiento de organizaciones armadas revolucionarias durante 1970 (ERP, FAR y Montoneros) y el incremento de sus operaciones. Estos fenómenos provocaron dos renuncias, la de Onganía y la de su sucesor, el Gral.de Brigada Roberto Marcelo Levingston,  y la asunción del Comandante en Jefe de las FF.AA, el Teniente General Alejandro Agustín Lanusse, el 26 de marzo de 1971. 
 El nuevo dictador intentó contener la conflictividad social, desarticular las organizaciones armadas y encaminar la institucionalización política del país mediante un Gran Acuerdo Nacional (GAN), con el objetivo de sentar las bases para un proceso electoral que integrara al peronismo y que fuese aceptable para las FF.AA.
  Durante el gobierno del gral. Lanusse, las 3 principales organizaciones armadas revolucionarias eran: el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros (M). Tanto Montoneros como FAR se habían constituido como organizaciones político-militares, dándose a conocer públicamente en 1970 y se reivindicaban peronistas, aunque las segundas partiendo de su original filiación marxista tuvieron un proceso de “peronización” que las llevó a asumir en 1971 el peronismo como su identidad política. El ERP, en cambio, data de 1968 aunque su primera acción pública también fue en 1970 y era el brazo armado del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), organización marxista que se había creado al confluir en 1965 la agrupación trotskista Palabra Obrera y el Frente Revolucionario Indoamericanista Popular. Además de esas organizaciones, apareció el Frente Argentino de Liberación (FAL), Descamisados y la Guerrilla del Ejército Libertador (GEL), que surgieron públicamente en 1970.
  La apertura fue entendida por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) como clara maniobra del régimen para aplacar protestas y radicalización política por medio de la reincorporación de Perón, quien constituyó el Frente Cívico de Liberación Nacional (FRECILINA), reuniendo a todos los partidos reformistas para competir electoralmente.
 FAR y Montoneros consideraban al FRECILINA como táctica de Perón destinada a neutralizar los intentos del partido militar en connivencia con sectores integracionistas del peronismo para que al mismo tiempo, se formara un bloque de oposición a la dictadura lo más amplio posible permitiendo el crecimiento de los sectores revolucionarios en su seno y viabilizar un proceso de liberación nacional y social que llevara al socialismo.
 Si bien FAR y Montoneros sostenían posicionamiento similares respecto del GAN y al FRECILINA, Montoneros sostenían que la idea de fuga del penal de Rawson, podría minar las bases del proceso de institucionalización truncando la posible salida democrática, mientras que la FAR creía que el aumento del accionar armado de la guerrilla aseguraba el camino sin condicionamientos.
 El gobierno, en tanto, fracasaba en sus intentos de negociar con Perón y que este, condenara el accionar de las organizaciones armadas peronistas, que basaban su legitimidad en función de la proscripción y el exilio forzado de su líder. El apoyo a las organizaciones armadas peronistas por parte del líder fue dado a conocer públicamente en el mensaje a la juventud otorgándoles el carácter de “formaciones especiales” del movimiento [“Mensaje de Perón a los compañeros de la Juventud"] en una entrevista otorgada en 1971. Perón reafirmó dicho accionar como un mecanismo de presión sobre el gobierno respecto a la realización de comicios limpios y abiertos que permitiese una victoria justicialista y evite la guerra revolucionaria como medio de acceso al poder.
 El gobierno militar estableció como límite el 25 de agosto de 1972 para estar radicado en el país o no desempeñar ningún cargo ejecutivo o ministerial en cualquier nivel de la administración pública como exigencia para poder ser candidato en las elecciones, lo que suponía la exclusión en los futuros comicios tanto de Perón como de Lanusse.

sábado, 24 de agosto de 2024

22 de agosto

 La violencia política tuvo su auge en los años 70’, con el accionar represivo ilegal del estado y de las organizaciones armadas revolucionarias. La fuga de militantes presos en el penal de Rawson y los fusilamientos de un grupo de ellos en agosto de 1972 son el ejemplo de que la dictadura había optado por eliminar físicamente a los guerrilleros. Las acciones paraestatales provocaron aun más el descontento popular hacia la dictadura y alentó a una mayor unidad de las organizaciones.
 La Unidad 6 (Rawson) del Servicio Penitenciario Federal, clasificada de máxima seguridad, fue la cárcel elegida por el dictador Alejandro Agustín Lanusse, en donde recluyo presos políticos, gremialistas y militantes de las organizaciones armadas revolucionarias. Trataban de alejar a los presos de los centros urbanos e impedir posibles fugas.
  Pese a las previsiones, el 15 de agosto de 1972 a las 18:30 hs., militantes reclusos iniciaron la toma del penal con el objetivo de fugarse. En pocos minutos y con la colaboración del guardiacárcel Facio, pudieron reducir las guardias, incluyendo torres de vigilancia. Pronto a salir, el  guardia-cárcel llamado Valenzuela desconfió e inició un tiroteo que terminó con su propia vida. En solo 15 minutos habían tomado la cárcel.
 Errores del apoyo externo hicieron fracasar el plan cuya idea era transportar a los fugados hacia el aeropuerto de Trelew, donde un grupo los ayudaría a tomar un avión de la empresa Austral Líneas Aéreas hacia Cuba con los 116 militantes presos. El operativo estaba al mando de Mario Roberto Santucho, Enrique Gorriarán Merlo, Domingo Menna (ERP), Roberto Quieto, Marcos Osatinsky (FAR) y Fernando Vaca Narvaja (M).
  Asegurada la toma del penal, desde su interior se debía realizar una señal que fue malinterpretada por lo que solo se presento un Ford Falcon;  también fallaron los walkies-talkies, por lo que comenzaron a llamar taxis para ver si podían alcanzar al avión en el que pensaban escapar. El grupo de los jefes que fugaron en el Falcón, llegó al aeropuerto cuando el avión se encontraba carreteando. Lograron detener el despegue, subirse y partir rumbo al Chile para recargar el  combustible necesario para alcanzar Cuba. La toma del penal, el traslado en vehículo, el apoderamiento de la aeronave y el despegue solo demandaron una hora.
 Diecinueve militantes que quedaron en el penal lograron subirse a tres taxi pero llegaron cuando el avión había despegado, por lo que tomaron el aeropuerto y a las personas que allí se encontraban, como rehenes. Demandaron la presencia de periodistas y de un juez federal, y luego de realizar una conferencia de prensa, en parte transmitida por televisión, exigieron ser trasladados al penal y demandaron la presencia de un médico que verificara su estado de salud. Estas condiciones fueron aceptadas y los militantes dejaron las armas, entregandose. El traslado se hizo pasada la medianoche pero, no hacia el penal sino que en un .ómnibus militar fueron llevados a la Base Aeronaval Almirante Zar. Los presos fueron albergados en la zona de calabozos.
 A una semana de aquellos hechos, a las 3:30 del 22 de agosto, oficiales de la Marina ejecutaron a los militantes recluidos en las celdas; tres presos sobrevivieron simulando estar muertos. El personal de la base trasladó los heridos a la enfermería pero los heridos no recibieron tratamiento médico alguno, y fallecieron salvo tres que posteriormente fueron trasladados al hospital naval de Puerto Belgrano (Bahía Blanca) donde fueron operados y recibieron tratamiento médico adecuado..
  Al día siguiente, la noticia de la masacre fue difundida por un escueto comunicado oficial, informando  que durante una recorrida de control estando los detenidos en el pasillo, el jefe de turno fue atacado por Pujadas quien logra sacarle el arma y escudándose con aquél los reclusos intentan evadirse iniciando un intento tiroteo. Según la misma fuente, el marino logra zafarse y como saldo del suceso es herido al tiempo que la respuesta de los oficiales termina con la vida de trece de los atacantes y hiere a otros seis.
A comienzos de septiembre, los tres sobrevivientes dieron su testimonio ante el Capitán Bautista, oficial de la Marina que actuó como juez sumariante (después fue acusado de encubrimiento dado que sus investigaciones no produjeron acciones penales o militares). Las tres declaraciones desmintieron la versión difundida por la Marina. Los carceleros dispararon contra: Carlos Heriberto Astudillo (FAR), María Antonia Berger (FAR), Rubén Pedro Bonet (ERP), Alberto Miguel Camps (FAR), Eduardo Adolfo Capello (ERP), Mario Emilio Delfino (ERP), Alberto Carlos Del Rey (ERP), Ricardo René Haidar (M), Alfredo Elías Kohon (FAR), Clarisa Rosa Lea Place (ERP), Susana Lesgart (M), José Ricardo Mena (ERP), Miguel Angel Polti (ERP), Mariano Pujadas (M), María Angélica Sabelli (FAR), Humberto Segundo Suárez (ERP), Humberto Adrián Toschi (ERP), Jorge Alejandro Ulla (ERP), Ana María Villarreal de Santucho (ERP).
  Al momento de los fusilamientos Villarreal de Santucho tenía 36 años, Berger y Bonet 30, Delfino 29, Astudillo, Haidar y Ulla 28, Kohon 27, Del Rey y Toschi 26, Camps, Capello, Lea Place y Pujadas 24, Sabelli y Suárez 23, Lesgart 22, Polti 21 y Mena 20.
 La fuga del penal y la posterior masacre se produjeron en momentos en el que el gobierno ingresaba en la transición hacia las elecciones. El debilitamiento de la dictadura se aceleró en la misma medida en que Perón pasaba a convertirse en el árbitro máximo del juego político, aunque no pudiera presentarse como candidato .
  Los aniversarios del suceso fueron motivo de actos y movilizaciones  impulsados por organizaciones obreras, estudiantiles, barriales y partidarias, acompañadas por volantes y afiches. El 22 de agosto se constituyó en fecha  emblemática para las organizaciones armadas revolucionarias y sus militantes. Los años subsiguientes, la conmemoración pareció canalizarse de modo progresivo por vía de atentados, concitando fuertes operativos de vigilancia por las fuerzas de seguridad, reflejando la violencia que iba imperando en el país. Las organizaciones revolucionarias no dejaron de vindicar las muertes de sus militantes por medio de acciones contra la vida de militares o civiles involucrados. 
  La masacre de Trelew fue retomada en consignas y por las denominaciones de nuevas agrupaciones. Las FAL-22 y el ERP-22 agregaron el número de la fecha de la masacre para distinguirse de sus organizaciones madres. La consigna “La sangre derramada no será negociada” fue muy popularizada posteriormente en relación con la masacre y el canto “Ya van a ver, ya van a ver, cuando venguemos los muertos de Trelew” fue coreado en innumerables movilizaciones.

jueves, 1 de agosto de 2024

Primero de agosto de 1806

  La primera manifestación concreta que recibiera Beresford de un levantamiento militar la tuvo en la noche del 31 de julio, cuando se le informó que tropas rebeldes se acercaban a la ciudad. Aquella noticia obligó a Beresford a salir en la madrugada siguiente con parte de sus tropas para combatir en campo abierto. Aquel desafortunado enfrentamiento es recordado como el Combate de Perdriel, en el que Juan Martín de Pueyrredon fue abatido por los ingleses, con serio peligro de perder la vida, mientras que a Beresford le ocurrió lo mismo, cuando atacado por un intrépido voluntario de caballería, no logró desenvainar su espada –aunque cueste creerlo– por la herrumbre de su hoja. Fue un oficial inglés quien pudo contener aquella impetuosa embestida del jinete criollo.
 De aquel día en adelante, Buenos Aires se vio inmersa en una tensa calma. Esa calma que presagia las grandes catástrofes. Y así fue como, pocos días después, Beresford tomaba conocimiento de que Liniers avanzaba sobre Buenos Aires con tropas traídas desde Montevideo a las que se le habían sumado las reclutadas por Pueyrredon en la campaña bonaerense.
  Al mismo tiempo, Beresford advertía que los porteños asumían una actitud hostil, tornándose difícil conseguir los víveres necesarios, haciéndose evidente que los ingleses estaban siendo saboteados para minar su resistencia. La situación del gobernador británico se había convertido repentinamente en insostenible, a punto tal que concentró sus escasas tropas en la ciudad en actitud solamente defensiva, previendo incluso la posibilidad de un rápido reembarque, antes de quedar atrapado en ella.
 
  Fue en aquellas circunstancias que el comodoro Popham le propuso a Beresford que saqueara la ciudad y se reembarcara sin pérdida de tiempo. El gobernador inglés indignado por tan innoble propuesta le expresó que “dejaría de ser soldado, para ser pirata si pensara como usted”, frase que define la diferente calidad moral de cada uno de estos personajes.
 

Síntesis del Cap. "Derrota y rendición del invasor", artículo LA AGRESIÓN BRITÁNICA EN EL
RÍO DE LA PLATA. 218 aniversario (1806-2024)
. Autor: Bernardo Lozier Almazán (Historiador, Miembro de Número del Instituto Nacional Belgraniano, Académico Correspondiente de la
Academia Nacional de la Historia.). Publicado en Revista Histopia Nro. 33; Buenos Aires.