sábado, 9 de octubre de 2010

Te Deum

Los sucesos de mayo establecieron al tedeum como forma de agradecer la resolución incruenta de la Revolución. En el primero, se jugó el antagonismo del gobierno patrio con el obispo Benito de Lué y Riega. Habiéndose establecido el 3 de junio como fecha para la acción de gracias, el obispo convenció a la Junta de reañizalo el 30 de mayo, para conmemorar además el cumpleaños del rey Fernando VII.
El bando que invitaba para la celebración el miércoles 30 de mayo, resaltaba que era "en acción de gracias por la instalación de la Junta y terminación feliz que han tenido las agitaciones de este pueblo, causadas por los desgraciados sucesos en la Península".
El día previo, las autoridades advertían al obispoque: "Debiendo concurrir mañana esta Junta a la misa de gracias que se ha de celebrar en esa Santa Iglesia Catedral, espera en la función la solemnidad correspondiente al doble objeto de celebrar el nacimiento de nuestro augusto monarca y la instalación del gobierno provisional que lo representa; como igualmente que Vuestra Señoría Ilustrísima ordene salgan un dignidad y un canónigo a cumplimentar y recibir a la Junta".
En sus Memorias curiosas, Juan Manuel Berutti recordó: "Se hizo una solemne función en la catedral y se cantó el tedeum en acción de gracias a la instalación de la Junta; pontificó el Obispo y dijo el sermón el doctor don Diego Zavaleta, habiendo ocupado la Junta el lugar preeminente donde presidían los señores virreyes". Concurrió el depuesto virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, y el obispo De Lué y Riega cumplió con el pedido de la Junta de hacer una importante ceremonia, pero no otorgó una mayor bienvenida a las autoridades.
En 1811, otro bando de las autoridades estableció definitivamente al 25 de mayo como fecha para celebrar el tedeum: "Aproximándose el aniversario de los faustos días 24 y 25 del presente, tan remarcables en la América, principalmente en esta capital, como época de libertad civil, ha dispuesto la Junta solemnizarlos de un modo público, correspondiente a la dignidad de su representación", se ordenó, además agregaba que: "El principal monumento de tan augusta y grata memoria debe erigirse a los pies del santuario por su declarada protección a estas provincias, aquel respetuoso y profundo reconocimiento que en tales casos inspira la sagrada religión".

domingo, 3 de octubre de 2010

30 de mayo de 1810

La noticia de la Revolución llegó oficialmente a Montevideo el 30 de mayo de 1810. Se convocó a un cabildo abierto que se reunió el 1 de junio y se resolvió privilegiar la unión a la Capital y reconocer a la nueva Junta, a la seguridad del territorio y conservación de los derechos de Fernando VII. Al día siguiente, la asamblea se desdijo y condicionó su apoyo a que la Junta se sometiese al Consejo de Regencia de Cádiz. Ante esto, los porteños optaron por enviar a Juan José Paso a Montevideo en misión conciliadora. Recibido el 8 por la asamblea, sólo obtuvo una rotunda declaración de no reconocimiento. Quedó así planteada una situación que se resolvería por las armas en 1814. En los años intermedios la situación se complicó por los intentos portugueses para apoderarse de la Banda Oriental. Y el 4 de marzo de 1812 - pocos días antes de la llegada de San Martín- la artillería de ocho buques de guerra montevideanos bombardeaba a Buenos Aires, sin mayores resultados.

Fuente: www.todo-argentina.net

sábado, 2 de octubre de 2010

El 25 de mayo, una jarana

Buenos Aires, Mayo 26/810
Señor. D. José Gregorio Aráoz
Querido Chuchi:
Por tu esquela que he recibido debo decirte que todas las prevenciones y encargos que me haces son a destiempo: los breviarios ya están retobados y marchamados; por el correo pasado que me previenes no te compres Bayetas, te contesté ya las tenía compradas. Mañana pienso cargar, esto es si no hay ninguna novedad; por estar este pueblo tan alborotado: el 23 hizo dimisión del mando el señor virrey en el Cabildo: el 24 hizo el Cabildo en nombre del pueblo una Junta que se componía del presidente de ella al señor virrey, vocales el doctor Solá, Saavedra, el doctor Castelli, Anchorregui (sic), Leiva, fiscal Moreno y Pazos secretario con tratamiento de Excelencia. Se echó bando, se repicaron en todas las iglesias, se iluminó el pueblo para que se reconociesen a estos sujetos: al otro día 25, que fue ayer, otro alboroto, que no estaba conforme el pueblo con esta Junta, renunciaron todos estos señores de su empleo, y se ha formado nueva Junta compuesta del comandante Saavedra presidente y comandante general, los vocales el doctor Moreno, don Juan Larrea que es ... (roto)... el cura de San Nicolás, el mismo Castelli, Leiva, Domingo Matheu, y otros más que por todos son diez, hoy se ha echado el bando para que se reconozcan, y mañana puede que sean otros. Me parece que te sobra a ti dinero y a mí también; yo no pienso emplear más sino mandarme mudar, por lo que veo esto no está nada bueno, pero no sé cómo sacar mi licencia, porque no sé hasta ahora quién nos gobierna. Tu afectísimo.

J:M:Silva

Somos 27. Te harás cargo por el bando que te incluyo de los sujetos de la nueva Junta, y luego pasará dicho bando al padre fray Jacinto Ruiz de la orden de Predicadores y le dirá se la remite su padre. Acabo de recibir los documentos, dos p. de poder de Sanz y quedan en poder de Doral.
A Méndez que sus prevenciones son inoficiosas, que no le tengo comprado nada: por klechero no me remitió en derechura la nota, y me despachó bajo de cubierta de algún mozo de Santa Coloma, y hasta ahora no la he recibido; bastante me ha perjudicado, que si no es él, no me encuentro en esta Jarana. Vale.

Fuente:
Carta de José Silva, tucumano de paso en Buenos Aires, a José Gregorio Aráoz, de Tucumán. Archivo histórico de Tucumán. Documentación Dr. Ernesto E. Padilla, carpeta 28.

Nota: José Manuel Silva fue un comerciante acaudalados en Tucumán, gobernador de la provincia en 1828. La revolución de Mayo lo encontró en Buenos Aires, y desde allí escribió esta carta a Tucumán, a su amigo José Gregorio Aráoz.

Proclama del 29 de Mayo de 1810

Cuerpos Militares de Buenos Aires! La energía con que habéis dado una autoridad firme a vuestra Patria, no honra menos vuestras armas, que la madurez de vuestros pagos distingue vuestra generosidad y patriotismo.
Agitados los ánimos por la incertidumbre de nuestra exigencia política, supisteis conciliar todo el furor de un entusiasmo exaltado con la serenidad de un ciudadano que discurre tranquilamente sobre la suerte de su Patria y las armas que cargábais no sirvieron si no para abrir a la razón, para que recuperando sus derechos fuese la única guía de una resolución magnánima que debe fijar el destino de estas provincias.
Los pueblos antiguos no vieron un espectáculo tan tierno como el que se ha presentado ante nosotros y cuando se creía apurado vuestro espíritu por el contraste a que la triste situación de la península lo había reducido, un heroico esfuerzo se propuso vengar tantas desgracias, enseñando al opresor de la Europa que el carácter americano opone a su ambición una barrera más fuerte que el inmenso piélago que ha contenido hasta ahora sus empresas.
¿Quién no respetará de ahora en adelante a los Cuerpos Militares de Buenos Aires?. Si examina vuestro valor lo hallarán consignado por las más gloriosas victorias; si se meditan esas intrigas; que más de una vez dieron por tierra con los pueblos esforzados, temblarán al recordar esa gloriosa escena que precedió a la inauguración de esa Junta; la sabiduría presidía vuestros discursos, las más vivas penetraciones disipaban los sofismas y religiosos observadores de los derechos del Rey y del pueblo; nada pudo desviarnos del camino legítimo que habíais meditado para su conservación.
Conservad siempre unida la oliva de los sabios al laurel de los guerreros y esperad de la Junta un celo para vuestro bien, igual al que habéis manifestado para formarla. Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo:
* Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
* Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.
* Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público.
* Los alcaldes del barrio presentarán para el sábado de la presente semana todos los estados de los habitantes de sus respectivos cuarteles, que por anteriores providencias se hallaban pedidos.
* Los mismos alcaldes de barrio ocurrirán al vocal de la Junta, Coronel D Miguel de Azcuénaga, para que en virtud de la comisión particular que tiene par el, efecto, dé las órdenes respectivas a la incorporación de aquellos individuos que deban aumentar la Fuerza Armada.
* Los mismos alcaldes de barrios ocurrirán al mismo Sr Azcuénaga para que les haga entregar la armería Real el número de fusiles correspondientes al número de hombres que se vaya aumentando.
* Estando igualmente encargado el Sr Azcuénaga de activar y velar con especialidad sobre los trabajos de armería, se le dará razón de los fusiles descompuestos que introduzcan en ella, para que se apresure su compostura y devolución.
* Los alcaldes de barrios, comisionados y vecinos que tratasen de devolver las armas que se han exigido por bando, harán la entrega en la casa del Sr Azcuénaga, por cuyo conducto se impartirá las órdenes relativas a esta importante materia.
* Habiendo tomado la Junta medidas seguras para el acopio de las armas, capaz de proveer el aumento de nuestra fuerza, espera del celo de los comandantes militares no omitirán diligencia alguna que sea conducente a la integración de sus cuerpos bajo el plan propuesto.

Fuente: es.wikisource.org