domingo, 30 de agosto de 2020

Reforma in Constitucional de 1957


La Convención Constituyente, reunida en la Ciudad de Santa Fe, comenzó a sesionar el 30 de agosto de 1957 y se disolvió el 25 de octubre sin finalizar su agenda por falta de cuórum, debido al retiro de convencionales. ​
El 30 de octubre, el bloque UCRI presidido por Oscar Alende, impugno la validez debido al hecho de que no había sido convocada por el Congreso Nacional, tal como lo establece la Constitución. El bloque radical intransigente había discutido hasta horas antes la postura a adoptar. El presidente del partido, Arturo Frondizi, sostenía (a través de Oscar López Serrot), que había que plantear la nulidad de la Convención pero no retirarse para evitar que quedara en manos de la dictadura. Alende, por el contrario, sostenía que los convencionales de la UCRI no debían siquiera asumir sus cargos. El bloque rechazó la estrategia de Frondizi y aprobó la de Alende.
Cuando los miembros de la UCRI explicaron su postura, se produjo un escándalo con escenas de pugilato y las autoridades de la Convención no le permitieron a O. Alende explicar su punto de vista, sosteniendo que primero debían aceptar sus cargos como convencionales constituyentes, lo que de por sí significaba aceptar la validez de la Convención. Durante los hechos, el socialista Alfredo Palacios señaló con el dedo a Alende exigiéndole que "se callara la boca". Poco después, el 3 de septiembre, sucedería lo mismo con la Unión Federal Demócrata Cristiana, y finalmente sólo 125 convencionales de los 205 elegidos, se registraron en la Convención.
Expusieron las impugnaciones los convencionales del Partido Laborista (Cipriano Reyes, Ricardo Ovando y Luis V. Giacosa) y del Partido de los Trabajadores (J. Carlos Deghi). Ambos partidos negaban la legitimidad de la Convención y exigían respetar la vigencia de la Constitución de 1949. El argumento básico fue que un presidente de facto no tenía facultades para derogar una Constitución, ni para declarar la necesidad de su reforma. Giacosa dijo: quiero hacer un acto de contrición ante esta farsa. De la bancada conservadora algunos de sus representantes violaron en repetidas oportunidades el texto constitucional de 1853; y también creo que la bancada radical lo han violado repetidas veces. Juan Carlos Deghi negó que la Revolución Libertadora fuera un "gobierno revolucionario" y lo definió como "poder usurpador", exigiendo que se declarara vigente la reforma constitucional de 1949. Al ser rechazada su postura se retiró de la Convención.
La UCRP y los partidos Socialista (Alfredo Palacios, Nicolás Repeto, Américo Ghioldi, Teodoro Bronzini), Demócrata Progresista, Demócrata Cristiano y los partidos conservadores, argumentaron a favor de la legalidad de la Convención Constituyente. Entre sus argumentos Palacios recurrió al "derecho de revolución" y a la doctrina de los gobiernos de facto.
        
Después de que la UCRI se retirara y se rechazaran las impugnaciones a la Convención que exigían el reconocimiento de la Constitución de 1949, la asamblea pasó a tratar la proclama del dictador Aramburu, restableciendo el texto constitucional de 1853, con las reformas de 1860, 1866 y 1898.
La Convención Constituyente de 1957 dejó de funcionar por falta de quorum el 25 de octubre. La razón del retiro definitivo de gran cantidad de convencionales, fue evitar que la Convención fuera más allá de convalidar la vigencia del texto constitucional de 1953/60, que había dispuesto el fusilador general Aramburu.

Juan Carlos Ramirez Leiva.

jueves, 2 de julio de 2020

Día de la Agricultura Nacional


El 2 de julio celebramos el Día de la Agricultura Nacional para recordar la sanción de la Ley de Arrendamientos y Aparcerías Rurales. Esta posibilitó el acceso inmediato de 78.000 arrendatarios a la propiedad de la tierra. La expansión agropecuaria estuvo asociada a la división de grandes propiedades en pequeñas y medianas parcelas cedidas en arrendamiento. El vacío legal por entonces, se puso de manifiesto al incrementarse la resistencia de los arrendatarios a continuar soportando las condiciones de explotación de que eran objeto.
La respuesta legal comenzó a llegar con la sanción de la ley 11.170 de 1921, tras una movilización chacarera liderada por la Federación Agraria Argentina. En 1932, se amplió su alcance a las parcelas mayores de 300 hectáreas, extendiendose el plazo mínimo de arriendo a cinco años y estableciendo la obligación de formalizar los contratos ante escribano público o juez de paz de cada localidad. No obstante, la distancia entre ley y práctica se mantuvo y fue recién en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Estado debió dar respuestas procurando evitar la expulsión masiva de los arrendatarios que la reasignación de tierras a la ganadería estaba generando y asegurar la rentabilidad.
El decreto 14.001 de 1943 estableció, entre otras cosas, una rebaja del 20% para los arrendamientos respecto de los cánones vigentes al 1° de Julio de 1940, suspendió juicios de desalojo, prorrogó contratos e insistió en la obligatoriedad de celebrarlos ante escribano o juez de paz. Enfatizó la obligación del Juzgado de Paz de certificar la firma de los contratos y enviar copia al Registro de Contratos de la División de Arrendamientos y Aparcerías Rurales. Debía incluirse el nombre de los contratantes, ubicación del predio, estación de ferrocarril próximo y distancia en kilómetros a la misma, destino de la explotación discriminando porcentajes destinados a cada tipo de producción, extensión del predio en hectáreas, áreas y centiáreas, mejoras existentes y estado de conservación, precio del arrendamiento por hectáreas, forma de pago, domicilio del locador y del locatario. Fueron contempladas indemnizaciones por mejoras, realización de construcciones esenciales para vivienda del arrendatario y desempeño de las actividades productivas; dispuso la nulidad de las disposiciones que obligaban al productor a vender, asegurar, contratar maquinarias a determinada persona o sociedad, así como toda cláusula que obligara a renunciar a derechos y garantías legales. Se determinó la inembargabilidad de muebles, ropas, útiles domésticos del arrendatario, así como todo elemento necesario para continuar el ciclo productivo. Estas disposiciones, presentes desde 1921, fueron reafirmadas en cada una de las leyes siguientes. En la práctica la aplicación de estas disposiciones se tradujo en un notable incremento del número de contratos, muchos de los cuales no eran sino legalizaciones de acuerdos verbales previos con antigüedades de hasta 20 años.
Fue la ley 13.246 de 1948, la que retomó la problemática otorgándoles una estabilidad de ocho años; mantuvo la intervención del Estado en la regulación de los cánones, prohibió el subarriendo, elevó los porcentajes de indemnización por mejoras, y autorizó la creación de Cámaras Paritarias de Conciliación y Arbitraje Obligatorio. Se promovió la formación de cooperativas de producción y se promovió el fraccionamiento para la venta a los arrendatarios con una ley de expropiaciones que establecía que para que los arrendatarios pudieran acceder a la tierra era requisito tener cinco años de residencia en el predio. Los bancos de la Nación Argentina e Hipotecario financiaron hasta la totalidad las operaciones. Comenzaba a diseñarse un espacio económico y social diversificado, y más allá de la existencia y predominio de grandes propiedades rurales, había lugar para un universo de pequeños y medianos productores con margen de acción para implementar estrategias racionales, tendientes a maximizar beneficios que le permitieran incrementar su capitalización e insertarse exitosamente en el modelo económico en expansión.

Juan Carlos Ramirez Leiva

sábado, 30 de mayo de 2020

Nuestro Cabildo

El Cabildo de la ciudad de Buenos Aires  comenzó a construirse en 1725, antes de la creación del virreinato del Río de la Plata) pero, como todas las obras públicas, las realizaciones se postergaron frecuentemente por la escasez de fondos.
 El primer edificio, la torre y el campanario fueron concluidos en 1764. Mediante el aporte público, se adquirió una campana en  España, con la siguiente leyenda: "San Martín, obispo. Me hizo Juan Pérez, año 1763". 
Pasados algunos años y mediante la recaudación de una corrida de toros a tales efectos, se pudo encargar el reloj de la torre, al que un rayo en 1779, le destrozó el mecanismo y consecuentemente, sufrió un deterioro irreparable.
El Cabildo se remodeló en varias oportunidades ya que corriendo el año de 1861 se le ampliaron los ventanales y se instaló un nuevo reloj, esta vez, de manufactura inglesa. En 1880, el ingeniero francés Pierre Benoit -quien diseño la planta urbana de la ciudad de La Plata- elevó la estructura de la torre y la adornó con azulejos. En 1889 -vísperas del Centenario-, la apertura de la Avenida de Mayo obligó a cercenar un ala del edificio, y una reducción semejante, del ala opuesta, se practicó en 1931, tras decidirse la traza de la Diagonal Sud. 
Vista en 1910c.

El 30 de mayo de 1933, se dictó la Ley 11.688, decretando como Monumento Nacional al Cabildo de Buenos Aires, con motivo de esa reducción que demolió tres arcadas al abrirse la Avenida de Mayo en 1889, y la que sufriera el ala sur al trazarse la Diagonal Julio A. Roca en 1931.
La restauración del Cabildo, tal como se lo ve hoy, es obra de los arquitectos Mario Buschiazzo y Martín Noel, concluida en octubre de 1940, aunque posteriormente se realizaron varias intervenciones en los jardines, por ejemplo.
En un episodio de arreglos sobre Hipólito Yrigoyen, se cortó una saliente del travesaño principal del techo con tal suerte, que pasaba por allí un chico inquieto en rescates arqueológicos y que con el tiempo, sentará bases definitivas a las construcciones de la historia del Partido de La Matanza. El caso es que el trozo cortado de ese travesaño, unos 30 centímetros, fue rescatado por ese niño en 1940 y aún a finales de la década de 1980, podía observarselo en su casa. Don Alfonso Corzo, el protagonista de esta historia, me confió esta anécdota en una entrevista que me concediera por aquellos años.

Juan Carlos Ramirez Leiva

viernes, 10 de abril de 2020

Día del investigador y el Dr. Bernardo Houssay

En esta fecha se recuerda el nacimiento del doctor Bernardo Alberto Houssay, científico argentino cofundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), del cual fue presidente.
Descendiente de franceses, nació en Buenos Aires en 1887 y curso estudios en el Colegio Británico. En 1900, con 13 años, se graduó de bachiller; desarrolló su vocación en la Escuela de Farmacia de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se graduó a la edad de 17 años. En 1911 (contaba 23 Años), se recibió de médico especializándose en Fisiología con un reconocimiento académico por su tesis doctoral en la investigación sobre la glándula hipófisis. Desde 1907 hasta 1915 fue ayudante y jefe de trabajos de fisiología; catedrático de la materia en la Facultad de Veterinaria de 1910 a 1919. En 1913, es designado Jefe de Fisiología del Hospital Alvear, dirigiendo luego el Laboratorio Experimental en Fisiología y Patología (mentor y organizador del mismo), jefe de patología y fisiología del Instituto Nacional de Bacteriología, y además es nombrado Profesor en Fisiología en la Escuela Nacional de Medicina de la (UBA); miembro del Consejo Superior de la UBA, y presidente de la Academia Argentina de Medicina.
A partir de 1944 desarrolló una intensa labor de investigación en el Instituto de Biología y Medicina Experimental (que fundara con apoyos privados). Prontamente fue cogalardonado en Estocolmo con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947 por sus aportes al conocimiento de los procesos metabólicos de los carbohidratos en el organismo humano y su relación con la hipófisis, lo que permitió avanzar en la lucha contra la diabetes. Recibió reconocimientos internacionales como el que le otorgó la Sociedad de Endocrinología (Londres, 1960); se lo incorporó como miembro de la Academia Nacional de Medicina Argentina, la Academia de Letras, la Academia de Ciencias Políticas y más de 40 membresías honorarias en las principales academias, sociedades científicas y universidades del mundo.
Investigó acerca de las funciones de las glándulas de secreción interna en la formación y utilización de las proteínas, de los hidratos de carbono y de las grasas; sobre las glándulas suprarrenales, las sustancias minerales del plasma, los venenos de las serpientes y arácnidos; la fisiología dentaria, la intoxicación cianhídrica, etc. Del instituto que fundara egresó Luis Federico Leloir, Premio Nobel en 1970. Bernardo Alberto Houssay, quien falleció en 1971, fue homenajeado por el Correo Argentino en 1998, cuando emitió una estampilla postal alusiva.
La Conferencia General de la UNESCO proclamó el 10 de abril como Día de la Ciencia y la Tecnología; y la Organización de los Estados Americanos (OEA), integró el Premio Bernardo Houssay como reconocimiento a los mejores investigadores y científicos americanos

Juan Carlos Ramirez Leiva

miércoles, 26 de febrero de 2020

Sargento Cabral

Dicen que.....
Era zambo. Hijo de una esclava negra, Carmen Robledo y un indio guaraní que había cristianizado su nombre como Francisco Cabral, apellido de su patrón. 23 años tenía aquella calurosa mañana del miércoles 3 de febrero de 1813. Dicen que no era muy buen jinete, aunque lo dudamos, porque para aquel combate, el coronel había elegido a sus mejores hombres. Analfabeto, como casi todos en aquel tiempo, seguramente su idioma materno era el guaraní.
No se sabe bien como murió. Algunos dicen que interpuso su cuerpo entre una bayoneta realista y el cuerpo de su Jefe, caído debajo del cadáver de su caballo. Otros dicen que fue bayoneteado cuando peleaba por sacar al Coronel de debajo de su bayo muerto. Y hay alguno más que dice que mientras ataba las riendas de su caballo a las riendas del caballo muerto de San Martin, para arrastrarlo, es cuando recibe dos heridas mortales de arma blanca. 
Agonizó cerca de tres horas, para morir a media mañana, finalmente sobre una de las mesas del Refectorio (comedor) de los curas del convento de San Carlos Borromeo. Sin él y su sacrificio, nada hubiera sido igual. El futuro Libertador seguramente hubiera muerto en aquel pequeño combate y el cruce de los Andes jamás habría ocurrido, y la historia del país, de la América y del mundo hubiese sido muy distinta. Aquel humilde mártir, con su inmolación, sin saberlo, ayudó a que la Nación Argentina naciera. 
Juan Bautista Cabral se llamaba aquel soldado raso que la tradición popular convirtió en sargento, porque nunca fue ascendido post mortem oficialmente, ya que no era costumbre de la época. Aquel día lejano de febrero de 1813 fue muy caluroso, lo que hizo que los cuerpos de los caídos, realistas y Granaderos, fuesen sepultados con premura. Su cuerpo fue sepultado en una tumba grupal, sin identificación. Hoy hacen 207 años de su inmolación.
En base a un posteo de Gaspar Rodenas. Ilustración de El Noke